Capítulo 4: La Caída de Dalaran: La Última Visión de Jaina

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Algunas horas después...

-Kel'thuzad: Lo próximo es establecer una comunicación con los jefes de la Legion. Sin embargo, desean que el Libramorte sea quien los invoque en este mundo. Sin duda alguna podrá lograrlo.

-Deus: ¿Yo? ¿Qué podrían querer los señores de la Legión de mi?

-Arthas: desean comprobar su valía y su lealtad, ¿me equivoco, Kel'thuzad?

-Kel'thuzad: bien hecho Arthas, es exactamente lo que dice. Desean comprobar que tan fuerte y leal puedes llegar a ser Deus. Mientras nosotros hablamos con los señores de la Legión tú irás a Dalaran, en busca de un libro, el último escrito por Medivh.

-Deus: entendido...iré solo, no llamaré mucho la atención. Tomaré lo que he ido a buscar y regresaré. Nos encontraremos en el camino que pasa por Stormgarde.

-Kel'thuzad: allí estaremos...

El Libramorte montó en su caballo y se puso en marcha cuanto antes hacía el reino mágico de Dalaran. Una vez allí pudo contemplar las maravillosas puertas de la ciudad de los magos. Parecia mentira. Al fin veía Dalaran, la ciudad de la que Jaina Valiente provenía. ¡Jaina Valiente! Ella estudiaba allí. Al intentar atravesar la puerta pudo sentir como la magia lo incineraba poco a poco. Uno de los magos se le presentó, no era nadie más que Antonidas, el mago más grande su tiempo.

-Antonidas: así que los rumores no eran falsos. La mano derecha del Rey Therenas y del Principe Arthas ahora marcha junto a un ejército de descerebrados no-muertos. Aquí no podrás entrar Deus. Fuiste un buen amigo años atrás, pero ahora eres otro de ellos. Nuestra ciudad está protegida por nuestros conjuros más fuertes. No te permitiremos entrar.

-Deus: que casualidad Antonidas, Lunargenta también dijo lo mismo. Confiaron demasiado en sus encantamientos y mira ahora. No quedan más que escombros y muerte.

-Jaina Valiente: ¡NO TAN RÁPIDO!

Aquella voz se le hizo conocida, era ella: Jaina Valiente había llegado a recibirlo justo como él la recibió en Lordaeron. Pero esta vez era distinto.

-Deus: Jaina...

-Jaina Valiente: ¡No me dirijas la palabra! Puede que te parezcas a Deus pero no tienes nada que ver con él. Eres la máxima expresión de la oscuridad, todo lo opuesto al Deus que yo conocí.

-Deus: así que tampoco me dejarás pasar, bien, que así sea.

El caballero de la muerte desenvainó a Agonía de Sangre, la hojarruna anti-magia no tardó en cortar los conjuros en dos haciendo espacio para que el Libramorte pudiera pasar. Los ciudadanos eran evacuados con rapidez de Dalaran, no se podía permitir que Deus aniquilara a las futuras generaciones de magos. Jaina se dirigió a una biblioteca cercana. Buscaba información sobre las espadas antiguas, pero no encontró nada sobre agonia de sangre. Deus no tardó en experimentar lo mismo que Arthas. Los magos a los que asesinaba repetían frases que le causaban malestares.

-Mago de Dalaran: La Luz aún no te ha abandonado, Deus. Salva a Azeroth...ese es tu destino.

-Archimaga: En tus manos queda, Deus, la salvación  de Azeroth. Confiamos en ti.

-Mago de Batalla: No nos abandones, amigo. No dejes que tus deseos oscuros te arrastren a las profundidades.

Pronto llegó el turno de Antonidas. Deus ya no podía aguantar más la rabia. Todos los magos habían resistido su avance. ¿Por qué él se entrometía? ¿POR QUÉ NO HUÍA? El Libramorte alzó su poderosa arma, el odio parecía desbordarse desde lo más profundo de su ser.

-Deus: dame lo que he venido a buscar, Antonidas. No quiero demorar al maestro nunca más. Tú, Jaina y tus magos, todos son una molestia.

-Antonidas: Deus, pequeño, Jaina ha tenido una visión. En ella tu salvarás el mundo. Lucharás contra el yugo que te domina y acabarás con su control en Azeroth. No dejes que la llama de tu corazón se apague, deja que su calor se extienda por todo tu cuerpo, abrazando un brillante futuro. La Luz del Alba volverá a brillar, Deus, no te rindas.

-Deus: ¿por qué? ¿Por qué todos piensan lo mismo? Yo seré la perdición de este mundo Antonidas. Soy "El Destructor Celestial" elegido por la Legion Ardiente para traer el fin a este mundo y conquistarlo. Durante años, ustedes los magos mantuvieron bajo protección algo más que un libro. La espada de mi padre también se encuentra aquí. ¿Dónde escondieron a "Amanecer"?

-Antonidas: no te la entregaremos, Deus. Antes deberás matarme a mí. No permitiré que lo último que dejó tu padre en este mundo sea devorado por las sombras de su propio hijo.

-Deus: entonces, allá voy Antonidas. Este será el Final del Kirin Tor. ¡Por la Plaga y por el Rey Exánime!

Deus cargó contra Antonidas, quién respondió con una poderosa nova de escarcha que congeló al Libramorte hasta la mitad de su cuerpo. Agonía de Sangre devoró rápidamente la magia pudiendo liberarse no sin antes recibir un choque de tres piroexplosiones completas. Deus se arrodillaba en el suelo clavando su hoja para mantener el equilibrio. Las llamas de Antonidas le causaban daños fatales, podía sentir el calor de las llamas que lo impactaban. Allí, en su desventaja, Deus hizo lo que nunca habría querido hacer. Desató las runas de Agonia de Sangre, potenciando la furia del caballero de la muerte. Así un grito se escuchó por todo Dalaran, la furia de Deus: desatada.

-Deus: ¡PÚDRETE EN TU CONDENA, ANTONIDAS, QUE EL MUNDO VEA LO QUE PUEDE HACER EL SIRVIENTE MÁS LEAL DEL REY EXÁNIME! ¡APOCALIPSIS!

Una onda de oscuridad le arrebató la vida a todas las criaturas que se encontraron en un ángulo de 45° frente al Libramorte. Antonidas, perdió la vida también ante el poder oscuro del Libramorte. Aunque de la peor manera, murió contento. Habia futuro para Azeroth,pero...¿a cuántos más debía masacrar Deus para darse cuenta?

(La visión de Jaina mostraba a Deus utilizando dos espadas rebelándose contra Arthas, luego de ello se observó un amanecer en el que varias razas y personalidades del mundo lloraban de alegría mientras que los gritos de: ¡Libertad! ¡Por Azeroth! Se escuchaban por todo el mundo.)

Deus se apoderó del libro de Medivh y de "Amanecer" que yacía en una cámara especial, custodiada por magos de élite que no fueron siquiera competencia para el Libramorte. Así, la hoja se transformaba en Agonía Profana. Siendo esta la segunda arma legendaria con la que Deus atacaría todo lo que siempre había amado.

La Ascención del Caballero de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora