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Capítulo cuatro

Ya había pasado un tiempo desde que Asta había sido descubierto por el castaño, había probado que no era peligroso para su especie (además que le tenía respeto), ahora su recurrencia en la casa era de todos los días, curioseaba de un lugar a otro ...

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Ya había pasado un tiempo desde que Asta había sido descubierto por el castaño, había probado que no era peligroso para su especie (además que le tenía respeto), ahora su recurrencia en la casa era de todos los días, curioseaba de un lugar a otro tentando de aquí para allá disfrutando de la compañía de Yuno, mientras que por otra parte el pelinegro no se podía quejar, había ocasiones que el pequeño le limpiaba la cocina y ayudaba mucho, además que su compañía era agradable.

Bostezo mientras se tallaba el ojo, ya había terminado el nuevo manga yaoi que estaba haciendo, era cansado pensar, dibujar y hacer el guión, era estresante pero a la vez divertido, lo volvió a leer y observar, todo estaba bien, incluso las escenas sexuales.

Por el momento trabajaba solo, luego enviaría el trabajo para sus correcciones.

—Yuno, ¿qué es lo que están haciendo? —una vocecita en su hombro hizo voltear ligeramente a su izquierda.

Yuno al ver a donde miraba Asta guardo las hojas rápidamente con un pequeño sonrojo, no podía decirle eso a su pequeño duende.

—Son cosas privadas. —susurró, el duende ladeó la cabeza con el ceño fruncido, no entendía —Son cosas que hacemos los humanos, emm ¿cuando se quieren? —mas bien fue una pregunta, llevo una de sus manos su cabeza sacudiendo su cabellera con una mueca.

—¿Y tú ya lo haz hecho? —preguntó con interés sentándose en su hombro sin cuidado alguno.

—Tal vez. —dijo con una sutil sonrisa.

Asta fruncio el entrecejo, no entendía porque Yuno no le había echo eso, si el le quería, a menos que Yuno no lo quiera... Observo a Yuno una vez más, este parecía perdido en su propio mundo.

—Yuno ¿me quieres? —preguntó, ante eso solo recibió una sonrisa y una caricia en su cabellera, un sonrojo apareció en sus mejillas, le gustaba cuando hacía eso.

—Claro que te quiero, eres mi pequeño duende —le guiño un ojo para luego levantarse de donde estaba sentando dejando a Astaen la mesa —¿quieres un té? —se detuvo en medio camino observando como el duendecillo asentía, sonrió de nuevo marchando a la cocina.

Asta miro una última vez por donde se había ido Yuno, había que lo quería, pero esas muestras de afecto solo se hacían con humanos y el no era uno, lamentablemente.

Chasqueo la lengua con enojo, quería a Yuno y mucho, era muy amable y lindo. A su mente llego un duende con lentes, tal vez el podría ayudarlo a convertirse en humano.

Tal vez así Yuno lo querría más y lograra aliviar aquel dolor que sentía en su pecho cuando lo veía con esa chica pelirroja, había oído por los humanos que lo que sentía eran celos y parece que se quitaba cuando se daban besitos y caricias.

Y no estaría recuperado hasta que fuera humano y Yuno le hiciera lo mismo que en los dibujos.
Se levantó con cuidado mientras miraba la ventana, tenía que ir con el cuatro ojos, el sabría una solución.

—¿Asta?

El pelinegro llego a la sala observando que estaba completamente solo, suspiro mientras se sentaba a beber sus tés.

El pelinegro llego a la sala observando que estaba completamente solo, suspiro mientras se sentaba a beber sus tés

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—¡Cuatro ojos! —gritó el duende después de recorrer dos cuadras en la espalda de Mish.

—¿Qué quieres? —un pequeño duende con lentes con diminutos salio detrás de una repisa de libros, lugar donde se escondía.

—Quiero convertirme en humano —dijo sin rodeos, el contrario solo pestañeo sin entender.

—Es imposible.

—¡¿Pero por qué?!

—Es magia prohibida.

La madre naturaleza sabría que pasaría y su mente macabra otra.

Solo sabia que ese duendecillo acabaría con revelarle todo.

♡

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Un pequeño Duende [YunAsta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora