¿Que putas perras pinches madres es el amor?

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Genya's pov.

-Vas a hacer examen aquí y vas a hacer examen allá, ¿Y qué? AL FINAL TE VAS A QUEDAR AQUÍ. -Dijo mi hermano mayor con ese tono que tanto odiaba.

-¡Tú no decides eso! -Dije, probablemente con la expresión más desesperada que podía haber en el mundo. Furioso, con las mejillas rojas porque la sangre dentro de mi hervía.

-¿Ves cómo reaccionas? ¿Piensas que así vas a poder afrontar el mundo? -Lo dijo tan seguro de sí mismo, con ese aire de superioridad que me provocaba querer gritarle y golpearle porque que me hablara así se sentía como un puñetazo en la cara, de esos que te tiran al piso y te dejan casi inconsciente, de esos que voltean todo alrededor. -Me tienes harto de esto, ¿Cuál es la necesidad de irte? -Dijo como si no tuviera idea.

-¡Si confiaras en mí! -Le dije en lugar de decirle lo repugnante que me resultaba tener que rogarle un poco de apoyo.

-¿Confiar en ti? ¿Qué has hecho para ganarte mi confianza? No eres más que un llorón, estoy seguro de que ni siquiera sabes dividir. -Sentía mi cara caliente, como si fuera a explotar en mil pedazos. Quería que explotara en mil pedazos y quería llevármelo conmigo. -¿Ves cómo te pones?

Las palabras "te vas a quedar aquí" resonaban en mi cabeza una y otra vez, y era tedioso. Lo había dicho como si estuviera seguro de que así pasaría, como si supiera que no lograría nada.
-¿Sabes lo que eres? Eres un holgazán, autocompasivo y caprichoso. Un niñito consentido. Demasiado ingenuo que no valora lo que tiene.

Salí de la cocina hacia el baño, cerré la puerta con seguro y me senté en la taza del baño, moví mi pierna de arriba a abajo frenéticamente, y luego simplemente no pude aguantar más las ganas de llorar. Pasé las manos por mi cabello, me froté la cara y me limpié las lágrimas una y otra vez.

Me estaba esforzando muchísimo para los exámenes de solicitud de beca para ir a una escuela con equipo de tiro con arco, como para que viniera y me dijera que no lo iba a conseguir. Estaba muerto de cólera e impotencia. Quería gritarle, pero simplemente no podía. No quería uno más de sus comentarios: "¿Ves cómo te pones?" "Eres un exagerado" "Pareces loquito".

Yo no estaba loco, y si lo estoy, no es de la manera que él piensa.

El enojo y la impotencia se derraman dentro de mí y se siente como agua hirviendo. Es sofocante y hace que mi respiración se vuelva superficial.
Aunque no quisiera, cada suspiro era una expresión silenciosa de rendición, porque pelear con él era inútil. No solo era definitivamente más fuerte que yo, era imponente.

Odiaba tener que consultarle todo y mendigar un poco de su tiempo para que me llevara a la escuela o para que fuera a recogerme a alguna de mis prácticas. Estaba cansado de tener que rogar por algo de su tiempo, tiempo que tiene para todo lo demás.

En menos de dos meses cumplo 17, ¿y luego?

Me voy a ir. Me voy a ir. Me voy a ir.
Me voy a ir y no tendré que soportar esos comentarios nunca más.

¿Qué le costaba decir que confiaba en mí? ¿Decir que todo iba a estar bien? ¿Qué le costaba no dejarme morir de impotencia en el baño?

No recuerdo la última vez que sentí que todo estaría bien de verdad.

Contuve la respiración, intentando no dejar salir ese sonido que se hace cuando uno llora. Ese suspiro pesado que te delata cuando no quieres que nadie se dé cuenta de que estás llorando. Y entonces tocaron la puerta, me limpié la cara lo mejor que pude y abrí.

-¿Estabas llorando? -Pregunta con cinismo.

-No -Digo e inconscientemente frunzo el ceño.

-Ay... Por favor, Genya, ya para con todo tu drama. Vete a dormir.-Me dirijo hacia mi habitación -¡Y ya córtate ese cabello! -Cierro la puerta.

Those days Donde viven las historias. Descúbrelo ahora