Las notas de todo.

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Pov: Yuichiro.


—¿Ya entendiste? —Pregunte. Muichiro miro el papel en silencio un rato que pereció más largo de lo que en realidad fue.

—Si... —Contesto sonando más como una pregunta y siguió mirando el papel en silencio.

—¿Quieres que te explique otra vez?

—Explícame otra vez. Nada más para verme humilde —Contestó con disimulo o algo así. Así que volví a explicarlo. No tuve que repetir la explicación una tercera vez. Es decir Muichiro en teoría sabía leer sólo hacia falta aclarar algunas cosas.

Escuche la puerta del salón abrirse. Seguido de la frase —Entonces aquí estaban —Dijo la profesora que nos regañó durante los últimos veinte minutos que quedaban para que pudiéramos irnos a casa.

—No estábamos haciendo nada malo. —Dije, me cruce de brazos y mire a la mujer frente a mí con todo el desdén con el que se pude mirar a los siete años y eso la escandalizo tanto que llamo a mis padres para darles varias quejas que sonaban demasiado exageradas, aunque la mayoría no se trataban de mí sino más bien de mi hermano que al parecer no ponía suficiente atención, ni se estaba esforzaba para nada y que según ella me estaba perjudicando con su apatía y mal comportamiento incitándome al aislamiento y condenándome a una vida plagada de miseria.

Al parecer enseñar a leer era un acto criminal por que no era un profesor y aprender a leer es el primer paso a la desesperación... o algo así.

La verdad es que yo era más apático que Muichiro. Mis frases favoritas durante las mañanas de lunes a viernes eran "Ya me quiero ir" "Ya me aburrí" "Tengo sueño". Mire a Mui que tenía una expresión anormalmente seria como si creyera todas las exageraciones que había escuchado.

Papá no dijo nada más al volver a casa.

Y yo había decidido que había tenido suficiente de segundo grado y de esa mujer. 

—¿Papá? —Pregunte.

—¿Qué pasa? —Pregunto.

—Ya no quiero ir a la escuela. —Dije claramente molesto.

—¿Qué? —Pregunto  como si no hubiera esperado que dijera algo así —¿Por qué?

—Por qué es aburrida y más ahora que Muichiro no se sienta conmigo

—Bueno, pero aun puedes ver a Muichiro en el descanso —Dijo intentando convencerme de que eso era lo inmejorable.

—Pero no es lo mismo, es muy poco tiempo. —Dije igual de molesto intentando que entendiera porque eso me parecía inconcebible y el pareció pensar un poco su respuesta.

Si Muichio se pusiera al corriente con los temas seguramente los dejarían sentarse juntos otra vez. —Papá me guiño y le mire como si hubiera entendido todo. 

Mire a Muichiro tal vez no podía ser su profesor pero si su maestro, tenia que serlo así que lo arrastre a la habitación que compartíamos como casi todo lo demás.

Pase toda la tarde enseñándole cosas. Cosas que imagine querrían que supiera, la clase de cosas que uno escribe como respuesta en los exámenes como cuanto es uno más uno y los lados de un cubo.
Hasta que ambos nos aburrimos y me levante.

Sali de la habitación deduje que papá había vuelto al trabajo porque no estaba ahí, pero mamá llego unos minutos después, se recostó sobre el sillón y yo encontré unas galletas, galletas que lleve a nuestra habitación.

—¿Me das? —Pregunto. Como si tuviera opción. Le di las galletas y sali de ahí con la intención de volver. —¿A donde vas? —Pregunto.

—Voy a bañarme —Conteste.

Y deje a mi hermano seguir haciendo ranas de papel porque ahora esa era su pasión el año pasado fue el oboe, que ahora estaba arrumbado en la buhardilla y apenas la semana pasada Muichiro había decidido que quería aprender a bailar y mamá y papá querían hijos virtuosos y tener un lugar donde dejarnos hasta las seis de la tarde a partir de la próxima semana. Al parecer la novela de mamá había terminado, me distraje viendo la televisión hasta que empezaron los comerciales.

Volví a nuestra habitación. Solo para encontrarme con la bolsa casi vacía de galletas.

—Muichiro —Puse cara de indignación como si me hubieran hecho la peor falta de respeto —¡Yo nada más me había comido una galleta y te las acabaste! —Me miro sin una pisca de remordimiento. Tomo la última galleta y se la metió a la boca. Arrugue la nariz 

—¡Mamá! —Corrí hacia la sala con Muichiro detrás de mi —Muichiro se acabó las galletas —Dije probablemente con las mejillas rojas.

—Ay Muichiro —Mamá lo miro antes de suspirar —Luego compro más galletas. —Dijo ahora mirándome intentando evitar esta discusión.

—Pero no es justo —Dije sonando probablemente como el niño más malcriado del planeta. Mamá me cargo y me sentó a su lado.

—Esta bien —Hizo una pausa —Que tal si... -—Pareció pensar. —hago chocolate... —Seguramente mis ojos brillaron.

—¡Si! —Conteste.

—Esta bien pero más tarde —Dijo yendo hacia la cocina para prepararse un sándwich —Ahora vallan a bañarse. —Dijo y Muichiro fue hacia el baño 

—¿A donde vas? —Pregunte.

—Voy a bañarme. —Dijo Muichiro como el niño odioso que es aunque probablemente no con esa intención.

—No, yo ya te había dicho. —Fui a nuestra habitación, tome un montón de ropa y una toalla —Te aguantas. —Dije antes de cerrar la puerta del baño.

Cuándo salí del baño. Mamá estaba haciendo el chocolate justo como había dicho que haría.

Yui ¿Puedes ir a buscar a tu padre? —Dijo mamá y yo asentí. Abrí la puerta y Muichiro me siguió. Sabíamos donde estaba papá y lo encontramos ahí, en su pequeño taller haciendo quien sabe que. Generalmente no le gustaba tenernos ahí aunque el nunca lo decía. Tocamos la puerta aunque estaba emparejada y al no obtener respuesta entramos.

—Papá —Nos miró y sonrió. —Ven a tomar chocolate.

—Claro. Ya voy. Vallan adelantándose —Contestó. Tome a Muichiro de la mano y salimos de ahí.

Al entrar a casa mamá había servido el chocolate, tres tazas de chocolate y se disponía a servir una cuarta Muichiro tomó asiento, tomó una taza y sorbio de ella. El chocolate se había entibiado en el tiempo que nos habíamos tardado en volver así que era seguro beberla.

『 °*• ❀ •*°』

Había pasado toda la noche pensando en como haría que las cosas cambiaran y tenia una idea.

Cuando tienes siete a los adultos realmente no les importa lo que hagas ni siquiera parecen verte como un humano solo eres un pseudohumano o algo así. Así que tome a Muichiro y lo lleve a otro salón.
Uno que estaba al otro lado de la escuela.
Vivíamos en un pueblo en la campiña, más grande de lo que uno se imaginaria a decir verdad, había una biblioteca, edificios viejos y más personas de lo que uno imaginaria. Así que las escuelas no salían ser muy grandes. Dos grupos de cada grado o algo así. "4° 1" Decía la puerta del salón al que entramos. Pregunte si podíamos quedarnos, al parecer a nadie le importo y así pasarón los días.

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26/07/23

Those days Donde viven las historias. Descúbrelo ahora