—Hacia adelante y luego hacia atrás, después en círculo y quedará como nuevo.
El omega no paraba de hablar mientras restregaba el plato redondo que tenía en sus manos.
Yoongi rodaba los ojos y reía divertido ante la escena. —¿Puedes callarte?
—¿Me va a besar? —alzó una ceja.
—No.
—Entonces no me voy a callar —puso su atención de nuevo sobre el trasto, y siguió repitiendo lo que anteriormente decía.
Yoongi ya estaba cansado de restregar tantos platos. Llevaban apenas alrededor de media hora lavándolos, y ya se estaba frustrando, aunque la presencia del omega y las palabras de este hacía que aguantara un poco más la situación.
—Jimin, ¿cómo puedes estar tan feliz por lavar unos míseros platos? —preguntó confundido.
—No estoy feliz por ello, hyung —en ningún momento lo volteó a ver.
—¿Entonces por qué no te quejas o haces algo para que los lave solo? —cuestionó aún más confundido.
El omega dejó de hacer lo que estaba haciendo, y se dio la vuelta, encontrándose con el pálido viéndolo con sus brazos cruzados y una ceja alzada.
—Porque estoy con usted.
Jimin le sonrió y se giró de nuevo para continuar con su labor.
No importaba si le tocaba recoger basura, popo de animales o hasta estar en una guerra, porque mientras estuviese Yoongi a su lado nada le importaba más que la presencia de este.
Pueden llamarlo obsesionado, loco, o darle cualquier otro adjetivo, pero estaba malditamente enamorado de ese tonto alfa.
Antes de si quiera haber alguna vez hablado con Yoongi, él a veces se cuestionaba si lo que sentía solo era una atracción física hacia el pálido, ya que jamás habían hablado, pero después de comenzar a interactuar con el alfa, se dio cuenta de que sus sentimientos jamás cambiarían porque el chico era todo lo que él deseaba.
Yoongi se quedó pensativo ante las palabras del omega, y sin decir nada, copió la acción del omega, disponiéndose a terminar de fregar lo que les faltaba.
Mientras, pensaba en cómo era posible que alguien como Jimin estuviese enamorado de su persona, y no es que Yoongi se considerará feo, no, es más, se consideraba un poco atractivo, pero habían muchos más alfas mucho más guapo que él; altos, fornidos, con lindas sonrisas, etc...
De hecho, muchos intentaban obtener un poco de la atención del pequeño y dulce omega peli-rosa, queriendo que este les diera permiso para cortejarlo pero Jimin jamás había si quiera volteado a ver a otro alfa.
Curiosamente, Yoongi se ganó su corazón sin siquiera haber intentado algo.
Después de una hora, ambos chicos estaban agotados y con dolor de brazo. Se sonrieron el uno al otro, mientras se quitaban los mandiles que les había dado Taemin.
—Es hora de irnos, hyung —su alegría hizo que Yoongi se sintiera mejor.
—Sí, Jiminnie, es hora de irnos.
Los dos comenzaron a revisar que no faltara nada más que guardar. Cuando terminaron se dirigieron a la salida solo para encontrarse con el omega mayor.
—Veo que ya acabaron —sonrió satisfecho.
—Pésimo servicio el que da, hyung —dijo bromeando el alfa—. Mire que poner a su mejor cliente a lavar los platos junto con su omega. No, no, no. Le quitaré una estrella.