Capítulo 5: Desembarco en Rasganorte: La fuerza de los Taunka

22 2 0
                                    

Mucho tiempo pasó desde los sucesos en Reinos del Este, Arthas, Kel'thuzad, Deus y los san'layn habían escuchado las constantes llamadas del Rey Exánime: requería de su presencia inmediata en Rasganorte, pues una amenaza se acercaba cada vez más al trono de hielo. Y así fue, los barcos zarparon hacia el helado continente. Arthas y Kel'thuzad continuaron su camino mientras Deus se separaba del grupo para desembarcar en Tundra Boreal. Ahora, no solo Arthas era capaz de escuchar a Ner'zhul sino que Deus también podía.

-Ner'zhul: mi...libramorte...mano derecha de mi campeón...para servirme bien...deberás recorrer la tundra boreal y encontrar a una tribu perdida, Los Taunka. Son bastante similares a los taurens de Kalimdor...sin embargo su fuerza física no tiene rival...acaba con ellos y reclama su fuerza para ti...confío en tu destreza...libramorte...nos veremos en Corona de hielo una vez completes mis deseos.

-Deus: así será...

El Libramorte estaba sorprendido...Rasganorte era bello comparado a lo que solía ver en Lordaeron. Mientras deambulaba por la Tundra Boreal, Deus fue capaz de observar maravillas fuera de la imaginación de cualquier mortal. Las heladas montañas, las heladas aguas, todo era hermoso...¿Por qué no había venido con el príncipe antes a este paraíso nevado?

-Deus: el príncipe...

No podía dejar de pensar en cuanto había cambiado Arthas. Estaba tan metido en sus pensamientos que su memoria comenzaba a traicionar lo. Recordaba las palabras de Uther y Vadín cuando decidieron adoptarlo en la orden.

-Uther: ¿estás listo chico? Hoy es tu última prueba para volverte paladin de la Orden de la Mano de Plata. Ten fé en la Luz y deja que te guíe en tu camino, muchacho. Solo así serás uno de nosotros.

-Tyrion: así que ya has visto el potencial de mi estudiante ¿no, Uther? ¿Qué te parece?

-Uther: su devoción es casi tan fuerte como la mía...podría llegar a ser el mejor de su generación sin duda.

-Tyrion: y lo será, Uther. No subestimes a mi muchacho

El Libramorte extrañaba sus voces, la pequeña llama de humanidad que le quedaba en su cuerpo era lo que evitaba que dichos recuerdos fueran borrados. Una tormenta de nieve lo había alcanzado sin siquiera percatarse de ello. La escarcha cubrió su ya muerto cabello: la plata se volvía blanca. Aquel invierno en Lordaeron...

-Deus (niño): ¡Rey Therenas! Arthas está molesto simplemente por haberlo vencido en un duelo de espada contra martillo. ¿Qué debo hacer para disculparme?

-Therenas: Jajaja...Arthas es un mal perdedor, no te preocupes se le pasará luego. Por cierto, ¿cómo va tu entrenamiento? Debe ser duro entrenar en la nieve y el frío.

-Deus: es bastante duro, pero seré el mejor así que lo soporto...

La risa de Therenas, quien yacía muerto a manos de su propio hijo, justo como él. Su paso pesado lo sacó de su pensamiento al oír ruidos de algún tipo de instrumento. Parecia un tipo de cuerno usado por la Alianza cuando la guerra se acercaba. Alzó su mirada para ver un campamento con totems y altos muros de madera y piel de animales de la zona. La entrada estaba protegida por dos...¿Taurens? ¿En Rasganorte? No, eran Taunkas. Habia encontrado un campamento de su raza.

-Deus: Razas de Rasganorte, específicamente vosotros Taunkas, la muerte ha venido a reclamar su fuerza para sí. Rendios y me encargaré de que vuestra sea rápida.

Los guardias de la puerta rieron al ver al pobre hombre que se llamaba a sí mismo "La muerte". Parecia frágil y débil comparado a ellos.

-Taunka: escucha, humano, tu raza ya ha venido aquí antes. Ha causado un desequilibrio aquí en Rasganorte. Sin embargo ninguno fue rival para nosotros ¿esperas que sea diferente solo porque estás aquí? No nos subestimes, humano.

-Deus: ¿humano? Si...lo fui tiempo atrás, ahora no soy más que una máquina asesina, que destruye voluntades y desgarra la esperanza. Vosotros sois los que no deberían subestimarme...después de todo vuestra fuerza será mía. Les daré una segunda oportunidad...rendíos o sufrirán...

Los dos guardias empuñaron sus armas contra el Libramorte. Uno de los golpes lo envió a volar 2m de distancia lejos de los guardias. Estaba asombrado de lo fuerte que eran físicamente, pero su destreza era superior, solo tenía que evitar ser alcanzado por los Taunkas. Con convicción, empuñó a Agonía de Sangre contra uno de los guardias. Con ágiles movimientos, el Libramorte evadía los ataques de ambos para causar solamente una herida superficial en el hombro de uno de ellos.

-Deus: no solo son fuertes...sino que también resistentes...¿así serán todas las bestias de Rasganorte? No imagino que poderes podré adquirir de este lugar. Pero una cosa es segura: los aplastaré a todos como insectos que son, infectando este lugar sagrado para la Plaga.

-Taunka: entonces nunca dejaremos de luchar contra tu maligno dominio, los demás heredarán nuestras voluntades. No descansaremos hasta que estés muerto.

-Deus: supongo que eso nunca lo sabremos...

Aquellas palabras sonaron muy similares a las de alguien más. Era como si el mismísimo Arthas estuviera hablando a través de su mano derecha. Y sus siguientes palabras coincidieron totalmente con las de su rey:

-Deus:...después de todo, planeo vivir ETERNAMENTE...

Sus palabras se hicieron sentir en toda la Tundra Boreal, aterrando a los animales y razas que se ocultaban en sus rincones. Los movimientos de Agonía de Sangre fueron demasiado veloces para aquella pequeña tribu de Taunkas. Deus apiló los cuerpos de los taunkas asesinados. Allí escucho el llanto de algo que parecía un bebé. Y así fue...un bebé de alguno de los Taunka que el había asesinado. Los recuerdos le inundaron su cabeza.

-Varyan Wrynn: bienvenido Deus...¿A qué se debe tu visita esta vez?

-Deus: Hola Varyan, viejo amigo. Me dijeron que tu esposa dio luz a un varón. Queria verlo con mis propios ojos, así que aproveche que Arthas venía y decidí cumplir mi tarea.

-Varyan Wrynn: si...lo llamamos Anduin, en honor a Lothar, el León de ventormenta, fiel guerrero bajo las órdenes de la Alianza.

-Deus: Anduin, ¿eh? Seré yo personalmente quien guíe sus pasos si así lo permites Varyan.

-Varyan Wrynn: jajaja...nunca podría negarme Deus. Estaría orgulloso de que siguiera tus pasos...

-Deus: ¡no digas eso en voz alta, Varyan!

El Libramorte tomaba en sus manos al bebé y lo colocaba en la cima de la pila de cadáveres, allí moriría asfixiado por el olor y la pestilencia de sus familiares muertos. Deus, con uno de los oscuros rituales de Ner'zhul, reclamaba las almas de esos guerreros caídos obteniendo una manera de transformarse en uno y aumentar su fuerza sin perder su destreza.

-Deus: yo...os avisé...

La Ascención del Caballero de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora