No era volver a Argentina ni tampoco viajar a Italia, el miedo de ambos siempre fue volver a verse, volver a encontrarse y recordar todo lo que vivieron juntos e imaginarse todo aquello que les faltó vivir.
Las promesas que se habían hecho, los te a...
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Los días habían pasado y Matías estaba cada vez más tiempo en la casa de los Villalba, si no era Ismael quien lo invitaba era Ana y por supuesto que el chico no se negaba, aún que su interacción con Uma siempre se limitaba a un saludo o a alguna charla tonta junto a su hermano, a él le gustaba verla, así sean segundos donde ni siquiera hablaban, el hecho de tenerla cerca a él le encantaba.
---¿Qué vamos a hacer mañana?-- pregunto Uma mientras le daba un mordisco a la milanesa.
---Vienen los Soulé, como antes.-- respondió Ana con una sonrisa nostalgica, como recordando aquellos tiempos dónde ambas familias eran casi inseparables.
---Aah.-- a Uma pareció no interesarle mucho por lo que su madre le hizo otra pregunta.
---Y Bruno?-- Matías que no estaba prestando atención a la conversación ahora no le interesaba mucho lo que pasaba en la play. ---¿No viene?
---No, ma, se va a Córdoba con su mamá.-- dijo la chica mientras terminaba de comer.
---Ese chico siempre que lo queremos invitar se tiene que ir.-- comento su madre.
---Y si ma, las fechas así las pasa con su familia.
---Sos una cornuda Uma.-- soltó Ismael sin despegar la vista de la tele haciendo que Matías riera por el comentario.
---Vayan a hacerse mover, pelotudos.-- respondió una Uma enojada.
---Uma!-- reprochó su madre.
---A tu novio se lo están moviendo.-- volvió a hablar Isma.
---Ismael Villalba! Basta!-- Ana estaba indignada por el comportamiento de sus hijos, mientras Matías solo se reía. ---Vos también Matías, deja de reirte.-- eso hizo que el castaño automáticamente se ponga serio.
---Es un pelotudo tu hijo.-- murmuró Uma antes de salir del comedor.
---Ismael, tenés 22 años.
---Y ella tiene 20.
---Sigue siendo más chica que vos, anda a pedirle perdón.-- Ana siempre hizo eso, cada vez que alguno de sus hijos hería los sentimientos del otro los hacía pedirse perdón, lo hizo cuando tenían 5, 10 y no lo dejaría de hacer por más que ellos tengan 30 años.
---Dale ma, no voy a ir, es una tarada.
---Ismael.-- esa era la señal para dejar de jugar e ir a la habitación de Uma, con quejas y todo el hizo lo que su madre le había dicho.
Al llegar al piso de arriba y estar frente a puerta de la habitación de Uma el tocó dos veces.
---Qué queres?-- se escuchó la voz de su hermana al otro lado de la puerta.
---Voy a pasar.-- aviso para abrir la puerta y encontrarse a una Uma acostaba boca abajo. ---Perdón.
