OBSTACULOS.

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John quedó petrificado cuando el Drags de escamas doradas se había abalanzado hacia él, abriendo sus enormes fauces, preparado para devorarlo. Pero antes de que pudiera acercarse, se aferró a uno de los pocos recursos que tenía a la mano: una granada de su cinturón. Con movimientos rápidos y precisos, sacó el artefacto y lo lanzó al aire, desprendiendo el seguro antes de que la bestia pudiera alcanzarlo.

La granada liberó una deslumbrante ráfaga de luz,ñ tan fuerte que terminaría cegando a todos los Drags, dejándolos en el suelo retorciéndose de dolor. Y mientras estaban allí, John aprovechó la confusión para escapar, sintiendo el alivio inundar cada fibra de su ser.

Pero la calma fue efímera. Ya que cuestión de unos pocos instantes, el Drags de escamas doradas habría recobrado su visión y tan pronto como se dio cuenta de la fuga de su presa, liberó un rugido ensordecedor que resonó en el aire, anunciando su ira.

Los otros Drags, alertados por el rugido de su líder, se sumergieron, con movimientos rápidos y coordinados, bajo tierra en una estrategia defensiva mientras preparaban su contraataque.

Mientras tanto, John, quién se había alejado hasta lograr esconderse detrás de unas gigantescas rocas que se encontraban junto a uno de los pilares de la cueva, una vez que escucho aquel rugido, espero unos segundos y tras no escuchar nada más, asomaria ligeramente su cabeza por encima de las rocas, observando que en la salida ya no se encontraba ninguno de los Drags.

*¿ya se ocultaron bajo tierra?* — se cuestiono mentalmente, hasta que llevo su mirada al suelo, logrando visualizar, vagamente, unos agujeros que se encontraban en la tierra — *tengo que darme prisa*.

John salió de su escondite y comenzó a trepar por las rocas que antes lo escondían. Sin embargo, mientras se encontraba escalando, el suelo cercano a él había comenzado a temblar y de allí emergió el gigantesco Drags de escamas doradas.

*Mierda* — pensó John mientras trataba de alejarse lo más silenciosamente posible del lugar en el que se encontraba.

Al mismo tiempo que trataba de moverse al lado contrario del pilar de rocas, el Drags de escamas doradas dirigía su mirada hacia todas direcciones, tratando de localizar a su presa. Pero debido a la oscuridad de la caverna, no pudo encontrarla con su escasa capacidad visual, por lo que comenzaría a utilizar su olfato bastante desarrollado, con el cual pudo, fácilmente, identificar el aroma de su presa. Girando drásticamente su cabeza hacía el pilar de rocas.

— *Ay demonios...*

El Drags comenzaría a azotar su cola contra el suelo, para luego de unos segundos, todos los demás Drags comenzarán a emerger desde debajo de la tierra y volvieran a rodear a John.

Al verse nuevamente acorralado, John observo como el Drags de escamas doradas se abalanzaba hacia él para devorarlo. En los ojos de John, rápidamente, se presentó un intenso brillo, para después dar un gran salto, manteniéndose en el aire durante unos breves segundos, manteniéndose a una altura que superaba incluso la altura del Drags, realizando una voltereta en el aire y aterrizar al lado contrario, arrastrando sus pies sobre la tierra.

El Drags de escamas doras chocó ferozmente contra el pilar. Pero cuando se dio la vuelta, John observó a todos los demás Drags preparándose para lanzarse en contra de él. Al ver esto, John cerraría los puños y comenzaría a ejercer bastante presión sobre ellos. A la par que sus nudillos comenzaron a volverse blancos por la presión, su mirada cambió y ahora miraba a los Drags con una sonrisa desafiante.

Cuando los Drags se lanzaron hacia él. John les extendió su puño y cuando abrió su mano, una pequeña cantidad de aura, que era prácticamente invisible para las bestias, fue directamente a parar en el Drags más cercano. Un instante después de que esa aura de energía se adhiriera a su cuerpo, el Drags quedó completamente paralizado en el aire. Después de hacer eso, John realizaría otro un gran salto hacia adelante, aterrizando justo encima de la cabeza del Drag que acababa de congelar, dejando que los demás Drags siguieran hasta estrellarse contra el suelo.

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