VII. 𝐋𝐀 𝐄𝐗𝐈𝐒𝐓𝐄𝐍𝐂𝐈𝐀 𝐃𝐄 𝐌𝐔𝐍𝐃𝐎𝐒 𝐀𝐋𝐓𝐄𝐑𝐍𝐎𝐒

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Kisugi me trajo ropa muy linda, unas sandalias de verano, unos shorts de jean y una camiseta blanca con mangas rosadas. ¡Awww, mi vida! ¡Se tomó la molestia de traerme ropa divina, y no sólo algo simple que me cubriera! ¿Vieron? Los hombres que mejor te tratan son los que no existen...

Okey, eso sonó un poco triste, jaja... Eso fue risa falsa.

Es que... en todo este tiempo que he estado yendo a la escuela, nadie se dignó a tratarme bien de verdad, y los que lo hicieron, lo hicieron solamente por diversión, y luego me tiraron a la basura como si fuese un sorete de gato que limpiaron de adentro de sus casas. La verdad es que he aprendido a valorarme a mí misma, y valorar mi soledad, o mejor dicho, propia compañía, porque a fin de cuentas es la compañía que más importa en esta vida, la única persona que tienes asegurada para vivir el resto de tu vida eres tú, y solamente tú, pero la verdad, y esto ya se los he dicho, es que por más que te guste estar contigo mismo, hay veces que ya se vuelve monótono, repetitivo y aburrido, y te dan ganas de hablar con alguien, pero puede pasar que luego de años de no hablar con nadie, te pones nerviosa al no querer decir nada tonto, a que se rían de ti, y otras cosas, y hablar con alguien se te hace insoportable. En cualquier momento me van a dar ataques de pánico cuando vea a una persona que no conozco y tenga que hablar con ella, nunca me han dado ataques de pánico, y deseo que no me den porque he tenido compañeros a los que les ha dado, y dicen que es horrible. O sea, ¿aquí el asunto cuál es? Quiero hacer amigos, a pesar de que me han dañado demasiado, pero siento que se me va a dificultar hablar con alguien a esta altura de mi vida que me he aislado de todo el mundo. Dios, crecer duele, porque a pesar de que tienes que ser independiente, autosuficiente, te siguen exigiendo que sepas socializar y trabajar en grupo, por ejemplo, cosas para las que definitivamente no sirvo.

Pero aquí es diferente, sé que en este mundo nadie me va a hacer daño, ya lo comprobé con los chicos del Nankatsu, y con Kisugi, que a pesar de que solía ser muy arrogante cuando era un niño y estaba en el colegio Nankatsu (olvidé mencionar que los chicos ahora están en la etapa de secundaria, por ende están más buenos... okey, no, jaja), en secundaria es una mucho mejor persona. Lo amo, no lo quiero apartar de mí, nunca. No lo dejaré ir. No. No. No.

Ahora me está comprando un helado en un kiosco. ¡Mi amoooooor!

─La verdad es que esta ropa me encanta. Sanae, donde quiera que estés, mi querida mánager, muchas gracias─ junto las manos y miro al cielo, agradeciendo por el hermoso ser de luz que es Sanae.

Kisugi sale del kiosco y me da el helado. Es un helado con carita... ¿Hace falta decir que me derretí de amor? No creo, jaja.

─Ten, para ti.

─Muchas gracias─ sonrío y lo agarro.

─Cómetelo todo antes de que se te derrita, el sol está muy fuerte─ mira hacia arriba y se pone un antebrazo en la frente para bloquearse del sol. 

─No te preocupes, ya me calciné lo suficiente, jaja.

─Ay, ¿en serio? Lo lamento mucho, Abi─ ¡me llamó Abi! ¡Puta madre, aaaaa!─. No me di cuenta de pedirle a Sanae un gorrito...

─No te preocupes, me calcino todos los veranos, jiji.

─Yo también, pero te va a hacer mal─ me toca la frente...─. Tienes la frente caliente─ dice con algo de preocupación. Yo sólo pienso en que tiene la mano fría, suavecita, y me hace sentir como si me estuviese bañando en medio de un mar bien fresco y cristalino, en español: me siento como en el paraíso, jaja.

─Oh, vaya, creo que me calciné bastante, jeje.

─Te reíste de tres maneras distintas, falta que digas jojo, como Santa Claus.

𝗔𝗩𝗘𝗡𝗧𝗨𝗥𝗔𝗦 𝗖𝗢𝗡 𝗖𝗔𝗥𝗜𝗖𝗔𝗧𝗨𝗥𝗔𝗦 ❱ CT y DBZ ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora