CAPITULO IV

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Los jóvenes Valena y Rhaegar acudieron a la solicitud de Brynden Morghulis y se montaron en sus poderosos dragones en busca de sus hermanos desaparecidos.

Los jóvenes Valena y Rhaegar acudieron a la solicitud de Brynden Morghulis y se montaron en sus poderosos dragones en busca de sus hermanos desaparecidos

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Valena, una guerrera joven desde temprana edad, reclamó a Brutus, un imponente dragón alfa macho. Sus escamas eran de un rojo intenso combinado con un negro imponente. Aunque no era el dragón más veloz de los tres, la mera presencia de Brutus imponía respeto. Por otro lado, Brynden se unió con Kaida, una joven y juguetona dragona de un color azul turquesa. A pesar de ser la más pequeña, Kaida era ágil y rápida, capaz de superar a sus compañeros. Por último, Rhaegar tenía a su disposición un antiguo dragón alfa macho, cuyas escamas doradas eran tan resplandecientes como el oro. Aunque no poseía la misma velocidad que Kaida ni la imponencia de Brutus, era el más experimentado en batallas y estrategia.

Los tres jóvenes y sus majestuosos dragones surcaron los cielos de Valyria. Los aldeanos, acostumbrados a estas escenas, admiraban la belleza de los dragones mientras sus escamas decoraban el firmamento.

Sin embargo, Brynden percibió una inquietud en Kaida, notando que ella no respondía a sus comandos habituales. Decidió dejarse llevar por la intuición del dragón y se dirigió en una nueva dirección, tomando a Valena y Rhaegar por sorpresa.

Valena: ¡Oye, ¿qué crees que estás haciendo?! ¡Deberíamos ir en esa dirección!
Valena intentó gritar con todas sus fuerzas, pero fue en vano. Brynden y Kaida desaparecieron rápidamente ante sus ojos.

Rhaegar: Será mejor que los sigamos.
Rhaegar giró su dragón sin esperar la opinión de Valena, consciente de que esta acción le molestaría. Valena, a pesar de su disgusto, no pudo evitar encontrar cierta diversión en la situación.

Valena se vio obligada a girar su dragón para seguir a los chicos. Mientras tanto, Brynden, que se encontraba solo en una calle desolada de Valyria, observaba detenidamente su entorno. Era un lugar al que nunca había ingresado antes. Bajó de su dragón y exploró minuciosamente la zona. Poco después, Rhaegar y Valena llegaron al lugar y contemplaron con disgusto las calles vacías por las que Brynden había pasado.

valena: Deberías enseñarle a Kaida a obedecer tus órdenes.
Rhaegar se encontraba furioso por la situación.

Rhaegar: Por primera vez, estoy de acuerdo contigo.

Mientras los jóvenes estaban hablándole a Brynden aquel joven no prestaba tención pues estaba viendo un pequeño objeto que encontró al lado del camino del callejón

Brynden: Chicos, Creen que esto sea una pista? , Parece un zapato de un noble por su estilo, ustedes que opinan ?
-el joven Brynden agarró el zapato y se dirigió a aquellos dos chicos que se encontraban detrás suyo-

Rhaegar se quedo viendo detalladamente el zapato observando de cerca, dando se cuenta que aquel zapato era de su hermano menor Daevon quien se había perdido con sus amigos sin decir ninguna palabra

Rhaegar: Es- Es de mi hermano..
-Suspiro ante semejante acciones de su hermano quién ahora estaba perdido y sin un zapato-
Mientras en joven Rhaegar estaba algo frustrado ante las acciones de su hermano también tenía algo de vergüenza, pues la gran casa nunca antes había tenido un ejemplar quien se había escapado de un consejo y mucho antes andar sin un zapato por otro lado Valena quien le causaba risa la situación se acercó a Rhaegar entre risas, encontrando divertido el hecho de que su hermano estuviera sin un zapato.

Unas horas antes de la llegada de Valena, Rhaegar y Brynden

los tres jóvenes corrían desesperadamente, sintiendo cómo los guardias se acercaban cada vez más. La tensión crecía mientras buscaban una salida, hasta que Daenys Targaryen, la joven en apuros, no pudo contenerse más y habló.

Daenys Targaryen: ¡Por aquí! ¡Podemos escapar por ese hueco!
Señaló un estrecho agujero oculto entre los escombros, apenas visible. Daevon Draekon se apresuró hacia el lugar que indicaba la chica y rápidamente despejó los escombros.

Daevon Draekon: ¡Bien, entren todos rápidamente!
Hizo señas con las manos para que los demás se metieran en el estrecho pasadizo. Euron Morghulis fue el primero en entrar, seguido de cerca por Daenys Targaryen, quien aún estaba siendo sostenida de la mano por Daeron Targor. Daevon fue el último en entrar.

Una vez dentro del estrecho túnel, taparon la entrada rápidamente y se recostaron contra las paredes para recuperar el aliento. El silencio se apoderó del lugar, interrumpido solo por la respiración agitada de los jóvenes.

Euron Morghulis: ¿Hasta cuándo planeas llevar a la Targaryen contigo?
Sus palabras sonaron sarcásticas y burlonas.

Daeron, quien todavía no se había dado cuenta de que había soltado la mano de la joven, la soltó rápidamente al escuchar las burlas, sintiéndose incómodo. Las risas de fondo de Daevon Draekon resonaron en el túnel.

Daeron Targor: Basta, no tiene gracia.
Se mostró molesto por las burlas de sus amigos.

Euron Morghulis: Bueno, ¿y ahora qué haremos? ¿Cuál es el plan?
El joven planteó la pregunta mientras los chicos formaban un círculo para discutir el siguiente paso, dejando a la joven Targaryen al margen de la conversación.

Daevon Draekon: Debemos regresar. Es posible que la reunión aún no haya terminado, así que tendremos la oportunidad de entrar de nuevo y actuar como si nada hubiera pasado.
Euron Morghulis: ¿Estás loco? ¿Para qué escapamos de los guardias si vamos a volver de nuevo?
Daeron Targor: Bueno, fue la mejor opción en ese momento. O decíamos que siempre nos escapamos de las reuniones o confesábamos que ahora tenemos a una Targaryen con nosotros.

Después de discutirlo más detenidamente, los tres jóvenes valyrianos dirigieron su mirada hacia Daenys Targaryen. Euron Morghulis, quien era un pensador astuto, se acercó a ella y le hizo una propuesta.

Euron Morghulis: Te acompañaremos hasta tu casa y luego iremos al palacio como si nada hubiera ocurrido. No es el mejor momento para que hables con los nobles del consejo. Podrías buscarnos mañana si quieres hablar con ellos. Personalmente, estaré encantado de ayudarte en lo que necesites.

La chica se quedó sorprendida por la propuesta, ya que era algo

encantadora y que podría ayudarla. Las posibilidades de volver a entrar en el palacio eran limitadas y era imposible hablar con los nobles del consejo debido a su estatus. Asintió con la cabeza, sin necesidad de decir más al respecto.

Daevon Draekon, al ver a la chica aceptar la propuesta, se acercó a ella y a su joven amigo, y sonrió ampliamente de oreja a oreja.


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