Noah

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     No podría decir mucho sobre mí mismo. Usualmente me describo como alguien que hace bromas y que escucha bien a las personas. O eso dicen de mi y yo lo repito. A veces también pienso que soy un experto en hacer que las cosas que quiero se estropeen, por eso intento no querer demasiado algo.

     Pero como sea, el día de hoy fue diferente. Thomas quería conocer una chica y ella llevaría a sus dos amigas. No era algo extraño en nosotros, solíamos hacer ese tipo de encuentros para que todos tuviéramos oportunidades con diferentes chicas. Si me hubieran preguntado antes del receso si me interesaba tal encuentro hubiera dicho que no. Era algo que solo hacía como favor a mi amigo. Sin embargo, tomó tan solo un segundo sentirme agradecido por haber sido invitado.

     Una de esas chicas, llamó mi atención instantáneamente. Y, por un segundo pensé que yo también había llamado la suya, eso solo fue hasta que esa otra chica llamada Daisy se marchó. Entonces la muchacha de ojos verdes y cabello rojizo se acercó sin ningún tipo de lentitud a Jacob. Alice, su nombre era Alice. Jamás había visto a alguien tan celestial. Pero por supuesto, estaba fuera de mi alcance. Asíque suspiré pesadamente pensando en lo tonto que debo haberme visto cuando creí que se fijaría en mi.

     Fue entonces cuando me di cuenta de que ahora debería estar solo el resto del encuentro. La chica que venía con Sam y Alice, se había ido. Parecía extraña pero hubiera preferido que se quedara para hablar con ella unos minutos y no estar solo viendo cómo Jacob se quedaba una vez más con cualquier chica que pudiera llamar mi atención más de un segundo.

– Oigan, fue genial conocerlas, pero ya me voy. No quiero perder mi clase. Adiós –dije para todos y tuve la impresión de que nadie me escuchó.

     Caminé hasta mi salón de clases y al entrar todo lo que hice fue pensar en regresar a casa. No es que tuviera algo especial allí, sino que a veces sentía como que no encajaba en ningún sitio y me gustaba aislarme en cosas que disfrutaba hacer. Leía libros, jugaba a algunos videojuegos y también tenía mis prácticas de soccer. Un poco de eso haría que olvidara el vergonzoso episodio de hoy. Alice no era para mí y no pensaba intentar tener algo con ella tampoco, asíque lo dejaría ir como lo que fue: nada.

      Al terminar la clase tomé mis cosas rápidamente y salí del salón, mis amigos aún no estaban a la vista por lo que decidí caminar solo a casa. En la puerta pude ver a esa chica, Daisy esperando a alguien. Pensé en saludarla pero no lo creí necesario, después de todo no había hablado ni estado cerca suyo más de un minuto. Técnicamente Daisy debería llamar mi atención ya que Sam y Alice ya estaban reservadas, pero no lo consideraba posible. No es que fuera fea ni nada. Solo no tenía algo que llamara mi atención. Cabello marrón, con una especie de rizos y ojos oscuros. Nada excepcional. Nada en su cuerpo me fascinaba tampoco. Y no me consideraba exigente con ese tipo de cosas, solo no sentía ninguna conexión o sentimiento al mirarla.

– ¡Noah! –escuché la voz de Jacob y volteé a verlo.

–Oh hola, ¿Qué tal estuvo el encuentro?–al segundo que lo pregunté, me arrepentí de haberlo hecho. En su cara se dibujó una sonrisa.

–Alice quiere que le hable al llegar a casa. Es tan divertida, también es charlatana y le gusta escuchar sobre mí. Creo que podría tener algo con ella –lo miré atentamente y asentí.

– Espero que si, sería estupendo. Suena a que es perfecta.

– Lo es. Como sea, ¿Por qué te marchaste? Nos divertimos –me encogí de hombros.

– Sentía que sobraba, eso es todo. Daisy también se había marchado asíque pensé que era mejor dejarlos solos.

– Daisy, sus amigas dijeron que es algo extraña pero que cuando la conoces puedes llegar a quererla. Tal vez deberías acercarte a ella, podríamos salir todos juntos algún día, si lo hicieras.

– No estoy interesado en Daisy, quizá sea simpática pero me atrae. Lamento frustrar sus planes. Pero aún pueden salir los cuatro juntos –él negó.

– No es lo mismo sin tí.

– No creo que notes mi ausencia estando con Alice, descuida Jacob, es mejor de esta forma –él me miró confundido y yo volví a encogerme de hombros–. Me adelantaré a casa solo, nos vemos el lunes. Adiós.

– Adiós.

     Caminé a casa rápidamente, tenía la fortuna de vivir a unas pocas calles de la escuela, por lo que escaparme era fácil. Al llegar fui directo a mi habitación y suspiré frustrado por el día que había tenido hoy. A veces, aunque no lo dijera a nadie, pensaba que nunca encontraría a alguien que fuera para mí. Que estaba destinado a ver a las chicas más hermosas, perfectas y celestiales pasar frente a mi y no mirar siquiera al costado. Y aunque no quisiera admitirlo, a mis 17 años de edad, tenía ganas de sentir algo por alguien, y que por una vez fuera correspondido.

     Cambié mi ropa rápidamente y me miré en el espejo, pensé por un segundo que me hubiera gustado tener la sonrisa de Jacob o el estilo de Thomas. Pero no eran pensamientos que duraran mucho en mi. Pasados dos minutos, bajé a la cocina para almorzar, y para entonces, lo único que había en mi cabeza eran ganas de jugar a mis videojuegos para divertirme en grande.

     Puede que sonara despreocupado de todo pero era la mejor forma de evadir la clase de pensamientos que me atarían a la tristeza. Asíque prefería ser despreocupado para quien lo pensara. Me hacía sentir más fuerte si nadie notaba que sentía cosas feas también a veces.

Ese Extraño Sentimiento Donde viven las historias. Descúbrelo ahora