Jungkook podía oír la voz de su hermano en su cabeza.
Has perdido la maldita cabeza.
Gage siempre era la voz en su cabeza. Su subconsciente. Su Pepito Grillo. El fantasma en su máquina. Pero el fantasma Gage tenía razón. Jungkook había perdido la cabeza. ¿Realmente estaba dispuesto a ir a la cama con Seokjin Mulvaney por una historia? No, no a acostarse, sino a ser cazado, acechado y follado por Seokjin Mulvaney. ¿Todo por la remota posibilidad de encontrar algo que pudiera darle una pista sobre lo que Thomas Mulvaney hacía exactamente en su tiempo libre?
Sí, definitivamente lo hacía.
Jungkook podía fingir que todo esto era para conseguir una historia, pero la cruda realidad era que Seokjin Mulvaney era el hombre más sexy que Jungkook había visto nunca de cerca y la idea de ser sujetado y follado sin sentido sonaba exactamente a lo que necesitaba esta noche. O cualquier noche, en realidad. Hacía mucho tiempo que nadie miraba a Jungkook como si fuera digno de ser cazado.
Si después husmeaba un poco, que así fuera.
Seokjin se había ofrecido a llevar a Jungkook a su casa en la limusina, pero él quería conducir su propio coche. Quería una opción de escape viable si esto pasaba de sexo pervertido a delito de agresión. Seokjin no había pestañeado cuando Jungkook dijo que prefería conducir. Había entregado su dirección con una sonrisa de satisfacción, rozando sus labios contra la mejilla de Jungkook de una manera que no debería haber hecho su polla dura.
Cuanto más se alejaba Jungkook de la ciudad, más se planteaba dar media vuelta y volver a casa. Seokjin vivía en una gran propiedad a treinta minutos de la ciudad, en una casa que él mismo había diseñado. Su hermano también vivía allí, pero también tenían un apartamento en la ciudad. Jungkook había pensado que Seokjin lo llevaría a su apartamento, donde había vecinos y portero. La gente que conocía a Jungkook había estado allí alguna vez.
Jungkook cantaba al ritmo de Bon Jovi mientras contemplaba sus decisiones vitales. Las manos le temblaban cada vez que las soltaba del volante. No quería morir en una casa que había aparecido en la portada de Architectural Digest. Pero tampoco quería darse la puta vuelta. ¿Por qué no iba a darse la vuelta?
Porque había perdido la puta cabeza.
Le había dicho a Seokjin Mulvaney que podía desnudarlo y perseguirlo. No, cazarlo. Seokjin dijo que lo cogería donde cayera. Eso no debería haber sido excitante, ¿verdad? Había algo fundamentalmente mal con Jungkook. Ser acosado y reclamado por Seokjin no debería haber sido la cosa más caliente que había oído nunca. Pero lo era. Realmente lo era. Subió el aire acondicionado hasta que prácticamente había escarcha en las ventanas. El sudor no era sexy. Tampoco lo era tener la boca seca. Tomó un sorbo de agua de la botella que había dejado allí antes, haciendo una mueca por la temperatura tibia.
Cuando entró en el sinuoso camino de entrada, permaneció sentado en el coche durante diez minutos enteros, tratando de sofocar el temblor de sus entrañas. La limusina no estaba allí, pero el Maserati que Seokjin había mencionado antes estaba delante y en el centro. El Maserati que Seokjin había dicho que quería doblar a Jungkook. La polla le palpitaba detrás de la cremallera. Por Dios. Jungkook no tenía miedo. Estaba jodidamente cachondo. No era miedo lo que le hacía temblar, sino adrenalina.
Cuando llegó a la puerta principal, ésta se abrió antes de que pudiera llamar. Seokjin estaba allí de pie, con las manos en los bolsillos de unos pantalones negros a medida que se ceñían a sus gruesos muslos. Estaba descalzo y con el torso desnudo, y parecía perfectamente relajado mientras estudiaba a Jungkook.
Santa María, madre mía. Ningún ser humano debería estar tan bueno de cerca. Se había apartado el espeso pelo oscuro de la cara, como si se lo hubiera pasado por los dedos cientos de veces, y las brillantes luces del vestíbulo resaltaban sus pómulos perfectos y sus ojos azul oscuro que lo seguían mientras se movía.
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Necessary Evils 4
FanfictionAdaptación -Just to let you know- Seokjin Top Jungkook bottom Cuarto libro de la saga.