adaptación del ereri
OoC/AU
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bl/gay/boys love
historia corta.
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.Capítulo uno
Cuentan las leyendas que existen pequeños seres mitológicos que no podemos ver, pero que ellos a nosotros si, muchos podrán creer o no, eso dependerá de cada persona, pero algo que la mayoría cree es que ellos están más cerca de lo que uno piensa... Puede que en este mismo instante uno este rondando por tu casa, robando una manzana de tu frutero, o incluso leyendo arriba de ti... Quien sabe...
El jardín de los ojos bonitos
Para los duendes comunes, era algo habitual colarse en las casas de los humanos en busca de refugio y comida, no era algo extraño, por lo que el tener una vivienda cómoda para ellos no era problema, inevitablemente terminaban acompañado a cada habitante con el pasar de los años, veían el pasar, el caminar y la desfiguración de esos seres gigantes como si fuera una mera pantalla de entretenimiento, algo habitual pero a la vez extraño de ver a los ojos diminutos de un pequeño ser.
Asta caminaba tranquilo por el gran pasto de la enorme casa, o ese era su parecer desde su diminuta altura de apenas y unos escasos diez centímetros, pero que va, para el todo era gigante, y más esa casa, aunque esta era de una sola planta, le hacía parecer como un enorme castillo.
Sonrió cuando una mariposa amarilla paso a su lado aleteando dirigiéndose a un bonito girasol, era tan hermosa, como cualquier creación de la madre naturaleza, quiso seguir observando la encantadora mariposa pero de inmediato su sonrisa fue borrada siendo remplazada por un suspiro de cansancio cuando escuchó los ladridos de los perros que se escuchaban por fuera del cerco de madera.
Rodo los ojos, no le gustaban los perros, ellos dejaban saliva por doquier, cagaban y orinaban donde se le daban la gana reclamando territorio, prefería los gatos, tal vez por eso se había echo amigo del gato de la vecina, su nombre era Michi, era un gato muy gruñon, tal vez por eso eran amigos, decían que los opuestos se atraen, pero esta vez en una amistad gatuna.Ese gato si que era todo un amargado, el pobre gato de pelaje sedosos se quejaba de su nombre siempre que podía, como cada tres veces a la semana le contaba su inconformidad de su nombre; "no todos los gatos tienen que llevar el mismo nombre", decía siempre que escuchaba a su esclava llamarlo para comer o llevarlo al veterinario, cosa con la que Asta concordaba, por eso cuando estaba a solas le llamaba por Mich, no era una cosa del otro mundo pero al gato le gustaba y bueno... En cambio el no tiene problemas con su propio nombre, el suyo creía que era original en su diminuto mundo, aunque en el lado humano terminaría siendo usado como un objeto o palabra, pero no es como si le molestara.
El sonido de algo detenerse fuera de la casa hizo que levantara la mirada de aquellos perros hacía la puerta blanca, era un enorme camión de mudanza. Con curiosidad se subió a una de las pequeñas plantas de girasoles, y ocultándose entre las flores observo como unos hombres salían a descargar cosas dentro de la casa.
—¿Visitantes? —se preguntó, luego observó como un gato de negro pelaje y de ojos ónix salía de una camioneta, estaba curioso.
La casa regularmente se encontraba sola, pero de vez en cuando una mujer llegaba a limpiar y mantener todo en orden, le agradaba la señora, siempre dejaba migajas de pan en la orilla de la ventana.
Supuso que la señora se mudaría para siempre, pero ese no era el caso, lamentablemente...Saludo al gato cuando sus ojos se conectaron, pero este le había ignorado, cosa que le hizo fruncir el entrecejo y bajar su mano lentamente, le caía mal desde ya, ahora era su enemigo...
Por otra parte el gato camino entre sus cuatros patas meneando su cola y con una pata enfrente de la otra, que gato más presumido, gruñó Asta apretando sus diminutos puños.
La señora si que debía de tener una vida difícil, se lamentó al imaginarse la pobre vida de la mujer con ese gato castroso, iba a seguir imaginando escenarios trágicos solo hasta que de la camioneta vio salir a un chico hermoso, su boca se abrió de la sorpresa, más cuando el bonito chico tomó entre los brazos al gato presumido dándole caricias haciéndole ronronear y el tonto gato solamente se restregó entre sus brazos dando a conocer a quien le pertenecia lanzándole una mirada feroz con burla.
El pequeño peligris soltó un pequeño quejido, no le interesaba aquel humano como para que ese tonto animal se lo restregara, ahora estaba dudando si prefería a los gatos, pero bueno, no tenía nada de malo, seguramente ese tonto pensaría que le quitaría a su humano pero solo sería un visitante más, se cruzó de brazos sin dejar de observar a los nuevos intrusos de su habitad.
Era un humano grande (todo para el era grande), tenía el cabello pelinegro como la carretera que había cruzado para llegar a la casa, la piel pálida como su diosa Luna, una sonrisa hermosa digna de comercial de dentífrico y sus ojos eran de un avellana hermoso, perfecto... El color favorito de Asta
—Bien Sunny, esta es nuestra nueva casa, ¿te gusta? —preguntó el pelinegro al gato con una voz que hizo que el pequeño duendecillo se estremeciera, era una voz hermosa, como el cantar de los ruiseñores, como agua en un riachuelo, como su madre cantando, no había sentido ese escalofrío desde que había probado el té de los humanos, era delicioso.
—Prrr —ronroneo el gato, que realmente era gata aún en los brazos del chico, este sonrió dejando a su gatita en el suelo.
—Ve a conocer la casa Sunny, yo llevaré esto —la gata negra camino mirando alrededor ignorando el hecho que el pequeño duendecillo estaba presente en esa plantita de girasol.
El pelinegro solo sonrió ayudando a los hombres a bajar las cosas y acomodarlas, era una muy bonita casa de un color blanco, el patio era grande, lleno de flores y zacate que ya necesitaba ser apodado.
—Gracias por la ayuda —sacó de su cartera unos billetes para dárselos a los encargados, quienes los aceptaron dejando al nuevo inquilino suspirando al ver todo lo que tendría que hacer, mínimo tres día tendría para ordenar todo.
Observó la casa y el nuevo vecindario, era tranquilo, apenas y podía ver a los niños correr y andar en bicicleta, era relativamente sereno, eso le ayudaría para continuar sus mangas de fantasía shoujo y yaoi y tal vez, solo tal vez, probar nuevas experiencias, aunque no esperaba mucho.
Mientras tanto; el pequeño duendecillo caminaba de nuevo a su pequeño hogar, que se encontraba dentro de un agujero de unos de los árboles de la casa, con aún en su mente el rostro de ese humano que le causo curiosidad, aquel que desde ahora pertenecía la casa y por ende, también el.
Porque cuando humano vive en el mismo lugar que un duende, el duende se vuelve pertenecía del dueño y un guía a la buena suerte... Y no hay mejor dueño que ese chico de los ojos bonitos.
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Un pequeño Duende [YunAsta]
AcakLos duendes tenían una única regla que seguir; nunca mostrarse ante un humano. ¿Pero que pasa cuando no sigues esa regla? - contenido adulto