León

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La reproducción de los leones es sencilla, el macho a cargo de la manada se aparea con todas las hembras y, en caso de ser retado por otro y perder, este nuevo macho matará a todos los cachorros existentes para aparearse con las hembras y que todos sus hijos lleven sus genes. Esta realidad en el mundo animal salvaje es algo que comparten los leones y los humanos.

Un alfa joven de blanco y largo cabello repasa esta historia corta por su mente mientras un olor agradable más no intenso pica su nariz, es medianoche, primera vez en mucho tiempo que ha decidido estar presente en una de esas fiestas de universidad donde el alcohol abunda y no puede conducir y ahora, como si fuera una aparición fantasmal, un extraño fenómeno de un omega adulto teniendo su celo en el estacionamiento de donde vive se hace presente. —Ah, solo terminemos con esto.— Busca entre sus cosas un bozal, una herramienta de ayuda que promete no volverlo loco con el olor. —Y un supresor omega... Estoy seguro que me queda alguno ¡Oh! Aquí está.— Se acerca de forma calmada al hombre que se encorva sobre sí mismo. —Tranquilo.— Deja salir un leve perfume con el propósito de llamar la atención, solía hacer esto en la escuela, es uno de los elegidos por el profesor Wing como guardián del lugar, siempre era lo mismo, el omega voltea, intenta abrazarlo, y él mete el supresor y obliga a tragarlo.

Cuando le fue lanzado un golpe se dio cuenta que no sería igual.

Dio un salto hacia atrás, sus ojos se agrandaron cuando notó al ser que cargaba y el llanto que iniciaba. Tragó pesado, y ejerció más peso en sus feromonas, no es difícil "domar" a un omega con un bebé, solo le hubiera gustado saberlo antes para no lanzarse como si nada.

El omega con cabello en puntas le sonríe de forma lasciva, terminó de domarlo y se acerca sin cuidado. —Toma esto.— Sostiene su mandíbula, y al ver la acción de tragar lo suelta quitándole al bebé. Primero necesita controlar los "daños", en este caso, qué tanto iba a zambullirse hoy en el problema. —Ya, tu tonto padre se pondrá bien.— Comenzó a mecer, cuando el omega por fin cayó dormido se acercó a la pañalera y a su maleta, si había algo que demostrara que no era un mal padre o mala persona lo ayudaría, sino llamaría a la policía. Un celular viejo que encendió, dejando ver en la pantalla al hombre inconsciente cargando al infante y, dentro de la pañalera, un montón de pañales, ropas y frazadas. —Mierda, quería no involucrarme.— Lo malo de la buena gente es que tiene que ayudarlas.

Llevar a un hombre y a un bebé a su casa no fue complicado como se pudiera imaginar. La zona no era conocida por su seguridad, los vecinos no se metían y su fuerza era lo bastante buena, en ocasiones bromeaba con sus amigos sobre poder cometer asesinatos en su casa sin que pudieran atraparlo, aunque claro que no cometería uno, al menos no sin razón.

Las llaves, la puerta, y lo primero que hace es lanzar al padre a su sofá. No es tan buen samaritano, no piensa dejarle su cama también, y menos ante un descuido como tener su celo en medio de la calle mientras lleva a un infante. —Uno menos, queda el bebé.— Ve la hora, es la una de la puta mañana, tiene demasiado sueño y alcohol en su sistema como para hacer esto. —Kalluto solía dormirse con canciones de cuna.— Música tranquila en el celular que no funcionó. —No hueles a caca por suerte, no iba a cambiar tu pañal.— Bosteza buscando en la pañalera, nada, rasca sus párpados y luego mira al bebé que carece de dientes, seguramente aún ni siquiera cumpla el año y siga tomando pecho, es pequeño, mira por un segundo al omega que ronca en su sala y niega. —No pienso desnudar a tu padre solo por eso, es raro.— Camina hacia su cuarto, uno sin una gran decoración pero sí con ropa por todos lados, deposita con cuidado al bebé en medio de la cama y sale por la puerta principal.

No hay mucho alrededor, pero sabe que algo indispensable que hay en todos lados, incluso ahí, es una farmacia con la persona más molesta que ha conocido —¿Hoy sí vas a querer condones?— Una rubia de joven apariencia que tenía que gritar cosas vergonzosas siempre que estaba ahí solo porque lo ruborizaba.

O de omega Donde viven las historias. Descúbrelo ahora