Una noche sin antojos

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Lo siguiente sucedió demasiado rápido, pero a pesar de ello, Baekhyun estaba viviendo cada segundo en cámara lenta. Sehun y Jongin se encargaron de avisar sobre el pequeño imprevisto al resto de los asistentes, dado a que Chanyeol salió disparado con un único propósito: conducirlos a su novio y a sí directo al hospital.

A diferencia de las exageradas películas occidentales y los montones de foros a los que acudió para obtener consejos valiosos sobre el embarazo, Baekhyun no sentía dolor alguno, sino que las contracciones eran más bien una historia inventada por los asustadizos. Sin embargo, sí había un par de futuros padres en la sala quienes soltaban gritos dignos de un filme de terror, afirmándose de las barandillas de sus camas clínicas.

En vista de aquello y lleno de incógnitas, Baekhyun no supo cómo tomarse el asunto. Podría ser el sonido que emitía la maquinaria que llevaba atada al brazo o las enfermeras corriendo de un lado para otro, pero había algo en su inesperada armonía que no lograba reconfortarlo.

Se quedó mirando la habitación durante largos minutos, las paredes eran tan blancas como la nieve, restándole puntos de personalidad al entorno. Lo único colorido en el lugar era, por desgracia, los atuendos tan tontos que los amigos de su novio habían escogido para ellos.

Después de un largo rato preguntándose sobre la inmortalidad del cangrejo, Chanyeol apareció por la puerta de la habitación dispuesto a acompañarlo. No dudó ni un milisegundo en entrelazar sus dedos con los de Baekhyun y besar cuidadosamente sus nudillos, con un miedo a quebrajarlo debido al estado tan delicado en el que se encontraba.

—Estábamos programados para la siguiente semana —murmuró el más alto, pensando para sí mismo, pero no excluyendo a Baekhyun de la conversación—, ¿comiste algo extraño en la fiesta?

—Para nada, pero estas cosas siempre suceden cuando no deben.

—Pero ¿tenía que se un trece de junio? Nuestro bebé no puede nacer un martes trece, es una tontería.

—Tampoco hay tantos días en el año —Baekhyun intentó levantarle el ánimo, aunque realmente era él quien necesitaba de su aliento—, tendremos que conformarnos con esta fecha. ¿Qué tan dilatado estoy?

—Han dicho que una rodaja de kiwi.

Baekhyun soltó un bufido que le levantó el poco flequillo que tenía—. Esta maldita gente de mierda que compara cada cosa del embarazo con comida, ¿qué rayos quieren decir con kiwi?

—Que todavía falta.

—¿Cuánto?

La exasperación comenzó a conquistar cada fibra de su cuerpo y las contracciones que anunciaban la pronta llegada del bebé se hacían cada vez más constantes e incómodas. Chanyeol estuvo ahí para él, cuando necesitó reemplazar la ropa mojada por la del hospital, al momento de levantarse para dar una vuelta, en las respiraciones pausadas y cuando se tragó de un mordisco un par de galletas azucaradas porque no podía más con la ansiedad asaltándole el cuerpo.

Para las nueve de la noche la dilatación había alcanzado a tomar la forma de una lata de refresco, una hora después se asemejaba a una pelota de béisbol y después de eso no tenía gana alguna de seguir el ritmo de las cosas raras para representar el parto. De hecho, el trabajo de parto, de por sí agotador, lo estaba sofocando.

Llevaba prácticamente cuatro horas metido ahí, escuchando las palabras de consuelo de Chanyeol, siendo toqueteado por cinco enfermeras diferentes y con el bebé ansioso por salir al aire libre; y, según lo que había escuchado, le quedaban al menos otras cinco más para llegar al punto justo.

Chanyeol atendió un par de llamadas de sus madres y amigos, actualizándolos sobre la situación de su novio. Eran pasadas la una de la madrugada, y Baekhyun, aunque quería olvidarse de todo y dormir plácidamente, soltó un similar a los que había de los otros embarazados. El repentino sufrimiento dio pie a que enfermeras que llevaban monitoreándolo toda la noche, empujaran la camilla para llevarlo a la sala de parto. El más alto, en cambio, tuvo que esperar fuera hasta que alguien se animara a darle las indicaciones pertinentes para poder acompañar a su pareja.

Antojos de MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora