Prólogo

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—¿Qué quieres decir con que no lo entiendes? Dilo.

Renjun observó las letras hasta que parecían flotar, su frente se arrugó y su labio inferior estaba atrapado entre sus dientes. Ella siempre actuaba como si fuera tan simple. Tal vez lo era. Tal vez él realmente sólo era estúpido. —Ca-T-u.

—¿Ca-T-u? —se burló de él—. ¿Acaso eso suena como alguna palabra de la que hayas oído hablar, Renjun? Usa tu maldito cerebro. Si es que siquiera tienes uno. G-A-T-O. Gato. Gato. ¿Qué tan difícil es eso?

El corazón de Renjun se encogió en su pecho, y se mordió la lengua hasta que percibió el sabor de la sangre. Si lloraba sólo empeoraría. Ella fue muy cruel la última vez que él lloró. "Los hombres no lloran", había dicho. Los bebés eran los que lloraban. ¿Acaso él era un bebé? —Lo siendo. —se las arregló para decir sonriendo.

Su cabeza se disparó hacia delante cuando la mano de su abuela se precipitó hacia la parte posterior de su cabeza. —Sien-TO. No "siendo". Jesús. ¿Qué voy a hacer contigo? Eres tan estúpido como tu maldita madre, pero a diferencia de ella, no podrás ganarte la vida sacudiendo el culo por dinero, así que será mejor que averigües como.

Al menos ella se había largado. Renjun esperaba hacerlo de todos modos. Nadie merecía estar atrapado en esta estúpida y asquerosa casa con sus asquerosas paredes manchadas y sucios pisos y caca por todas partes, proveniente de los dos estruendosos perros de la abuela, los que siempre le mordían los tobillos y le abofeteaban en la cara. Odiaba estar allí. No sabía por qué tenía que quedarse. Tenía que tener un padre en alguna parte, ¿Verdad? Jeno tenía un padre. Alex tenía un padre. Daniel tenía dos madres, pero eran buenas. ¿Por qué su madre al menos no se había ido con él?

Renjun se fijó en su tarea, el alivio inundando su sistema cuando escuchó la puerta de cristal abrirse y cerrarse, y a su abuela murmurando en voz baja mientras se alejaba. Ella iba a la casa de al lado, la casa de Josh. Y se quedaría allí durante mucho tiempo. A veces, hasta se quedaba toda la noche. Renjun odiaba estar solo, pero amaba cuando ella se mantenía alejada. No podía usar la estufa todavía, pero había aprendido a usar el microondas. De igual forma, hoy no era el día en que tendría que usarlo.

Hoy era día de pollo frito.

Renjun agarró su libro y salió disparado por la puerta, corriendo cuatro casas más abajo hasta la vivienda de Jeno. Brincó mientras golpeaba la puerta. Pero, seguro Jeno no estaría allí. Puede que estuviera en el fuerte. El padre de Jeno era el más genial de todos. Él fue quien construyó un fuerte en la parte superior del gran árbol del patio trasero. También, la mamá de Jeno tenía un restaurante en la ciudad, y siempre tenían la comida más sabrosa en casa.

Renjun se coló en el interior del patio trasero, metiendo su cuaderno de ejercicios dentro de sus pantalones vaqueros antes de subir los escalones de madera en el gran árbol del patio trasero. Estando arriba, realizó el toque secreto antes de abrir la puerta. Jeno estaba tendido en un rincón, armando un rompecabezas, sus pies se balanceaban mientras trabajaba, y tenía su cabello castaño peinado hacia abajo, cayendo por su frente . Los tubos que lo ayudaban a respirar se hallaban atrapados en sus fosas nasales, con un pequeño tanque verde a su lado. Jeno era la persona más inteligente que Renjun conocía. Él era un año mayor que Renjun, pero estaba dos años por delante en la escuela. Jeno levantó la vista cuando Renjun entró y cerró la puerta con un sonido demasiado fuerte.

Una mirada al rostro de Renjun y dejó su rompecabezas en segundo plano. Se sentó con las piernas cruzadas en su overol de jeans y una camiseta roja que coincidía con sus converse. Jeno le dio un recipiente de plástico, y el estómago de Renjun rugió. Atacó el pollo frito y macarrones con los dedos, ignorando el tenedor que estaba justo a su izquierda. El día de pollo frito en el restaurante era el favorito de Renjun, así que la mamá de Jeno siempre hacía una cantidad extra solo para Renjun.

【𝖘┃ 𝖕┃ 𝖊】 ||ᴊᴀᴇʀᴇɴ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora