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No le dio tiempo de reaccionar a nada, paso de sentir la sensación de ardor y dolor por su cambio físico, a sentirse asfixiado, abrió los ojos notando su antiguo, antiguo cuarto. 

–Yo...

Tan pronto como abrió sus ojos, los cerro; Los gritos resonaban en el pequeño cuartito gracias a su tío Vernon, el polvo que caía por los pisotones en las escaleras por parte de su insoportable y malcriado primo Dudley y los golpes de las sartenes dadas por su tía Petunia que le reclamaba su inutilidad, ya que no le hizo su comida favorita a su adorado y amado niño.

–No creo poder soportar esto de nuevo.

Sollozo abrazando sus piernas y negó, él era Harry James Potter Evans, el niño que vivió, él que derroto a su enemigo en su primer año, Mato un Basilisco, sobrevivió a los dementores, estuvo en el torneo de los tres magos e incluso gano, sobrevivió a Dolores, fue reconocido en pociones y como siempre Sobrevivió.

Se animó secando sus ojos, sacudiendo su ropa y salió, Él podía con todo y los Dursley no eran nada, nada a comparación de una maldita serpiente de 20 malditos metros, respiro profundo y salió con la cabeza en alto preparado para cualquier cosa.

Se animó secando sus ojos, sacudiendo su ropa y salió, Él podía con todo y los Dursley no eran nada, nada a comparación de una maldita serpiente de 20 malditos metros, respiro profundo y salió con la cabeza en alto preparado para cualquier cosa

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Tenía razón... los Dursley no se comparan al Bello ,majestuoso y triste basilisco controlado, la pobre serpiente no sabía qué hacía o al menos no tenía un control, en cambio... Dursley... hijos de puta miserables, Ellos no veían a un pobre niño huérfano de 10 años, ellos veían a un demonio que mato a sus padres a penas pudo.

Con cuidado se recostó con ardor y un intenso dolor en su cuerpo, sus ojos hinchados y morados, su nariz dislocada con sangre seca en ella, su labio roto, su espalda ardía por los cortes y azotes proporcionados por el cinturón de cuero de su tío, sus brazos y piernas llenas de moretones por las cariñosas patadas de tu primo y tía, su estómago también dolía como la mierda por los múltiples puñetazos de su primo y que mejor que el dolor tan insoportable de su cabeza que como si fuera su función , no dejaba de sangrar, manchando así la parte derecha de todo su cuerpo, tampoco había duda de qué dos de sus costillas estaban rotas al igual que otras partes de su cuerpo.

Cerro sus ojos apretando como podía su mano y rio débil.

–No sobreviviré a estos Muggles...

Y sin más se entregó a los brazos de Morfeo.

Abre tus ojos y confía en tu amiga.

Los abrió débil y vio el pequeño reloj que estaba encima de su cama que marcaban las 6 de la mañana, se había quedado dormido, se movió con cuidado viendo su cuerpo que aún dolía, pero no sangraba, toco su nariz, dolía como la mierda, pero ya no estaba dislocada, su cabeza ya estaba bien, giro con cuidado esta viendo una poción y un bowl de fruta.

–Supongo... que es una poción nutritiva...

Se la tomo como si fuera agua y sin esperar más se comió la fruta limpiando el plato y sonrió relajado y lleno, analizo todo y vio el reloj ,solo habían pasado 5 minutos.

–Es sábado... despertarán a las 10 hoy, tengo 3 horas y 55 minutos para salir sin que lo noten, debo ser rápido.

Sin pensarlo más se arregló como pudo, robo un poco de dinero de la billetera de su tío y salió en busca del autobús que lo dejara en el caldero chorreante, lo tomo y pago sentándose con dolor esperando su llegada.

Al llegar agradeció bajándose del bus y entro de agachas al bar hasta llegar a la puerta del callejón diagon y sin pensarlo la abrió y corrió como pudo a gringotts, entro admirando todo como la primera vez y se acercó al duende mayor respirando y llamo su atención.

–¡Buenos días! Que la sangre de sus enemigos fluya en ríos de sangre y que el oro fluya en masa entre sus riquezas!-Hablo como le dijo la muerte en un susurro-

El Duende vio expectante al flacucho niño que lo saludo en respeto a él y su tradición.

 –Buenos días niño... Que los cuerpos de tus enemigos caigan bajo al filo de su espada y que nunca falte el oro en tú bóvedas... —Respondió cortes viendo al niño— en que puedo ayudarte? 

Lo vio atento y escucho el suave susurro de la muerte.

–Me gustaría hacerme una prueba de sangre, por favor, señor —Hablo cortes y amable viendo al duende—.

El duende lo miro atento, analizándolo y asintió.

–Claro que si joven...

–Soy Potter, Harry Potter, señor.

El duende aceptó y se bajó de su podio 

–Soy Rangock, el encargado de su cuenta, sígame a mi oficina para hacer lo que me solicito.

El chico asintió y lo siguió hasta una oficina bien cuidada con detalles dorados que resaltaban entre todo, tomo asiento frente al escritorio y vio el duende a los ojos.

–Y dígame Joven Potter ¿que lo hace querer hacerse una prueba de sangre? 

–Verá, yo hoy descubrí que soy un mago o al menos hijo de ellos y con la gente que vivo no saben nada de esos temas, yo tengo curiosidad de mi y de mi legado.

El duende anotó todo y lo vio atento.

–Está bien Joven Potter, dado a esas condiciones, lo haremos.

Harry sonrió aliviado, ya que pensaba que le pondrían traba por no tener permiso de su tutor legal, el cual desconocía por completo.

Rangock hizo aparecer una daga de oro con incrustaciones de diamante blanco y tallado de ramas en el mango junto a un pergamino de tela.

–Con la daga cortaras la palma de tu mano dominante y dejaras que caiga la sangre hasta que con ella pintes tu pulgar y timbres con este al igual que firmes con tu sangre.

Harry miro incrédulo a Rangock y asintió al ver que no era una broma.

–Esta bien...pero tiene un dulce que me de para después? Para recuperar la sangre señor.

Rangock asintió y saco una tableta de chocolate dejándola en la mesa junto a la daga y el pergamino.

–Cuando guste,Joven Potter.

Harry asintió y siguió cada paso al pie de la letra, termino de firmar y rápido presiono su mano para evitar sangrar de más, con la sangre bajo control se comió la tableta de chocolate fascinado animado mientras veía la reacción de Rangock.

–¿Sucede algo señor? —Pregunto curioso terminando su chocolate—.

–Si joven Potter, debe verlo usted mismo.

Harry tomo el pergamino curioso y lo leyo atento.

–Que demonios...?

My Open EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora