Daisy

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La noche terminó entre risas y conversaciones con Noah. Cuando papá pasó por mi, camino a casa solo podía pensar en él. En Noah, en su sonrisa tan grande, sus ojos brillantes, su cabello suave, en todo él.

- ¿Me contarás qué te tiene tan feliz? -preguntó mi padre y no pude evitar sonrojarme.

- Es solo que en verdad nos divertimos. A veces me reúno con Alice y Sam y no me divierto tanto pero hoy fue diferente -le comenté y él asintió.

- Quizá es la magia de alguno de esos muchachos -lo miré y ambos reímos.

- Quizá -susurré para mí misma y acabé el viaje mirando la luna desde la ventanilla del carro.

Al llegar a casa, todo estaba en completo silencio asíque me dirigí a mi cuarto. Cuando al fin tumbé en mi cama, me di cuenta de que al día siguiente era Domingo, aún debería esperar un día más para volver a ver a Noah.

Mis ojos no tardaron en cerrarse mientras pensaba y repasaba todo lo que había salido de su boca esta noche. Y, como era de esperarse, esa noche soñé con él. A la mañana siguiente no podía recordar qué había soñado pero tenía la certeza de que él había sido el protagonista.

Ese día no fue nada especial. Pasé toda la mañana en mi casa, compartí con mis padres y mis abuelos como cada último día de la semana. Sin embargo, estar presente en esos momentos, me hizo olvidar un poco a Noah, algo que agradecí. No porque no quisiera pensarlo cada minuto, sino porque me hacía poder ver más allá de él. Entonces, sentí que era la primera vez en años que veía la vida con tantos colores tan brillantes, que oía a los pájaros cantar y podía imaginar todo mirando las nubes en el cielo.

Fue un día de lo más tranquilo, pero también de lo más hermoso. Y mi corazón se había sentido aliviado de una pena que había cargado por mucho tiempo. Deseé que todo se mantuviera justo así, al menos por unos días.

El lunes llegó con un cielo nublado que amenazaba con llover, pero nada me importaba más que arreglarme para ir a la escuela y poder volver a ver esos ojos que me habían quitado el sueño las noches pasadas. Pinté mis labios con el brillo labial más rosado que había en mi buró y me arreglé el pelo en una coleta con dos mechones cayendo por el dorso de mi rostro.

Me quedé frente al espejo alrededor de un par de minutos observándome. Nada en mi me parecía bonito, ni decente siquiera. Pero esperaba que Noah pudiera ver algo en mi que no pudiera ver en otra chica. Y quizá así me escogería.

La voz de mi padre me llamó desde la planta baja, por lo que tomé mi bolsa y mis libros y corrí abajo. Al verme entrar a la cocina, él me miró sorprendido y yo me encogí de hombros.

- Hoy...tenemos una conferencia en clase y debo presentar un proyecto -le dije intentando excusarme por mi repentino cambio de imagen y él solo asintió con una sonrisa.

Sabía que no me había creído una palabra, pero también sabía que no volvería a insistir en que le dijera la verdad. El camino hasta la escuela en auto fue silencioso, aunque en mi cabeza solo se repetían una y otra vez escenarios imposibles que deseaba que ocurriera, como que me mirara. Porque bajo sus ojos, aún en una mirada de segundos, me sentía única.

Al bajar del auto, acomodé mi ropa levemente y caminé adentro de la escuela con una sonrisa. Estaba ansiosa por verlo de nuevo. Me dirigí rápidamente a mi salón de clases, donde encontré a mis amigas.

– Hoy llegaste más tarde que de costumbre Daisy, ¿Te encuentras bien? –preguntó Samantha y yo asentí– llevas maquillaje también, eso es...sorprendente.

– Yo diría que en realidad es hermoso, luces increíble –dijo Alice y yo me encogí de hombros pensando que ojalá el pensara eso también.

Antes del primer receso, teníamos mi asignatura favorita: música. Pero ese día, mi cabeza no podía despegarse de la ilusión de encontrarme con Noah, por lo que mis respuestas eran equivocadas, mis acordes sonaban mal y mi voz desentonada.

Al acabar la clase, corrí a arreglarme el cabello y maquillaje al baño. Mis amigas me siguieron el paso y al entrar, Alice tomó mi mano.

– Oye, nos preocupas. Actúas diferente y fuiste un asco en la clase de música. Y eso es prácticamente imposible. ¿Hay algo que quieras decirnos? Sabes que puedes contarnos lo que sea.

– No, Alice, no debes preocuparte y tampoco tu Sam. Me encuentro perfecta, de hecho mejor que nunca antes. Quizá antes acertaba en mis clases porque ponía en ellas todo mi enfoque. Por primera vez siento que hay más cosas en las que poner todo mi interés.

– Eso es estupendo, es genial –dijo Sam sonriendo y se fue del baño dejándome a solas con Alice.

– Escucha, si esto es por Noah...tal vez debas de tener cuidado. No lo conocemos tanto aún, podría ser diferente a lo que parece –me dijo preocupada y yo me encogí de hombros.

– Pues, si algo sale mal no creo que sea posible sentirme peor que antes de conocerlo.

Ella no dijo más y tampoco yo. Por lo que salimos del baño y nos encontramos con Sam, Jacob y Thomas. Temí entonces que Noah se hubiera ausentado hoy por algún motivo que desconocía.

– Oigan muchachos, ¿Dónde está Noah? –les pregunté y ellos me miraron con sonrisas.

– Está por allá, buscando algo que comer del comedor –dijo Thomas señalando hacía nuestra derecha.

A lo lejos pude verlo comprando algo con una larga fila detrás de él. Sonreí para mis adentros, si había asistido a clases. Lo observé discretamente hasta que comenzó a caminar hacia nosotros. Lucía distraído, aunque yo había comenzado a entender que esa era una característica de su personalidad, y que era algo que alteraba mis latidos. Mis ojos no pararon de mirarlo en todo el camino, fue entonces cuando ocurrió.

Una muchacha de mi edad, una porrista, caminaba distraída cuando ambos se chocaron y ella cayó el suelo de una forma que consideré muy tonta. Entonces Noah, se agachó para ayudarla a levantarse. Todo parecía de lo más normal hasta que ambos siguieron caminando, y él se volvió a verla con una sonrisa.

Estaba perdida.

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⏰ Última actualización: Jul 31, 2023 ⏰

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