1.03| pierce

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SU HABILIDAD DE CONTROLAR EL METAL había sido una parte fundamental de su vida durante años, convirtiéndola en una formidable mercenaria.

Podía sentir la atracción del metal a su alrededor, manipulándolo con precisión y destreza. Desde pequeñas piezas de tornillería hasta estructuras de acero imponentes, todo respondía a su voluntad. Podía levantar toneladas de acero sin esfuerzo y esculpirlo en cualquier forma que deseara. Esa habilidad había sido una bendición y una maldición.

A veces, los estímulos eran demasiados.

Cuando había demasiados metales a su alrededor o usaba sus poderes sin descanso, podía sentir una sensación de peso y opresión a su alrededor. La energía del metal parecía rodearla, envolviéndola con su presencia magnética. Esta sensación constante generaba una carga emocional y física, haciéndola sentir sofocada en el mejor de los casos y, en el peor, dolor de cabeza, ansiedad, irritabilidad y un cansancio extremo.

De todos modos, terminó el trabajo y luego los siguientes. Uno tras otro, sin parar. En poco tiempo, con cada hazaña, con cada acto de fuerza sobrehumana, sus habilidades se desgastaban por la continua tensión y el incesante esfuerzo requerido para cumplir cada objetivo.

Lilith añoraba los tiempos en los que trabajaba por su cuenta, eligiendo sus misiones y tomando el tiempo para descansar y recuperarse.

Pero la promesa de poder y riqueza la había seducido en un momento de debilidad, ahora se daba cuenta del precio que estaba pagando.

Estúpida.

Con cada sobre que llegaba, el odio hacia Argent crecía dentro de ella.

Lamentaba profundamente haber aceptado el trato y se preguntaba cómo había llegado a este punto, cómo había permitido que la manipularan y la trataran como un títere. Sus poderes, que alguna vez le habían proporcionado una sensación de invencibilidad, ahora parecían un lastre.

A pesar de todo, Argent cumplía su parte del trato, pagándole generosamente por cada operación exitosa. El Espectro Plateado había pasado de ser un mito contado a los niños para obligarlos a dormir temprano, a ser una reconocida mente del crimen que apoyaba las acciones de Argent. Mientras su poder se incrementaba, también lo hacían sus enemigos.

Con el Espectro Plateado siendo un mito, sus pocos aliados -clientes- la respetaban y le temían, ahora, solo le tenían odio. Querían acabar con ella y con su nuevo imperio.

Sentada en su lujoso apartamento, la chica mercenaria se veía rodeada de herramientas y trozos de metal. Cada objeto era un testimonio de su poder y también de su cautiverio. Mientras miraba fijamente las piezas, una sensación de odio ardía en su interior. Odiaba a Argent por haberla atrapado, por haberla expuesto a un agotamiento físico y mental que jamás se imaginó.

Pero, sobre todo, se odiaba a sí misma por haber aceptado ese trato.

¿Cuánto más podría soportar esta vida antes de perderse a sí misma por completo?

Bueno, tal vez estaba siendo un poco dramática.

Alguien tocó a la puerta. Con mucho pesar se acercó a abrirla, cada paso era una lucha, cada movimiento requería un esfuerzo extra.

-¡Señorita Hayes! ¿Cómo se encuentra? -Alfred la miró con una enorme sonrisa.

-Bien. -Por su mirada, se dio cuenta de que no le creyó.

¿Tan mal se veía?

-¿Cómo está usted, Sr. Sousa?

-Muy bien, Lils, un poco preocupado por usted.

𝐌𝐄𝐓𝐀𝐋 𝐆𝐈𝐑𝐋¹ ━━ Bucky BarnesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora