Daisy

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     El almuerzo de ese día fue igual a todos los demás. Todos los días eran iguales. Lo único que había sido diferente hoy había sido la aparición de esos chicos. Thomas, el chico de pelo largo y tenis caros; Jacob, el chico de piel morena y sonrisa deslumbrante para cualquier chica excepto para mí; y Noah, el chico de cabello negro, piel pálida y actitud despreocupada.

     Él era mi verdadero problema. Desde que lo había visto, no podía dejar de pensar en su sonrisa. Y eso era algo que me molestaba, me incomodaba e interfería con mi vida. A decir verdad, no había mucho en mi vida pero odiaba hacer todo pensando en él.

     Deseaba saber qué era ese extraño sentimiento que me causaba verlo. No podía entenderlo, jamás había sentido una inquietud y una imantación tan grande. Sentía como si quisiera volver a verlo y a la vez correr lejos de él.

     Mi celular sonó llamando mi atención. Era Alice. Tomé la llamada esperando que no hablara de Noah.

– ¿Hola?

– Daisy, ¿Te encuentras bien? Sam y yo estábamos muy preocupadas por ti. Te fuiste de repente.

– Imagino, estaban tan preocupadas que lo recordaron solo al salir de la escuela –susurré.

– ¿Disculpa? No pude oírte

– Oh, nada, dije que solo me sentía incómoda y quería tener mi clase. ¿Qué tal estuvo todo?

– Fue estupendo. Estoy feliz de que Sam nos haya presentado a esos chicos. Oye, no tienes idea de lo perfecto que es él, su voz es tan suave y sus sonrisa...es como si fuera de otro universo. A su lado me sentí una joya.

– Es...eso es genial –dije sintiendo una ligera agonía en el pecho.

– Quisiera que pudieras hablar con él. Jacob es el hombre con el que he soñado toda mi vida.

     Al oírla nombrar a Jacob, sentí que mi corazón se volvía más liviano.

– Jacob...Jacob, claro. Estoy muy feliz por ti Alice.

– Si, yo también estoy muy feliz pero hay algo malo en todo esto.

– ¿Qué es?

– Jacob mencionó que algo le ocurría a Noah

– ¿A Noah? –intenté ocultar mi preocupación. Aún sin saber por qué me importaba tanto.

– Si, parece que hoy no se sentía muy bien. Tal vez se entristeció cuando te marchaste.

– De seguro ese no es el motivo Alice, él no parecía interesado en mí

– Pues, estaba pensando que quizá podrías hablar con él y así sabrás si le ocurre algo y...quizá hasta sienta algo por ti

– Yo...no puedo hacerlo. No he hablado con el jamás, no podría hacerlo ahora sin ningún pretexto –mordí mi labio con nerviosismo, porque en el fondo sabía que quería hablar con él.

– Pues, podrías preguntarle si quiere irá a la reunión de mañana que estamos planeando. Jacob dijo que no quería ir porque estaría solo pero quizá si tú vas...

     Intenté no emocionarme con la idea porque sabía que Alice no sabía leer muy bien a las personas y sus intenciones. Sin embargo, se me ocurrió hacer lo que ella dijo en caso de que si estuviera interesado en mí.

– Lo intentaré. ¿Vas a enviarme su número?

– ¿Lo dices enserio? –oí su sorpresa desde la otra línea y sonreí.

– Si, quiero hablar con él y quizá podemos ser amigos.

– Eso es genial Daisy, le pediré a Jacob su número y te lo enviaré enseguida.

– Te lo agradezco...um, adiós, espero tu mensaje.

– Adiós –dijo emocionada y acabó la llamada dejándome perpleja con lo que había decidido. Iba a enviarle un mensaje a un chico de último año que solo había visto una vez, estaba aterrada y moría por hacerlo.

     Esperé unos minutos con el celular en mi mano hasta ver llegar un mensaje de Alice. Había enviado el número de Noah con unos emoticones de un par de tréboles de cuatro hojas. Suspiré, incluso ella pensaba que necesitaba suerte para poder llamar la atención de alguien. Alentador.

     Decidida a arriesgarme a un desencanto, escribí las primeras palabras.

Daisy ~ hola, este es el número de Daisy, se que no hemos hablado jamás pero se me ocurrió agregarte a mi lista de contactos al igual que a Jacob y Thomas. Quizá también quieras agendar mi número.

     Al envíar el mensaje me sentí completamente tonta, sentía que había hecho el ridículo. Fue entonces cuando me di cuenta del error que había cometido al hablarle a Noah.

     Con manos temblorosas, dejé el celular sobre mi cama y me senté al lado de él. Tragué saliva y miré la guitarra que estaba frente a mi cama guardada en una funda hace meses. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que la había usado que ya ni siquiera lo recordaba. Fue entonces cuando sentí unas ganas arrebatadas de tocar canciones que retrataran lo que sentía.

     Tomé la guitarra y tras desenfundarla comencé a tocar cada nota de algunas canciones que recordaba. Entonces sonó mi celular llamando mi atención y acelerando el pulso en mi pecho. Era él, podía sentirlo. Junté fuerzas esperando lo peor, tomé el aparto con fuerza y recé porque no se riera de mí.

Noah ~ hola, eso suena bien. También te agregué a mis contactos

     Respiré con pesadez. ¿Qué significaba esto? Existía la posibilidad de que le hubiera agradado mi mensaje o de que sólo hubiera respondido por cortesía. Odiaba la sensación de confusión que se agolpaba dentro de mi.

     Con dudas y preguntas en mi cabeza. Decidí enviar un texto más, temiendo que no respondiera. Pero ansiosa por saber qué había sentido él por mi mensaje.

Daisy ~ oí que mañana nuestros amigos quieren reunirse en un bar de la ciudad. ¿Querrías quizá ir y poder pasar un buen rato? No soy la mejor compañía pero de seguro logro sacarte una sonrisa.

     Allí estaba. Estaba completamente humillada. Iba a burlarse de mí, iba a bloquear mi número y jamás volvería a hablarme. O quizá, solo con un poco de suerte, yo le agradaría.

    

    

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