Capitulo 03

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Algo en su interior se removió al verlo así, escuchó a su lobo decir que aquel omega era hermoso, y no pudo controlarse cuando su lobo interior tomó el control de su cuerpo, apenas reacciono que había cambiado cuando se vio en cuatro patas acercándose a George.

Mick vio todo totalmente sorprendido, aquel nuevo lobo, oscuro igual que el cabello de Charles, avanzó con cuidado y apartado un poco del melancólico lobo de su amigo, se anunció con un leve aullido, de unos pocos segundos.

El omega alzo las orejas al mirarlo, el beta se acercó con lentitud, manteniendo una postura sumisa, los lobos fueran al encuentro, el lobo de George lo olió en el cuello, orejas y parte del lomo, y el alfa Rubio frunció el ceño confundido viéndole mover el rabo, su boca se abrió un poco cuando el omega lamio las orejas del beta en un gesto de cariño.

El lobo más oscuro, más grande que el omega pero pequeño comprado al lobo de un alfa, olfateó el cuello y el hombro del otro, también dejo lamidas que parecieron dolerle a George, ya que soltó unos leves lloriqueos, pero no se apartó, por el contrario, permaneció allí, hasta que su llanto calmó con aquellos besos.

El beta se aparó momentáneamente, sus oscuros ojos se encontraron con los azules del omega por un segundo.

Alzó su cabeza hacia el cielo y aulló con seguridad.

El omega volvió a mover el rabo ligeramente, antes de acompañarlo y aullar con él.

Su canto era diferente al de hacía unos momentos, no era melancólico, no era triste, era más similar al canto que hacen las parejas luego que fueron unidas por un lazo, era sencillamente hermoso.

Mick parecía confundido, anonadado, porque no podía creer que aquello estaba pasando.

Su abuela siempre le conto de tantas leyendas, y entre ellas, la del omega y el beta que eran predestinas, en su mente, esa historia tenía imágenes similares a lo que estaba presenciando en ese momento.

Le hacía pensar tanto en aquel antiguo relato, que tenía algo de esperanza, de que quizás en esa historia esté la forma de salvar a su amigo.

El aullido del omega flaqueo, los corazones de los otros dos se detuvieron, el lobo se tambaleó unos segundos hasta que con lentitud tortuosa, cambió a ser un chico rubio.

Con más rapidez que nunca en su vida, Charles se volvió a su forma humana y sostuvo el cuerpo de George antes de que este pudiera caer, sintió un escalofrió cuando su piel, sudorosa y fría, tocó la propia, puesto que las prendas se habían ido en cuanto cambiaron a su forma animal.

La respiración del beta era agitada, abrazaba a George contra si como si lo conociera de hacía siglos, como si tuviera un tesoro entre los brazos, su corazón latía agitado y sus mejillas estaban calientes, el olor del omega era suave, era sutil y también hermoso, olía a fresas y a flores, era un aroma tan fresco en una situación así, que en su mente se comparó con una brisa fresca en una ciudad atestada de gente.

El delgado y débil cuerpo del omega tembló ligeramente, Charles solo pudo abrazarlo un poco más cerca para darle calor, ya que estaba fresco, sus ojos azules se abrieron ligeramente, su nariz aspiro el cuello del beta, un olor sutil, imperceptible.

-Madera- murmuró.

Sus ojos fueron hacia su rostro, Charles nunca había vistos unos ojos así, parecían tristes, pero eren de un color tan hermoso, que deseo verlos cuando estos tuvieran felicidad, pensó que serían maravillosos.

George no sabía quién era aquel extraño, pero su tacto le daba seguridad, sus ojos se encontraron y George se confundió cuando escuchó a su lobo decir internamente:


𝗢𝘂𝗿 𝗟𝗮𝘀𝘁 𝗗𝗮𝘆𝘀 || 𝘓𝘦𝘤𝘭𝘦𝘳𝘴𝘴𝘦𝘭𝘭 || 𝖺𝖽𝖺𝗉𝗍𝖺𝖼𝗂𝗈𝗇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora