Capítulo 2

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—¿Dónde estabas? —Lo enfrentó una vez Bernadette salió de la habitación. —No te atrevas a darme la espalda. ―Exigió sin quitarle la mirada de encima. ―Llego aquí después de dos semanas y no te encuentro.

—Estaba divirtiéndome un rato. —Quitó su polo antes de entrar al baño.

—¿Estabas peleando? —Lo siguió al ver la mancha de sangre en su espalda. —¿Qué es lo que te pasa? ¿Cómo puedes ir a esos lugares donde están esas putas sin mí?

—Me conociste siendo un problemático, no quieras decirme lo que debo y no hacer.

—¡Puedo hacerlo siempre que no me lleves contigo! Además, me casé con un empresario, no con un vándalo. ―Bufó como un toro bravo. ―¿Por qué es que te gustan esas cosas tan peligrosas? ―A Leviatán le causó gracia la mierda que escucha.

—Fue una pelea insignificante, gané como siempre. No era necesario esperarte para que fueras. ―No le dio importancia. ―Te recuerdo que tú estabas en tu suicidio y nunca sé el día exacto en el que vuelves porque te niegas a darme esa puta información siempre. ―Gruñó irritado. ―Y tampoco me follé a nadie. —La miró a los ojos.

—Siempre es necesario que yo vaya. —Se metió al baño con él pasando de lo demás. —Esas putas solo esperan la oportunidad para tirarse a tus brazos.

—¡No me he follado a nadie! —Repitió en un grito esta vez. Ahí está ella, su reina, esa que es capaz de matar a quien intente acostarse con él, esa que si hay que actuar lo hace sin pensarlo. La única que no le teme y le dice las cosas tal y como son. Su reina resultó ser tan cruel y dura como él.

—La mataré, sabes que siempre me doy cuenta de todo y me valdrán una mierda mis principios. —El tirón la hizo jadear y el estrellón en el lavado gruñir.

—A mí nadie me amenaza. —Nancy aferró las manos en el brazo de Leviatán, está apretando su cuello y dejándola sin aire. —Así es como soy y es como me gusta hacer las cosas. —Al ver sus ojos rojos, apretó un poco más. —Soy el puto rey y nadie me discute. —Nancy, casi sin aire, estiró una de sus manos y tomando algo al azar, se lo estampó en la cabeza así logrando zafarse de su agarre.

—Soy tu puta reina y yo te discuto lo que quiera... aaahhh. —Gimió por el tirón de pelo. Leviatán la giró con la cara al espejo y la miró a los ojos a través de él, le encanta la puta relación que tiene con su mujer. Ella de ser una niña inocente se ha convertido en toda una diosa, ella lo entiende y siempre le sigue el juego. Quizás es por el maldito trabajo que tiene, pero ama eso.

—¿Quieres discutirme? ¿Quieres imponerte ante mí, ante tu rey? —Rompió los shorts junto a las bragas.

—No, déjame. —Intentó huir, pero el agarre en su pelo es fuerte y él la tiene contra el lavado. Las posibilidades de salir de ahí son nulas.

—¿Qué te deje? —Leviatán metió la mano por debajo y penetró su cavidad anal con el dedo medio. Nancy jadeó por la invasión. —Te dejaré llena de mis fluidos, te voy a follar como la puta reina que eres. —La nalgada resonó en el lugar.

Nancy forcejeó para liberarse, no puede caer en sus redes, no puede permitir que se la folle, pero su fuerza es inútil comparada a la de él y la verdad que sea un maldito animal siempre le puede por muy enojada que esté.

El empellón que recibió su húmedo coño la hizo gritar, los movimientos bruscos la estremecen completamente y la excitación la controló de inmediato.

Leviatán la sujeta con una mano por el pelo y con la otra por el cuello. La sensación de asfixia causó un frenesí incontenible. Las penetraciones son tan letales que siente dolor, delicioso dolor.

Flor De La Mafia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora