Eran las dos de la madrugada aproximadamente cuando escuché un fuerte ruido en la puerta de mi habitación, salté del susto, me encogí en un ovillo y me tapé con las sábanas color blanco de mi cama esperando que ese ruido fuera un producto de mi imaginación pero no. Volvió a sonar con la misma intensidad o incluso más fuerte, la puerta se abrió lentamente y yo ya estaba rezando pensando que iba a morir, afortunadamente la luz de la luna dejó ver poco a poco el rostro de Megan con una sonrisa un tanto psicópata.
Sentí como mi cuerpo se relajó por completo, pero seguía confundida, ¿Cómo había entrado en mi casa? y ¿Qué hacía en mi habitación a estas horas?
-Megan... ¿Eres consciente de la manera en la que me has asustado?- Comenzó a reírse como si hubiera visto lo más gracioso del mundo.-
-Sí, pero ha sido divertido, deberías haber visto tu cara.
-¿Cómo has entrado y qué haces aquí a estas horas? Podrías haber despertado a Elizabeth o peor... a mi madre.
-Para empezar; tu madre no está en casa y Elizabeth está despierta, ha sido ella quien me ha abierto la puerta, y segundo, estoy aquí porque hay una fiesta y quiero que vayas conmigo.
-Pero...
-No hay peros, Eli me ha dado permiso para llevarte conmigo así que vístete.-Por arte de magia entró dicha persona por la puerta y me sonrió con dulzura.-
-Cris, te vendría bien salir un rato y hacer cosas que hace la gente de tu edad.
-¿Sabes dónde está mi madre?
-No...
-Bueno, mejor nosotras nos vamos para que te puedas cambiar.- Dijo mi mejor amiga cogiendo suavemente el brazo de quien solía cuidar de mí para después cerrar la puerta detrás de ellas.-
Pero esta última me miró con la misma mirada triste que me daba cada que le preguntaba por las noches dónde estaba mamá, sabía que mi madre por las noches se acostaba con otros hombres para aliviar por un tiempo el dolor que le ocasiona pensar en la muerte de mi padre, también sabía que tenía amenazada a Elizabeth con despedirla para que no me dijera nada, pero cada noche yo le preguntaba con la esperanza que algún día me dijera la verdad, nunca lo hizo. Normalmente, me decía que no, pero otras simplemente me mentía y me decía que mi madre se quedaba en su oficina trabajando o incluso algunas veces me ignoraba para no tener que responder a mi pregunta. Me dolía, me dolía demasiado que ella se fuera con otros hombres para olvidarlo sabiendo que él nos amaba más que a nadie en el mundo, sabiendo que él siempre le dio todo lo que ella le pidió. Entendía que ella quisiera empezar de cero, hacer más llevadera la pérdida de lo que en algún momento fue su marido, pero no veía justo que lo hiciera de esta manera.
Unos golpes suaves en la puerta me hicieron reaccionar.
-¿Ya estás lista?-Preguntó la voz de Megan desde el otro lado de la puerta.-
-Ya casi.
Me vestí rápido con un vestido corto color rojo con unos tacones negros, me peiné un poco y salí por la puerta de mi habitación encontrándome a mi mejor amiga mirándome de arriba a abajo con una sonrisa.
-Estás preciosa, ¿vamos?
-Gracias, vamos.
Megan salió de mi casa conmigo detrás de ella, se paró frente un Audi R8 blanco, era consciente que ella tenía carnet de conducir, pero no tenía coche, sin embargo, no pregunté de quién era el coche y simplemente entré en él pensando en todo menos en la fiesta a la que estaba a punto de asistir.
Después de un par de minutos noté como mis ojos se cerraban lentamente hasta quedarme dormida.
-¡Ey! Despierta.- Notaba como alguien me zarandeaba de lado a lado para despertarme.-
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Mon amour, ¿por qué es tan difícil amar?
ספרות נוער¿Alguna vez te has preguntado por qué es tan difícil amar sin que te hagan daño o sin terminar con un vacío inexplicable en el pecho? Cristina lo hizo en el momento más trágico y revelador de su vida y lamentablemente se dio cuenta que a veces la ve...