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Todos me recordaban que tenía que probar al menos un pequeño bocado de alimento; pero yo no quería, no estaba en mi mejor momento.

Aún no podía procesar completamente la “tan allegada noticia” me sentía tan mal. No paraba de llorar, quería despertar de esta pesadilla. Lamentablemente para mi esta era mi realidad.

Tom junto a Andreas trataban de darme ánimos, pero solo no podía, sentía que cada vez caía en un hueco sin fondo en donde nadie podría sacarme. Algunas cosas en mi vida se estaban arreglando u otras se estropeanban.

Parecía que al destino no le gustaba verme feliz.

Cada vez que lo miraba me daban ganas de llorar, el llanto siempre estaba preparado para salir.

Tom: Porfavor nena, tienes que comer algo, desde que llegamos a Hamburgo no te has alimentado.

___: Tom... Yo no tengo hambre, déjalo para más tarde ¿si?

Tom: ¡No! Si no quieres comer entonces hazlo por el- Señaló a la pequeña bola de pelos que descansaba sobre mi regazo.

El se sentía tan decaído últimamente, ya no podía ni moverse, tampoco comía, solo se quedaba quieto en un lugar durante horas...

No me gustaba verlo así, quería que volviera a ser el ser vivo de antes...

___: Bien lo haré por el.

Tom no tardo en darme la primera cucharada de comida.

Aproveche todo el tiempo que con el me quedaba, en ningún momento me separe de el. Trataba de capturar esos recuerdos para que perdurará para siempre en mi corazón... Al menos eso quería lograr.

Creo que algún día perderé completo control sobre mi.

Los días ya habían pasado, quería más tiempo, pero el ya no resistía...

(...)

Hay estaba yo, al frente de la veterinaria, sabiendo cual sería el final.

En un principio me negaba a entrar, pero yo sabía que si no era allí, el moriría cuando menos me lo esperace.

Por supuesto Tom me acompañaba, Andreas se quedó en la sala de espera.

Con mucha paciencia leí unos papeles que después firme, pedí, mejor dicho rogué por que Tom entrará conmigo, no quería enfrentar esta situación sola, no podría.

Veía como preparaban unas jeringas, con ellas adentro un liquido.

Este contenía anestesia, la inyección de la eutanasia era básicamente era poder parar el corazón pero sin dolor...

Trataba de que en sus últimos minutos de vida el no me observará llorando, pero eso fue casi imposible.

El no lucho, sin fuerzas en su ser no pudo hacer nada para detener esa aguja que perforo su piel por un instante.

Todo el tiempo traté de hablarle para que se calmara.

Empeze a despedirme de el, está sería la última vez que lo vería con vida...

Doctor: Han pasado ya lo suficiente para que le haga efecto, pero no... Tendremos que aplicar otra dosis- Asentí.

___: Cuando veas la luz no mires atrás ¿si? Recuerda que aunque sea poco el tiempo que logramos estar juntos yo te ame con todo mi ser.

Parecia no entender por qué yo estaba diciendo esas cosas, pero en sus ojos podía ver un pequeño brillo, que parecía decir un adiós...

Pesar de la segunda dosis que se le fue aplicada no hacía efecto, parecía que el aún estaba luchando por su vida.

El aún no quería irse de este mundo, quería seguir viviendo, quería poder disfrutar de todas las cosas que le faltaban por experimentar.

A la tercera dosis, yo lograba sentir como su corazón empezaba a latir más lentamente...

Tom se arrodilló en frente de el, empezó a hablarle, el se había agarrado cariño, fueron pocos días que convivieron juntos pero eso basto para que los dos se hicieran amigos.

Tom: Se fuerte campeón- deramo una lagrima que cayó por su mejilla, este al instante trato de limpiarla pero no lo logró.

___: Te amo...- Por última vez bese con cabezita, acaricié su pelaje con suavidad.

Antes de todo me dio una pequeña lamida en mi brazo derecho, como si fuera un Te amo... Pero a si manera.

Su mirada me decían adiós, sabía que se estaba despidiendo de mí...

Esas fueron las últimas palabras que logre darle, por que el ya no respondía.

Unos minutos bastaron para que el doctor nos avisara que su corazón había dejaron de latir completamente.

Yo no paraba de llorar. El sentir su cuerpo frío me entristesia, esa no era la despedida que el se merecía, pero ya no podía hacer nada por el...

No se ni como logre dar paso alguno para caminar, aún no me separaba de su cuerpo, lo envolvi como un bebé en una manta, yo misma me encargaría de hacer un entierro para Coco.

Andreas: ¿Como salió todo?- Se levantó de la silla donde estaba recostado.

Tom: El ya está... Ya no le duele nada.

¿Como explicar que era lo que sentía en ese preciso momento? No quería hablar con nadie solo quería estar con él.

Vi muy de lejos como estaban Bill, Gustav y Georg en plena entrada de la veterinaria.

Ellos me miraban con melancolía, no me tomé la molestia de darles algún saludos.

Solo yo sabía a donde iría, los demás únicamente me seguían el paso.

En todo el camino jamás pronuncie nada.

Una montaña se asomo en mi vista, ese era el lugar.

Busque el árbol más lindo que encontré, entre los chicos habían escabado la tierra.

Conmigo había llevado una pequeña cajita, junto a la manta acomode su cuerpo de manera que estuviera cómodo, en su cuello puse un lindo collar que el algunas veces había llegado a usar. A su alrededor puse flores...

Los chicos me daban abrazos, con consolaban la tristeza que guardaba para mí.

Al terminar de cabar, hablé con el, probablemente el ya no me escuchaba pero eso ya no importaba.

___: Quiero que no me olvides, que cuando yo muera tu estés allí para guiarme en mi camino.

Deje la pequeña caja, en el hueco que habían acabado. Con la propia manta tape su rostro para que no cayera tierra.

George y Andreas empezaron a hechar tierra enzima de el, mi corazón decía que el seguia con vida, pero ya no era así...

Recoste mi cabeza en el pecho de Tom, de tantas lágrimas que estaba derramando había mojado su camisa.

Cuando terminaron de poner tierra a su alrededor, yo talle en el árbol su nombre; Coco.

Así cuando no fuera a visitar sabría donde estaría el.

No quería irme de ese lugar tenía la esperanza de que todo fuera un sueño.

Pero ya era hora de irse y dejarlo descansar.

Por un momento me quede mirando a la nada pensándolo todo...

«La muerte es una vida vivida»

¿El destino nos separa o nos uné? | Tom Kaluitz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora