El Compromiso

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Una semana, difícil, agotadora y contradictoria. Nancy no ha podido ver a su familia y ahora conoce mejor la crueldad de Leviatán hacia las personas, con ella quizás es dócil, pero eso no le quita lo malo e intimidante.

—Señorita. —Bernadette entró a la habitación. —Debe prepararse, el señor la espera en una hora. —Nancy miró a la mujer sin moverse. —Por favor, no tarde. ―Nancy suspiró.

―¿Por qué a pesar de ser dócil conmigo en parte es tan dominante y cruel? ¿Cómo es que él puede crear miedo en mí y a la vez paz? ―Desvió la mirada, el misterio de ese hombre la mantiene siempre en una encrucijada.

—¿Piensa que esto es fácil para él? —La mujer ladeó la sonrisa burlona. —No es un secreto para nadie el tipo de hombre que es. Usted sabe que el tipo no es lo más dulce del mundo, él no sabe cómo amar, pero sí le puedo asegurar que ese hombre pondría al mundo de rodillas por usted. Míreme. —Le pidió. —Tiene coraje, pero en este mundo eso no basta. Levántese, métase al baño y demuéstrele que siempre se puede cambiar por la persona indicada, demuestre fortaleza y demuestre que puede estar a su lado sin importar su incapacidad de amar. —Nancy miró a la mujer ahora con gesto cansado, es una fiera en todo el sentido, él mismo se lo ha dicho, ¿Qué más tiene que hacer ella?

—¿Cómo llegaste aquí? —Bernadette se puso seria.

—Le salvé la vida y como pago me dio su protección.

—¿Confías en él? —La risa de la mujer la descolocó.

—En este mundo esa palabra no existe, aquí todos desconfían hasta de sus sombras.

―¿Por qué si es un simple empresario todos le temen y con solo abrir la boca una ciudad puede dejar de existir? ―La mujer no dijo nada y Nancy lo entendió, nadie habla de él ni por error. —¿Sabes a dónde iremos? —Bernadette negó.

—Como lo ha podido ver en el trascurso de la semana. El señor es reservado con exactamente todo, las personas saben de él, lo que él quiere que sepan. —Nancy, resignada a vivir una vida de disgustos, se levantó y se metió al baño.

Leviatán la trata como a una reina, todo lo que ella necesite y desee lo obtiene, el respeto que tienen los hombres por ella es alucinante y la verdad se siente bien, pero no ha olvidado a Roy y eso le prohíbe amarlo, le prohíbe acercarse a Leviatán y sentirse plena con la nueva vida que ese monstruo le está dando.

Leviatán rápidamente cambió de cámara, observando en silencio tras la pantalla, no perdió detalle. Ella se desviste de la manera más básica, sin embargo, a él lo excita de manera desconcertante.

Las bragas rosas y un poco grandes le parecieron aburridas, pero ligeramente sexis. Sus pechos redondos y grandes pusieron su mente a volar, su pelo negro la hace ver más pálida. Su piel visiblemente suave se sonroja con solo el tacto de su ropa. Su culo redondo y grande, su coño con los vellos naciendo fue la definición de morbo, lujuria y lascivia.

Nancy se metió bajo el chorro y dejó que esta se deslizara por su cuerpo, cerró los ojos y disfrutó de la temperatura tan agradable del agua. Esta vez fue turno del jabón líquido, el aroma a fresas le agradó tanto que sonrió complacida a medida que frota su cuerpo con mimos. La esponja tan suave como una nube se deslizó por cada rincón de su cuerpo.

Leviatán tragó grueso cuando pasó a su intimidad. La manera tan delicada con la que se ducha lo enloqueció. Él no sabría tocarla de esa manera, él no sabría tener cuidado. Él la azotaría, la tomaría por el pelo y la arrodillaría, le exigiría que abriera la boca y se la hubiera follado hasta verla llorar y no pararía hasta correrse en lo profundo de su garganta.

Él la pegaría con fuerza a la pared y abriría su culo para poder apreciar como su polla va abriendo su carne. Además, él, empujaría con tanta fuerza que ella seguramente gritaría sin parar.

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