En el camino a la playa, he estado pensando en todo lo que ha pasado desde que entré a la secundaria, en lo que ha sido mi vida en estos años. Me puse muy filosófica y melancólica, porque hay de todo para recordar.
Recuerdo que cuando estaba chiquita, estaba en primaria, no era como soy ahora, era una niña mucho más feliz, no tenía problemas para hacer amigos, tampoco era la típica persona con decenas de amigos, esa es Kamiko, jaja, Kamiko hace mínimo tres amigos en cada lugar que visita. Yo me llevaba bien en general con mi clase, y no me costaba hablar con nadie, era una persona que hacía cosas muy cringe, eso se los puedo asegurar, y admito que algunos sí me miraban raro, pero en ese entonces no me importaba mucho. Pienso que uno cuando es niño, no piensa: "Este año es una mierda", "Esta clase es una mierda", y cosas así, los niños hacen lo que quieren, sólo se enfocan en pasarla bien con todo lo que tengan a su alcance. Como que ese sentimiento de encajar en la sociedad no lo toman mucho en cuenta a esa edad, ojo, no digo que no hicieran cosas para ser aceptados por los grupitos de niños, muchas veces nos comprábamos cosas que estaban de moda solamente para que los demás se fijaran en nosotros, las niñas amaban maquillarse, yo lo detestaba, pero a veces lo hacía para verme más "normal", pero a lo que voy es que cuando eras niño no sufrías tanto por culpa de los demás. La infancia y la niñez son las épocas más disfrutables de la vida, haces todo lo que quieras sin que nadie te critique, podías entretenerte hasta con las hormigas, tenías energía para hacer de todo, y lo más interesante y divertido, era que el mundo estaba en nuestras manos. Los adultos dicen que debemos disfrutar esta etapa de la vida llamada adolescencia, porque cuando seamos mayores de edad, tenemos que empezar a trabajar y a mantenernos solos, y si no sabes qué hacer con tu vida, te será menos posible disfrutarla.
Sinceramente, yo ya estoy aterrada. Más o menos sé lo que quiero hacer con mi vida de grande, quiero escribir, quiero escribir cuentos cortos, novelas juveniles (las amo, aunque tengan 195675643 clichés, algunas, siento yo, que expresan muy bien los sentimientos adolescentes, y hacen que me identifique con los protagonistas), o inclusive guiones para series o películas, hasta artículos para publicar en las redes, puede que también estudie Diseño Gráfico, aunque eso lo veré más adelante, pero por más que tengo algunas ideas para hacer en el futuro, me da miedo el tan sólo hecho de cumplirlas, porque si no logro ser exitosa en la vida, me voy a morir de hambre en la calle, y no quiero depender toda la vida de mi familia. A veces siento que no soy nadie, porque no hago más que leer, dibujar y escribir a solas, estoy más sola que un perro, y, quieras aceptarlo o no, necesitas comunicarte con muchas personas para lograr tus sueños, y yo, la verdad, es que cuando estoy frente a una persona cualquiera trato de lucir amable y simpática, pero muy en el fondo estoy luchando para que no me den tres ataques de pánico por la ansiedad (no lo digo tan literal, pero se entiende la idea), es que después de que me rompieran el corazón tantas veces, ya hasta me da miedo hablar con las personas, no sólo por si me traicionan, sino también porque yo diga alguna cosa tonta.
Y otra cosa que me duele pensar, es que en estos años no he hecho nada productivo, solamente llorar por gente que no me valoró, y tener miedo del futuro. Veo en la clase, a Umina, por ejemplo, esa tarada de la que les hablé hace poco, que aprobó el examen internacional de inglés y obtuvo su diploma, toda la clase la felicitó, también fue a clases de todo tipo a lo largo de su vida, ayuda a los demás, está haciendo un emprendimiento de buzos (y qué lindos que le salen, maldita hija de puta), y hasta va a sacar unas canciones para Instagram, y canta en distintos locales; le encanta la música. Se hace la buenita, pero con las personas que carecen de autoestima es una piruja. Me da ¡rabia! Pero también la envidio, porque ella hizo más en su vida de lo que yo hice, y todos la quieren, a diferencia de mí.
En fin, he estado un rato sentada en la arena, pensando en este torbellino de pensamientos negativos que no se me va jamás. No es fácil tener una mente como la mía, se los digo de corazón. Me da miedo ser adulta, me da miedo lo que podría llegar a pasar, ¿cuánta gente más va a llegar a mi vida para romperme el corazón en mil pedazos? Hasta me da miedo lo que yo misma podría hacer. Es todo un dilema.
Suspiro. Qué bonito se ve el mar. Creo que me voy a meter a dar un baño, aunque el agua debe estar helada, pero no importa, jaja.
El mar siempre me relajó. Siempre que voy a la playa, siento como si el mar fuese una extensión de mí. Viendo el mar puedo quitarme de encima estas emociones negativas, como si fuesen una mochila llena de rocas pesadas. Ver el mar me hace sentir mucho mejor.
─Ver el mar me hace recordar los paseos felices que tenía con mi familia─ suspiro─. Lástima que ahora sea tan difícil hacerlo, porque ellos no tienen tiempo, no tienen ganas de salir, mucho menos tienen dinero para alquilar un auto. No saben cuánta falta me hace una salida familiar. Me siento hostigada por mi propia realidad, esta realidad llamada adolescencia, que cada día la detesto más y más─ hago una pausa─. Ojalá pudiera irme a la realidad de Capitán Tsubasa...
Cierro los ojos, siento el sonido del mar y del viento. Esos sentimientos de angustia y depresión desaparecen, y comienzo a sentir menos tensión en mi cuello y espalda, me estoy relajando.
En una se me ocurre abrir los ojos e ir a meterme al mar y divertirme un rato, también a relajarme, la que el agua de mar es muy buena para aliviar el estrés.
Sin más, corro al mar y me meto en él. No está tan frío como esperaba, empiezo a sentirme mucho mejor, no tengo ninguna tensión en mi cuerpo, mi frente se siente mucho más aliviada. Me estoy sintiendo hasta feliz.
Pero de repente, el agua a mi alrededor se empieza a mover en círculos, como si de un remolino se tratase.
─¿Q-qué es esto? ¿Una tromba marina?─ pregunto, asustada. Yo para nadar soy un culo, si me atrapa la corriente del mar, estoy en el horno...
Un remolino me succiona hasta el fondo del agua. Cierro los ojos y la boca con fuerza para no ahogarme, pero me entra mucha agua por la nariz y los oídos, cosa que detesto con toda mi alma, por algo no soy de zambullirme tanto. Todo esto sucede tan rápido, que ya no sé ni lo que está ocurriendo, sólo sé que el mar me atrapó y que seguramente aparezca sin vida, flotando en mar abierto, y luego me comerá un tiburón (era re dramática la loca, no, no).
Por fin despierto, totalmente aturdida. El sol me da muy fuerte en la cara, tanto que me cubro el rostro con el antebrazo.
─Carajo, seguramente estoy en Hawaii o algo más aislado─ dijo, con los ojos entrecerrados por el dolor y el sol, pero algo puedo ver, y lo que veo, es algo totalmente inverosímil...
Estoy en la misma cancha que Wakabayashi trató de quitarle a Ishizaki en Capitán Tsubasa. Estoy segura, no me cabe ninguna duda.
─¿Q-qué es esto? ¿Cómo terminé aquí?
Debo estar soñando, capaz que aun no ha empezado el día. Todo esto debe ser un sueño, hasta el día en la escuela.
─¡Oye, ¿estás bien?!─ una voz me grita desde el otro lado de la cancha.
Estoy totalmente impactada. Es Tsubasa. Tsubasa Ozora, de Capitán Tsubasa.
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𝗔𝗩𝗘𝗡𝗧𝗨𝗥𝗔𝗦 𝗖𝗢𝗡 𝗖𝗔𝗥𝗜𝗖𝗔𝗧𝗨𝗥𝗔𝗦 ❱ CT y DBZ ✔
FanfictionAbril Horie tiene una vida normal, como cualquier otra persona, con la diferencia de que casi no tiene amigos. Tuvo discusiones con la gente que resultó ser incorrecta en su vida, y ahora se volvió solitaria, fan de la lectura, escritura y dibujo. E...