Capítulo 8: ¡La Muerte viene desde arriba!

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La campaña de los cruzados en Rasganorte avanzaba rápidamente, su objetivo: alcanzar la Ciudadela a como diera lugar. El sufrimiento de Azerorh debía acabar. Tyrion lideraba la carga seguido por Bolvar Fordragon y por los cruzados. Sin embargo, una muralla de saronita obstruía su camino. Las puertas estaban cerradas totalmente. La tranquilidad era aterradora, ¿acaso el Rey Exánime no sabía de su presencia en aquella puerta? Imposible, Arthas si lo sabia...a no ser que...

-Tyrion Vadín: ¡Emboscada!!!!!

El grito de Vadín aterró a todos. Los dragones de razaescarcha volaban sospresivamente sobre la muralla. Sobre ellos estaban sus jinetes, caballeros de la muerte, antiguos héroes de Azeroth. Su formación en "V" se mantenía recta y su coordinación extraordinaria abrumada a las tropas de la Cruzada.

-Tyrion Vadín: ¡A cubierto, campeones! ¡ahí vienen!

-Bolvar Fordragon: ¡Protegeos!!!!!!!

La formación de dragones lanzó su poderoso aliento a quemarropa sobre los cruzados quemando sus cuerpos con las bajas temperaturas de los cristales de escarcha que portaban en sus pechos esqueléticos. Sus jinetes aprovechaban la poca altura y lanzaban espirales de la muerte a muchos cruzados acabando con la vida de muchos nobles guerreros. La formación de dragones no se detenía. Arrasaban con armas de asedio y caballeros por igual. Nada sobrevivía a su peligroso aliento.

-Arthas, El Rey Exánime: ¿Qué piensas, Vadín? Es aterradora la fuerza de los Aces Exiliados, ¿verdad? Jinetes de Dragon, bien entrenados para el aniquilamiento masivo de sus objetivos. No sienten piedad, ni compasión. Estáis condenados a morir bajo el frío de sus alas...

-Tyrion Vadín: ¡Jamás! Tus dragones no nos aterran, Arthas. Azeroth será libre de la tiranía del miedo...¡de una vez y por todas!

-Arthas, El Rey Exánime: eso lo veremos, viejo

Los refuerzos del vuelo rubí no tardaron en llegar desde Templo del Reposo del Dragón. Querían recuperar a Valithria junto con la ayuda del vuelo verde.

Una verdadera batalla aérea estaba comenzando. Los dragones lanzaban bolas de fuego y escarcha. La derrota rubí estaba asegurada. Pero el vuelo de bronce atravesó las líneas de defensa enemigas, cambiando las tornas del combate. Los dragones de huesos quedaban paralizados en el tiempo antes de ser calcinados por el fuego rubí. El vuelo azul lanzaba conjuros arcanos destruyendo las defensas de la puerta de saronita. Mientras tanto Vadín y Volvar lidiaban un combate en tierra contra las tropas no-muertas. La batalla cobraba cada vez más vidas, vidas que eran condenadas a luchar contra sus compañeros.

-Tyrion: ¡Avanzad, Cruzados! ¡La puerta es nuestra!!!!!

El grito de los cruzados llegó a la cima del de la ciudadela mientras avanzaban valerosamente destruyendo no-muertos con oleadas de luz sagrada. Los paladines y sacerdotes sanaban a los demás, anulando los efectos de la plaga. Las corrientes en el aire seguían convulsas. Las vermis razaescarcha cargaron contra el vuelo azul derribando rápidamente a varios dragones en un contraataque fantasma. Las defensas de la puerta aún resistían. El vuelo de bronce comenzaba a sufrir bajas constantes pues la velocidad de aquellas vermis no era nada que se hubiera visto antes.

-Nozdormu: no podremos aguantar mucho más tiempo, Alextrasza. Debemos retirar a nuestros vuelos.

-Alextrasza: no te preocupes, llegaron

El vuelo obsidiana también se unió a la batalla. Los poderosos dragones negros destruían los intentos inútiles de las vermis con facilidad. Una de ellas atrapó a Bolvar clavando sus garras en sus hombros y llevándolo hacia la cima de Corona de Hielo.

Las defensas de la puerta volvían a menguar con el feroz asedio de los destructores obsidiana. El asedio terrestre de la Alianza y la Horda acabó con las tropas no-muertas. Las vermis habían caído. Ahora las fuerzas estaban situadas frente a la entrada cerrada.

-Tyrion Vadín: ¡lo logramos, campeones! El avance hacia la Ciudadela está asegurado, la Caida del Rey Exánime también...así que...

-Deus: ¡no tan rápido!

Las puertas se abrían. El Libramorte saldría empuñando su arma, Agonía de Sangre. Su voz hacia temblar a Tyrion. Pensar que su pupilo había sido esclavizado le traía pesadillas en las noches.

-Tyrion: Deus, apártate de mi camino. Le daremos muerte al rey Exánime y tú no te interpondrás

-Deus: pero aquí estoy, Vadín...¡no pasarás!

-Dranosh ColmilloSauro: Basta de palabrerías...¡Acabaré con él!

El orco, hijo del supremo comandante Kor'kron salía de las filas empuñando su arma. Su intento por dañar a Deus fue patético. La Agonia de Sangre aplastó su arma y armadura y se hundió profundamente en su pecho. El alma de otro valiente guerrero era arrebatada por una hojarruna.

-Deus: bien...tengo lo que queria...¡Malygos! ¡Acaba con todos ellos!

El antiguo aspecto de la magia, ahora resucitado salía de las murallas ejecutando un feroz bombardeo sobre las tropas argenta causando la muerte de muchos de sus hombres. Además le permitió a Deus llevarse el cuerpo del joven Dranosh mientras los soldados se recuperaban del ataque de Malygos. Así el camino hacia la Ciudadela quedaba libre. Listo para su asedio.

La Ascención del Caballero de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora