Leche condensada

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—Tatch.. ¿Qué es esto Yoi?

—Lo que merecen, desconsiderados

Marco nunca había sido exigente con la comida, ni con la ropa, los berries o los tesoros .. Nunca lo había sido con ningún lujo en realidad. Estaba bien con lo necesario para sobrevivir pero, no pudo evitar mirar a su amigo con una mueca cuando, luego de colocarle una servilleta estirada sobre la mano, este dejaba caer una gran porción de Yogurt mezclado con avena sobre el papel, el que rápidamente se humedecía permitiendo que la comida comenzará a caerse, ensuciándolo mientras el rubio intentaba minimizar el desastre lamiendo lo que se le estaba cayendo por el brazo.

—Tatch, en serio no me darás….?

—Marco, tienes avena en el pantalón— Interrumpió el cocinero, viendo como la avena escurría desde la mano de su hermano.

—Mierda

El hombre de jopo lo miró con desagrado, extendiéndole una segunda servilleta para que se limpiase antes de servir el desayuno a la siguiente persona.

—¿No te enteraste? Pues.. ¡Uno de estos malditos barriles sin fondo entro anoche y rompió mi hermosa vajilla!—Tras gritar Tatch se tomo una pequeña pausa para servir algunos panqueques en un pequeño plato al ver a Tato en la fila,  una de las enfermeras de su padre– Ten cariño

La amable mujer recibió un plato de panqueques por parte del cocinero, agradeciéndo con una sonrisa antes de irse a su habitual lugar junto a sus compañeras, ante la mirada confundida del fénix.

—¿Y ese plato Yoi? —Tatch siguió sirviendo avena mientras Marco observaba atónito a las enfermeras y féminas de la tripulación, quienes eran las únicas (Junto al samurái de Wano) que comían un plato decente, mientras que el resto de hermanos y hasta su padre, comían esa asquerosa bola de avena que parecía solidificarse por si sola.

Shirohige la había tirado por la borda, alegando que su hijo estaba intentando envenenarlo.

—Izo y las chicas comerán en la vajilla que queda. A penas quedan platos y no me arriesgare a que alguien mas pueda quebrarlos.. ¡Además, la cocina estaba hecha un desastre! Abrieron un tarro de leche condesada y ensuciaron todo... Ugh..

—¿Leche condensada?

El cocinero continuo gritándole a todos, su cocina era un de lugar sagrado, lugar sagrado al que sus hermanos siempre entraban a robar, pero esta vez se habían pasado, aun así, las risas por parte de la tripulación no se hacían esperar

—¡Thatch! ¡Solo di que ya te hartaste de cocinar y que por eso nos estas dando avena!

—¿No teníamos platos de cartón guardados por si esto pasaba alguna vez?

–¿Y si la morimos porque la avena se endurece en nuestra garganta y ya no podemos respirar?

—Vista, eso no va a pasar

—Tatch…!! Métete la avena por el..!! —Izo  arrojo una porción de avena a la cara de Haruta, evitando así que él le hiciera lo mismo a su pareja

—Hasta que no encuentre al culpable y lo haga pagar la vajilla seguirán comiendo avena sobre ese pedazo de papel.. Me niego a darles platos y comida...  ¡Siguiente!

Con un suspiro el rubio recibió una cuchara antes de encaminarse hacia el comedor, resignándose a comer en esas condiciones.  Se sentía un poco mal, después de todo y aunque nadie mas que el y Ace lo supieran, era uno de los causantes de que Tatch no quisiera cocinarles y ahora todos se encontrarán comiendo sobre una precaria servilleta.

Al huir con prisas durante la madrugada luego del percance del pecoso no habían podido terminar de limpiar y borrar toda la evidencia de lo que habían hecho, suerte que su hermano era demasiado estúpido para comprender que lo que había encontrado en realidad, no era leche.

En el mismo barco || 𝘔𝘢𝘳𝘈𝘤𝘦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora