Seokjin contuvo una sonrisa durante todo el trayecto. A su lado, Jungkook echaba humo, con los brazos cruzados, las mejillas sonrojadas y la mandíbula desencajada. Joder, era sexy. Cada vez que Seokjin miraba aquella puta boca respingona, la polla se le ponía un poco más dura. Quería hacerle cosas muy sucias a esa boca. Quería que Jungkook se arrodillara ante él, dándole un buen uso a esos labios de peluche. Quería ver las lágrimas rodar por las mejillas de Jungkook mientras se atragantaba con su polla, haciendo contacto visual mientras se corría en su garganta.
Seokjin respiró hondo y soltó el aire, ganándose otra mirada furiosa de Jungkook. Sí, Seokjin tenía que dejar de pensar de esa manera o iba a detenerse y poner a prueba los límites de la moderación de ambos, y todo sería culpa de su padre.
Una parte de él quería estallar sólo para que Thomas pudiera ver lo que resultaba de su intromisión. Para que pudiera ver las consecuencias de sus actos y decir: —Esto es lo que pasa cuando te llevas a mi hermano—. Su padre le diría que el hecho de que Avi no estuviera allí no tenía nada que ver con los atroces actos que Seokjin acabara cometiendo, pero no era cierto. Ni siquiera un día separado de su gemelo y Seokjin quería hacerle cosas a Jungkook que probablemente violarían la convención de Ginebra.
Echaba de menos a Avi, y ese dolor metafísico no haría más que profundizarse y enconarse como una astilla bajo su piel. Para mañana, no se sabía lo mal que estaría. Pero eso mañana era problema de Seokjin. O más tarde, hoy, problema de Seokjin. Jungkook necesitaba dormir. Tenía los ojos vidriosos y el moretón que le había salido en la cara al golpearse contra el suelo de Seokjin se estaba volviendo de un negro púrpura. A este paso, podría tener que cargar con él. La idea tenía cierto atractivo.
—¿Cómo es que sabes tanto sobre estadísticas de suicidios?—. preguntó finalmente Seokjin, más para no fantasear con mancillar cada parte de su pasajero.
La cabeza de Jungkook se giró hacia él tan rápido que Seokjin se sorprendió de no oír cómo se le partía el cuello. Las razones de Jungkook eran claramente personales. El dolor y la frustración que destilaba su mirada melosa lo hacían evidente. Había perdido a alguien por suicidio y estaba enfadado con quienquiera que lo hubiera hecho, pero también furioso con Seokjin por sacar el tema.
Jungkook era un hombre complicado.
Seokjin no debería encontrarlo tan convincente como él. Pero la mayoría de la gente lo aburría. Cuando uno se criaba en un hogar lleno de psicópatas, estar rodeado de gente que la sociedad consideraba normal solía ser doloroso. Los psicópatas no tenían tiempo para tonterías ni charlas. Claro que interpretaban el papel para ocultar sus secretos, pero en la casa de los Mulvaney no existían las conversaciones de sobremesa. Pasaban las patatas hablando de cabezas cortadas y técnicas de tortura. Comparados con el mundo exterior, eran la maldita familia Addams. Diablos, eran la familia Manson.
¿Qué pensaría Jungkook de los verdaderos Mulvaney? ¿Le horrorizarían? Seokjin no lo creía. A pesar de todos los remilgos de Jungkook, se había arrodillado a un palmo de un cadáver disecado y ni siquiera se había inmutado. No era aprensivo con la muerte, sólo con los asesinos. Y a juzgar por lo blanda y nebulosa que se le había puesto la cara cuando Seokjin lo había tenido agachado frente a aquel espejo hacía unos minutos, ni siquiera el hecho de que Seokjin fuera un asesino parecía molestar demasiado a la polla de Jungkook.
—¿Quién era?— Seokjin preguntó.
—¿Quién era quién?— Dijo Jungkook con dulzura, volviéndose para mirar por la ventana.
—¿Quién era la persona que se suicidó? Está claro que eran importantes para ti—.
Jungkook volvió a dirigir la mirada al frente, y Seokjin observó cómo se le movía la nuez de Adán mientras tragaba con dificultad. —Mi hermano—.

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Necessary Evils 4
FanficAdaptación -Just to let you know- Seokjin Top Jungkook bottom Cuarto libro de la saga.