14

211 33 1
                                    


Yoongi caminaba sobre el césped nerviosamente, moviendo sus manos de un lado sobre su gran suéter negro, esperando que el sudor desapareciera de ellas.

Ni siquiera sabía porqué estaba tan nervioso. Después de haber concluido con el cortejo de diez días que le había prometido a Jimin, en el cual hubo más besos que regalos, el omega tendría que devolverle las diez rosas color violeta que le había dado si es que lo aceptaba como alfa.

Era muy tonto el estar nervioso a decir verdad, pero no podía evitar pensar en que el omega tal vez en ese corto lapso de tiempo se dio cuenta de que no era un buen alfa, o peor aún, intentar vengarse por todas las veces que él le había rechazado; eso era más estúpido, ya que Jimin no era esa clase de persona, no cuando el chico lloraba hasta por una película de gatos.

Te va a rechazar~. Canturreaba su lobo, aullando y lamiendo sus patas.

—Cállate, tonto —bufó—. Sí me rechaza a mí, también a ti.

El lobo detuvo todos sus movimientos, quedándose quieto y con las orejas bajas chillando tristemente.

El pálido siguió de la misma manera por unos minutos más, viendo cada cierto tiempo su muñeca pensando que ahí había un reloj, olvidando que jamás usaba uno.

Todo había sido un poco confuso al principio, Jimin le había acosado casi por cuatro meses enteros, persiguiéndole, llamándole gatito y haciendo pucheros adorables. Nunca se imaginó sentir algo por el pequeño, y tampoco se lograba explicar aún porqué jamás lo acusó con el director de la universidad.

Ahora las cosas habían cambiado, su corazón latía a mil por hora cada vez que estaba con el pequeño con cabeza de algodón.

El odiaba mucho el ruido, pero cuando escuchaba la voz de Jimin sentía a algo calmarse en su interior, relajándose completamente y queriendo escucharlo por horas.

Sus labios. Sólo el dios Michi sabía cuánto amaba besar esos esponjosos, suaves y dulces labios gruesos.

Sus sentidos desaparecían cada vez que le besaba, y Jimin se había querido aprovechar de ello, poniendo sus manos en lugares que no debía aún, por ejemplo: su pecho. El omega varias veces había intentado meter su mano bajo su camiseta, pero el siempre terminaba cohibido.

No le molestaba en absoluto, sin embargo, aún no era momento para llegar más lejos.

—Yuju~ —una pequeña mano se paseó frente a su cara.

Yoongi pegó un pequeño grito en su lugar, saltando a su paso. Jimin se encontraba frente a él acompañado de una gran sonrisa en su rostro.

—Gatito hyung —le llamó con una tierna voz—. ¿Lo asusté? —se burló, reprimiendo una sonrisa.

—Por supuesto que no —negó avergonzado—. Sólo me tomaste desprevenido.

—Yoongi hyung...

—Aún no, Jiminnie —suspiró sin voltear a verlo completamente—. Necesito un momento más.

El peli-rosa rió con gracia. En ese poco tiempo que había estado conviviendo con su hyung se había dado cuenta de muchas cosas, y una de ellas era el hecho de que el pálido era un dramático por naturaleza.

—¿Me siento? —interrogó, mordiendo su labio inferior—. Puede que esto nos lleve algunas horas.

—Ya, no es para tanto —frunció su ceño, mirando ahora sí por completo al chico.

Se arrepintió de su acción al instante en el que sus ojos se encontraron con los del omega. Su respiración se detuvo por un momento al ver la frente descubierta del otro; sus labios estaban más rosado de lo normal, y su sonrisa más grande.

—Yoongi hyung... —comenzó a decir— No sé porqué duda de todo lo que hago —suspiró tristemente—. Le he dicho miles de veces que mi corazón le quiere y late apresuradamente cada vez que me sonríe o me da pequeños besos —ahora sonrió divertido, recordando todas las ocasiones en las que intentaba meter su lengua en la boca de Yoongi—. No es una obsesión, hyung, yo lo sé —mordisqueó su labio—. Si usted aún se siente inseguro respecto a mis sentimientos y a los suyos, yo estoy dispuesto a esperar más. El propósito es que ambos estemos cómodos con esto.

—Jimin...

—No hyung, es en serio —puso una mano en el pecho del mayor, escondiendo la otra en la que llevaba las rosas detrás de su espalda—. Incluso, si usted a estas alturas me dice que quiere que lo deje en paz y deje de acosarlo, lo har-...

—Al diablo con todo —susurró segundos antes de jalar al pequeño.

Pegó completamente al peli-rosa contra su cuerpo, pasando ambas manos por la pequeña cintura y arremetiendo desesperadamente contra sus labios en un beso intenso.

El omega jadeó de la sorpresa, pero aún así siguiéndole el exquisito ósculo al mayor, enrollando las manos alrededor del cuello de éste sin soltar las diez rosas.

Al principio, el beso fue necesitado y lleno de sentimientos escondidos tratando de hablar por medio de los chasquidos sin pudor que se escuchaban, para luego dar paso a un ritmo más lento y dulce, saboreando el delicioso sabor a fresa de los labios de Jimin y el sabor a cereza de los de Yoongi.

El alfa fue el primero en alejarse. —¿Cómo puedes siquiera decirme que has pensado en alejarte de mí cuando ya me has dejado probar tus labios, Park Jimin? —mordió su labio inferior, apretando más su agarre sobre la cintura del chico—. ¿Piensas que va a ser fácil olvidar el la textura y el sabor de ellos? Eh? —interrogó con un tono de voz más ronco—. ¿Quieres que ahora sea yo el que te acose y se vista de gatito?

El omega bajó su mirada cohibido por la actitud del alfa. Había deseado tanto escuchar aunque sea un "me interesas, Park" de parte del pálido, pero lo que ahora le estaba diciendo era mucho más de lo que pensaba.

—Y-yo...

—Dime, Jiminnie —llevó una de sus manos a una de sus abultadas mejillas— ¿Eso es lo que quieres?, ¿Quieres que me convierta en un dulce cachorro y ande detrás de ti pidiendo por mimos y besos?

—Yo sólo...

—Porque si es así —le interrumpió de nuevo—. No quiero ser tu novio...

Jimin apretó sus labios, su corazón deteniéndose en ese mismo instante, invadiéndole un sentimiento de tristeza.

Lo sabía, sabía que Yoongi jamás iba a...

—¡Quiero ser tu mascota! —sonrió dulcemente—. Ya viste que tan gruñón y tierno puedo ser como un gatito —rió—. Ahora quiero demostrarte cuán fiel y cariñoso puedo ser como un perrito —murmuró con gracia al ver el rostro sorprendido del omega.

—Hyung, no diga esas cosas... —susurró con sus mejillas coloreadas.

—Ahora siente lo que yo sentía cada vez que me llamabas gatito hyung —se burló.

—Pero... Se siente bien...

—Exacto.

Jimin dio un chillido lleno de emoción, dejando un pequeño beso sobre los finos labios del mayor.

—¿Eso es un sí?

—Sí, gatito hyung. —Asintió, volviéndole a besar dulcemente. 

¡Quiero ser tu mascota! - YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora