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- ¡No, por favor no me hagas daño!- suplicaba llorando el hombre que tenía delante- Haré cualquier cosa, pero por favor no me mates- de sus ojos no paraban de salir lágrimas y su nariz moqueaba.

No contesté, tampoco quería hacerlo, era solo un trabajo más, estaba harta de las mismas palabras de siempre como si decirlas fuera a cambiar en algo su destino.

- Por favor te lo suplico- decía mientras hacía una reverencia de rodillas con la cabeza pegada al suelo- no me mates- su voz temblaba a medida que las palabras salían de su boca, levantó la cabeza para mirarme intentando causar alguna emoción en mi, pero fue inútil.

- No tengo tiempo para esto- nada más decir esto me abalancé sobre él y le corte el cuello con un kunai.

Se llevó las manos al recinte corte gimoteando de dolor, y en unos pocos segundos su cuerpo sin vida cayó al suelo.

Me aseguré de que estuviera muerto y limpié mi kunai con un pañuelo que saqué de mi bolsillo, en ese mismo momento aparecio un hombre encapuchado.

- Has tardado más de lo normal, ¿esta todo bien?- preguntó al mismo tiempo que se quitaba la capucha, era Isamu.

- Si si, es solo que se puso a suplicar y a llorar como un niño- al recordarlo una mueca de asco involuntaria se formó en mi rostro a la vez que terminaba de limpiar el kunai.

Guardé aquel objeto afilado en mi bolsillo izquierdo y le miré, su corto pelo negro caía sobre su frente de manera desenfadada y sus ojos verde esmeralda brillaban bajo la luz de la luna y como siempre mantenía esa mirada inexpresiva, era bastante guapo.

- Venga vamos, nos están esperando en casa recuerda que tenemos que repasar el plan- sin esperar una respuesta de mi parte se dio la vuelta camino a casa.

No dije ni una palabra solo me limité a dejar el cuerpo de aquel hombre atrás mientras caminaba a su lado pensando en todo lo que nos esperaría de ahora en adelante.

Unos cuantos años atrás...

Mi pecho subía y bajaba sin control, mi respiración estaba tan acelerada que sentía que mis pulmones iban a estallar, mis piernas empezaron a fallar por el esfuerzo así que coloqué mi mano en uno de los árboles que nos rodeaban para evitar caerme al suelo.

- Se acabó el entrenamiento por hoy- aquel hombre de cabellos y ojos azabache me cogió en brazos- ya has hecho suficiente por hoy Akane, estas agotada- me miró con compasión mientras sonreía, seguro debia estar con todo el pelo sudado y la cara llena de barro.

- Pero papá estaba apunto de conseguirlo- dije mientras me flotaba los ojos debido al cansancio- quiero hacer el Gōkakyū no Jutsu igual que tú- mi ceño se frunció al recordar como le salía de bien el jutsu a mi padre mientras que a mi solo me salía una pequeñisima bola de fuego.

- Mañana seguirás con el entrenamiento, pero quiero aprovechar el tiempo que me queda antes de mi próxima misión- algo cambió en su expresión cuando vio mi cara de tristeza al escuchar eso.

- ¿Por qué tienes que irte? Quiero quedarme contigo- le abracé lo más fuerte que pude- No me gusta cuando te vas, me siento muy sola.

No sé qué le pasó a mi padre en ese momento pero cuando dije esa última frase me abrazó fuertemente, como si no quisiera soltarme jamás, nos quedamos ahí unos segundos hasta que me separé de él para mirarle.

- Puede que no esté contigo físicamente pero siempre estaré en tu corazón- con dos de sus dedos, el inicial y el corazón, me dio un ligero toque en la frente, algo que siempre hacía, a lo que yo emití un pequeño sonido en modo de queja.

赤い復讐 | Venganza RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora