Prologo

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Cuando era pequeño, cada mañana mamá solía poner música y pedirme bailar con ella para entretenerme mientras preparaba el desayuno, papá ponía la mesa y preguntaba "¿Qué tal durmieron?" Con una sonrisa y la casa se inundaba en el olor a café, la verdad es que nunca me gusto su sabor, pero amo como huele por que huele a familia, a desayuno, a hogar y sobre todo a compañía.

Claro que como no me gustaba el sabor del café no bebía café. Todas las mañanas mamá me daba leche con azúcar como opción ante mi capricho.

Antes de llevarnos a la escuela, antes de que me tornara en un mar de llanto pues ahora que había cumplido seis años tendría que ir a la primaria.

Supliqué a mamá toda la mañana que me dejara quedarme en casa. El problema con eso era que mamá y papá tenían que ir a trabajar y no podían llevarme con ellos, pero tampoco dejarme solo.

Afortunadamente para mi hermano que parecía muy avergonzado de mí en esos momentos, no era de los niños que llora a gritos (la mayoría de las veces).

Después de un rato de que Yuichiro me jalaría de la mano y me llevaría al salón yo lloraría a hasta que mamá fuera por nosotros.

Luego lloraría de regreso a casa sintiéndome terrible por no haber podido dejar de llorar.

Para fortuna de mis padres, pero principalmente para mi hermano.
No hizo falta más de una semana para para que me acostumbrará a mi nueva escuela así que el ritual del llanto matutino terminó.

Después de eso solo me quedaba en silencio y miraba a las personas. En realidad, me gustaba ver a las personas, me entretenía mucho solo mirando. Durante todo un añosolo me dedique a observar.

La verdad es que apenas recuerdo la mitad de lo que los profesores escribían en el pizarrón —Muichiro pon atención, esto vendrá en el examen. —Está bien. No puedes recordarlo todo siempre, sería demasiada información. Aunque recuerdo que vi muchas caricaturas en ese tiempo.

¿Qué más recuerdo?

Recuerdo que a veces me escabullía y ojeaba los libros de la biblioteca, generalmente solo para ver los dibujos, hacia aviones de papel... A los adultos no les parecen tan importantes los aviones de papel.

La profesora me sentó enfrente de ella, pero eso no cambió mucho las cosas solo que ahora la escuela había dejado de "Estar bien" aunque realmente no me gustaba. "Quítate el cabello de la cara" "Pon atención" "Mírame cuando te hablo" "No llores" "Tómatelo en serio"

Recuerdo que quería decirle a papá que ya no quería ir a la escuela, pero no podía porque nadie más parecía tener problemas con eso. Los otros niños no debían hablarme no era una regla explicita, pero las reglas no siempre necesitan estar explicitas.

Yuichiro no pertenecía al grupo de los otros. Él se quedaba conmigo durante el almuerzo encerrado en el baño conmigo.
Vi en algún lado que los gemelos podían comunicarse por telepatía, veces lo convencía de jugar a adivinar lo que estaba pensando el otro, pero últimamente no quería jugar a eso, aunque Yuichiro lo intento. Se sentó de espaldas a mí.

—Estoy pensando en un número del uno al cuarenta. —Guardaba silencio un momento antes de empezar a contar—Uno, dos, tres. Treinta y ocho. —Yo no respondí. —¿Muichiro? —No respondí —Esta vez concéntrate. Estoy pensando en un animal de cuatro patas...— Espero de nuevo un momento antes de empezar a contar— Uno, dos tres... —Se sentó frente a mí. Luego cerró los ojos y dijo— Mushiro — A veces me decía así no sé por qué nunca le pregunte pero usando mi intuición de gemelo deduje que era por que Mushiro sonaba lindo a mi también me gustó —Ya no estés triste. —Dijo mientras me miraba detenidamente. Como si la tristeza hubiera nublado mi rostro de manera que sólo viéndome con atención pudiera verme.

—Quiero irme a casa.

—Ya casi salimos. Aguanta un poco más. —Debió adivinar lo que estaba pensando porque miro a su alrededor y decidió que no teníamos por qué aguantar en el baño, ni en el salón. Iríamos a la biblioteca que era un pequeño salón que casi nadie visitaba a estas horas. —Ven —Dijo jalándome de la mano, ambos nos quedamos en la biblioteca aun después de que la campana sonará.

Ojeamos libros. Incluso Yu leyó algunos para mí. Es bueno leyendo. Después de terminar de leer el segundo libro me pregunto.

—¿Qué libros te gustan? —Se recostó sobre la masa. Contuve la respiración y jugué con mi cabello.

—No sé...

—¿No sabes? —Dijo más sorprendido de lo que hubiera esperado y mi cara se puso caliente.

Amm —Pensé —Los que tienes dibujos. —Yuichiro se levantó sin decir nada más.

—Todos los libros aquí tienen —Contesto como si fuera una obviedad. —Me refiero a las historias que cuentan...

—No lo sé —Yuichiro me miro incrédulo.

—Enserió —Levanto una ceja.

—Como podría saberlo no entiendo lo que dicen. —Mi cara debía estar bastante roja. Yuichiro me miro algo sorprendido un momento. Se sentó en el suelo

—Siéntate —Me dijo palmado el espacio entre sus piernas. Así que me senté delante de él, de manera que ambos pudiéramos mirar el libro y comenzó con su explicación sobre como leer, Mi cuerpo estaba tenso. No quería que el también pensara que era un idiota o algo así hasta que se detuvo un momento. —Mushi relájate... —Dijo, pero no podía, estaba muy avergonzado.

Yu era bastante inteligente, a decir verdad.

Comenzó explicándome el sonido de cada letra. Luego explico los sonidos que podían hacer cuando se juntaban con otras letras, así hasta que se formaban palabras.
Palabras que formarían historias.

Those days Donde viven las historias. Descúbrelo ahora