Capítulo 4

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Una semana había pasado y era sábado nuevamente. Las dos se encontraban paseando por el centro comercial. Jennie tenía un helado en una mano mientras sus ojos vagaban por el lugar. Familias y grupos de amigos estaban ocupados con sus cosas. Algunos comían, hablaban, o solo disfrutaban el momento. En medio de su paseo, Lisa se detuvo en seco y su mandíbula cayó.

"¡Oh por Dios!". Gritó y Jennie entró en pánico.

"¿Qué pasó-?".

Lisa saltó y aplaudió sus manos con las de Jennie.

"Nini, ten mis zapatos".

Las cejas de la castaña se arrugaron con confusión al ver cómo Lisa se quitaba los tenis y se los entregaba. Su helado casi se cayó en el proceso.

"¿Qué demonios, Li-?".

Lisa corrió y Jennie la siguió con la mirada. Abrió bien los ojos cuando vio que Lisa se zambullía en una piscina de bolas.

"¿Juegos de niños?". Jennie dijo incrédula. La rubia sacudió su mano hacia ella.

"¡Nini! ¡Únete!". Su voz de bebé hizo eco. Algunas personas se rieron de ella por ser bastante grande para estar allí.

Jennie negó con la cabeza. Caminó hacia ella y se puso en cuclillas, encontrándose con Lisa, quien estaba acostada entre las bolas coloridas de plástico. Su cuerpo estaba totalmente sumergido, solo podía verse su cara sonriente.

Jennie dejó los tenis de la rubia en el suelo y sostuvo su helado con fuerza. Pellizcó una de sus mejillas.

"¡Tontita!". Apretó los dientes y Lisa soltó un quejido, sobándose donde Jennie la había pellizcado. La castaña volvió a reír, teniendo una hermosa vista.

Lisa desconocía cuándo se había vuelto tan especial para ella la risa de Jennie. La vista era muy buena como para ignorarla. Las risitas de la más baja la hacían alcanzar las estrellas, podría escucharlas toda la vida.

Congelada en su lugar, regresó en sus sentidos cuando Jennie pasó la mano frente a sus ojos.

"¿Estás soñando despierta, Lis?". Preguntó tiernamente.

"Te dije que te unieras". Lisa evadió la pregunta y Jennie ladeó la cabeza.

"No soy una niña". Protestó.

Una niña se tropezó al chocarse con una de las piernas de Lisa. El lugar no era tan profundo, por lo que permitía que los niños corriesen con libertad. La niña comenzó a llorar con todas sus fuerzas y Lisa hizo que se sentara para intentar calmarla.

"Shh, no llores". Susurró con nerviosismo, sin conseguir resultados, y Jennie le ofreció su helado a la pequeña.

"Aquí, ten esto". Sonrió y los sollozos de la niña comenzaron a disminuir mientras se limpiaba las lágrimas y alcanzaba el helado.

"¿En serio?". Preguntó con su pequeña voz y Jennie asintió, acariciando su cabeza. "Gracias, linda señorita". La niña se acercó a ella y besó su mejilla.

Jennie se sonrojó, amaba a los niños, y ser halagada por ellos era conmovedor. La pequeña se disculpó para ir a jugar y Lisa miró a su mejor amiga.

"En verdad amas a los niños". Dijo, sin quitar sus ojos de ella. Sacudió las manos y los pies, jugando con las pelotas a su alrededor.

Jennie sonrió de costado, ocurriéndosele una idea. Se preparó, quitándose los zapatos. Segundos después, Lisa no vio cómo un cuerpo se lanzaba sobre ella.

La castaña se sentó sobre ella a horcajadas y le hizo cosquillas. La risa de Lisa era tan alta que comenzaba a llamar la atención. La gente sonreía al ver a dos chicas jóvenes divertirse. Aunque para algunos, parecían más que eso. Ambas estaban en su propio mundo, sin notar que sus miradas entre sí reflejaban muchísima química, que los demás sí podían ver.

Ambos corazones encajaban perfectamente, moldeados el uno para el otro.

Cuando se quedaron sin aliento, dieron por terminado su juego. Lisa golpeó despacio con un dedo la nariz de Jennie y ésta cerró los ojos, riendo.

"Sabía que aún eras un bebé". La rubia insistió y ambas se levantaron, ayudándose mutuamente.

"Adivina el bebé de quién soy". Jennie bromeó, saliendo del juego para colocarse los zapatos. Una mano tomó sus agujetas. Era Lisa, quien las ataría por ella.

Hacer de Jennie su mayor prioridad no era una novedad, pero sus sentimientos sí lo eran.

La castaña la dejó, mientras admiraba sus facciones. Cuando terminó, quiso hacer lo mismo con ella, pero Lisa no aceptó.

"No quiero que tus manos se ensucien".

Los ojos de gato se encontraron con los de ciervo.

"¿Desde cuándo eres obsesiva con la limpieza?". Jennie volvió a bromear, golpeando levemente el brazo de Lisa. Ésta sonrió y se ató las agujetas.

"Bueno, tu amada lo es. Debo decir que fuiste una gran influencia".

*****

"Aún no quiero ir a casa, Lili". Jennie se quejó, descansando la cabeza en el asiento del coche. Suspiró, intentando contar las gotas de agua que se deslizaban por la ventana.

Lisa asintió. Su mano derecha estaba en el volante mientras tamborileaba los dedos, esperando impacientemente a que luz se pusiera verde.

"¿Dónde quieres ir, entonces?". Preguntó sin quitar los ojos del camino.

"A algún lugar tranquilo". Jennie contestó y tomó su celular para ver la hora. 10:30. Lisa estuvo de acuerdo.

Antes de llegar al lugar elegido, pasó por un local de comida rápida y Jennie sonrió de felicidad. El alma de la niña dentro suyo estaba contenta.

"¡Sí!". Exclamó y Lisa dejó salir una pequeña risa, sabía cuánto amaba Jennie la comida. Ésta quizás parecía ser quisquillosa, pero en realidad podía comer de todo, siempre y cuando Lisa comiese con ella.

No necesitó decirle qué quería pedir. Lisa siempre cuidaba de ella, al punto de que conocía cada una de sus cosas favoritas. Bajó la ventanilla y habló.

"Dos papas fritas grandes, dos hamburguesas dobles, un batido de fresa, una soda y un balde de pollo... Ah, y... añade dos botellas de agua, por favor. Eso es todo, gracias". Lisa dijo y condujo hasta el lugar donde se entregaban los pedidos.

"Aquí está su orden, señorita".

Lisa alcanzó las bolsas y la chica le sonrió, deslizando sus dedos por sobre los de la rubia. Jennie lo notó y se acercó a la ventana, dejando salir una tos seca.

Lisa inmediatamente tomó la comida y pagó.

"Gracias". Dijo y miró a la castaña, quien no dejaba de mirar a la empleada.

'¿Qué le pasa?'. Pensó.

"Nini, aquí". Intentó desviar su mirada mostrándole la comida, pero Jennie se mantenía inmóvil. Para cortar la incomodidad, Lisa cerró la ventanilla, sin poder escuchar cómo la empleada le preguntaba su nombre.

Jennie regresó a su lugar, con una expresión nula y los brazos cruzados delante de su pecho. Lisa tragó el nudo imaginario que había en su garganta, sintiendo que su amiga estaba molesta.

A veces, Jennie se ponía un poco posesiva con ella, aunque Lisa no entendía por qué. La única razón que se le ocurría era que se sentía así porque era su mejor amiga.

"Nini, oye". Tomó su mano y Jennie no se inmutó, aunque amó cómo la había llamado. Naturalmente, sus dedos se entrelazaron y Lisa dejó salir un suspiro. "Lo siento si hice algo mal, ¿sí?".

Jennie suspiró también y negó con la cabeza.

"Nada es tu culpa, Lili, es solo que-".

"¿Qué pasa?". Lisa la cortó, sonando preocupada.

"No lo sé...". Jennie admitió. No tenía idea de por qué se había sentido cel... No, irritada antes. "Olvídalo". Sonrió.

Lisa no estaba convencida pero se encogió de hombros, presionar a Jennie era lo último que quería. Prefirió dejar morir el tema. Su noche siguió bajo el cielo estrellado.

"Ya casi". Lisa susurró.

P0LAR0ID | jenlisa (traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora