CAPITULO II

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Daeron, el primogénito de la Casa Targor, se encontraba junto a las gemelas Corvaris en el salón de fiestas. Mientras las gemelas se burlaban de los jóvenes Vaelis, el ambiente se llenaba de risas disimuladas y murmullos cómplices.

Seraphina Corvaris: -entre risas- Son unos ineptos, igual que su gordo padre. Gracias a los dioses que solo vinieron tres de ellos, imaginen si hubieran venido los otros seis...

Larissa Corvaris: -asintiendo- Por los ya tenemos suficiente desgracias  con que los Vaelis estén divulgándose por todos lados.

Aunque el salón estaba animado con música y bebidas, Daeron no era dado a la bebida debido a su delicado estado de salud. Se levantó silenciosamente, dejando su vaso de licor sin hacer ruido. Siendo un joven tímido, no hubo muchos ojos que lo siguieran mientras se dirigía a tomar un poco de aire fresco. Sin embargo, Euron, Daevon. Draekon, amigos desde su infancia, lo notaron y decidieron seguirlo.

Daevon Draekon: -llamando su atención- Daeron, amigo, ¿a dónde crees que vas? Apenas comienza el festejo, nuestros padres están en una reunión del consejo. ¿Por qué te vas?

Daeron Targor: -con una sonrisa tímida- Lo siento... No me gusta este ambiente, prefiero estar afuera que ahogarme con el olor a alcohol por todas partes.

Euron Morghulis: -acercándose- Entonces... ¿qué haremos? -extendió los brazos hacia los demás jóvenes, buscando alguna alternativa divertida para la noche.

Daevon, siendo el más activo y divertido de los tres, propuso que se escaparan de aquel lugar, ya que para él la búsqueda de diversión era lo más importante

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Daevon, siendo el más activo y divertido de los tres, propuso que se escaparan de aquel lugar, ya que para él la búsqueda de diversión era lo más importante.

Euron Morghulis: -dudando- No lo sé, amigo. ¿Y si nuestros padres se dan cuenta? Estaremos acabados si no estamos presentes cuando el consejo termine.

Euron, siendo un joven inteligente y cauteloso, consideraba los posibles riesgos de sus acciones. Sin embargo, finalmente aceptó unirse a sus amigos, ya que no le gustaba la idea de que Daeron se sintiera incómodo en aquella reunión.

Para escapar del palacio de Valyria, necesitarían un plan elaborado, ya que los guardias eran personas que no los dejarían irse tan fácilmente. Decidieron buscar ayuda y acudieron a Valena Targor, una joven respetada entre todos los hijos de las casas. A pesar de su corta edad, Valena había ayudado a su padre en una guerra y había contribuido a su victoria.

Mientras Euron se disponía a regresar para hablar con Valena, escuchó el sonido de ramas moviéndose, lo cual lo alertó.

Euron Morghulis: -preocupado- ¿Chicos, escucharon eso?
Daevon Draekon: -intentando calmarlo- Tranquilo, Euron. Debe ser un perro o un gato. Relájate un poco. -acaricia a su pequeño amigo en la cabeza en forma de confort y burla-

Daeron Targor: -interrumpiendo- Espera, creo que Euron tiene razón. Hay algo por allá. Vamos a ver.

Daevon Draekon: -frustrado- Dejen de ser tan asustadizos los dos. No puedo creerlo. Iré a ver, no será nada.

Daevon se adelantó hacia el origen del ruido que había escuchado Euron, sin sospechar que los demás jóvenes se estaban escabullendo en silencio para jugarle una broma. A medida que se acercaba al sonido, Daevon se dio cuenta de que estaba solo. Sintió un leve miedo, pero se mantuvo tranquilo, mirando a su alrededor rápidamente en busca de sus amigos.

Daevon Draekon: -llamando- Chicos, ¿dónde están? No hagan esto.

El pánico de Daevon empezó a aumentar, especialmente porque ya estaba oscureciendo. Aunque venía de una casa poderosa, tenía una debilidad: le tenía miedo a la oscuridad. Sin embargo, no lo compartía con cualquiera, ya que consideraba que era una debilidad, especialmente para alguien de su linaje. Mientras miraba ansiosamente a su alrededor, escuchó unos pasos detrás de él y se volvió con temor, encontrándose con una chica joven y hermosa de cabello plateado y ojos violetas, una apariencia común entre los descendientes de los maestros dragones de Valyria.

Daevon Draekon: -nervioso- H-hola...

El joven se sorprendió por la apariencia de la desconocida y quedó momentáneamente cegado y olvidado de la situación en la que sus amigos lo habían

dejado solo. Mientras tanto, Euron y Daeron se escondieron para asustar a Daevon, esperando el momento perfecto para darle el susto. Sin embargo, no se dieron cuenta de que Daevon estaba acompañado por la chica desconocida.

Euron Morghulis: -preguntando- ¿Quién es ella?

Daevon se sobresaltó por esas palabras, sin darse cuenta de que eran de su amigo. Mientras tanto, Daeron se rió y la joven desconocida sonrió de manera suave y tranquila.

Daevon Draekon: -agitado- ¿Qué te pasa? ¡Me quieres matar del susto!

Euron Morghulis: -riendo- Jajaja, era una broma, amigo. Tranquilo.

Euron extendió los brazos para abrazarlo, pero Daevon resistió. En medio de ese momento, Daeron observó a la joven y quedó cautivado por su belleza, preguntándose en silencio quién era.

Daeron Targor: -sin pensar- ¿Eres una Targaryen?

La joven de cabello plateado quedó en estado de shock ante las palabras del joven, sus ojos se clavaron en él sin poder articular una respuesta a su pregunta. Euron Morghulis y Daevon Draekon, al observar la reacción de la chica, interrumpieron sus actividades y consideraron por un momento la posibilidad de que ella realmente fuera una Targaryen, pues su vestimenta los hacía sospechar. Aunque los Targaryen eran una antigua familia de Valyria, no pertenecían a las casas prominentes que conformaban el consejo de la Gran Valyria, compuesto por 14 casas.

Euron Morghulis se preparaba para responder la pregunta de Daeron, pero en un susurro la joven chica respondió tímidamente ante los jóvenes nobles.

Joven chica: S-sí... Mi nombre es Daenys Targaryen. Vine aquí para hablar con el consejo, pero me he perdido. Es la primera vez que vengo y no supe a dónde ir.

Los jóvenes se miraron entre sí, desconcertados, ya que solo las dinastías de las catorce casas tenían permiso para entrar en el palacio.

Daevon Draekon: ¿Por qué querrías hablar con el consejo? Eres una Targaryen y no tienes permitido entrar aquí. - Dijo con voz elevada señalándola.

Euron Morghulis: Tiene razón. Los Targaryen, al igual que cualquier otra casa que no forme parte del consejo, no pueden entrar aquí. Deberías marcharte de inmediato.

Los dos jóvenes estaban decididos a echar a la chica, convencidos de que no debería estar allí en primer lugar. Sin embargo, Daeron Targor no compartía esa visión y consideraba que no era justo tratarla así, ya que era una joven tímida.

Daeron Targor: Tranquilos, chicos. Es solo una joven chica. No la tratemos de esa manera.

Daeron intentó hacer razonar a los otros jóvenes, pero en ese momento escucharon los pasos de los temidos y furiosos guardias. Habían escuchado las voces de los jóvenes y se dirigían hacia ellos para identificarlos y entregarlos al consejo. Los tres nobles sintieron miedo, pues ser atrapados significaría ser reprendidos por sus padres y recibir un severo castigo por desobedecer las normas. En ese instante, acciones rápidas eran la única opción que podría salvarlos.

Daeron tomó rápidamente la mano de la joven chica, que se encontraba entre ellos, mientras sus dos acompañantes intercambiaban miradas antes de salir corriendo en direcciones opuestas para evitar ser atrapados. Daeron siguió agarrando a la joven Daenys Targaryen a pesar de su resistencia, mientras buscaban desesperadamente escapar y evitar ser capturados.

𝙇𝘼 𝘼𝙉𝙏𝙄𝙂𝙐𝘼 𝙑𝘼𝙇𝙔𝙍𝙄𝘼 𝙀𝙇 𝙄𝙉𝙄𝘾𝙄𝙊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora