Orihime y Ulquiorra eran felices viviendo así tal cual, ya que los dos parecían desarrollar una fuerte conexión que sentían el uno al otro. Era especial que dos individuos totalmente diferentes al otro, sintieran aquello.
Es más, Ulquiorra no sabía con certeza que el control de los sentimientos podía ser una de las facultades más complejas del ser humano. Por ende, no dejaba de apartarse de su amada, ya que sentimientos como el amor lo perturbaban durante los momentos que pasaban, acompañándola y cuidándola.
Aunque, una de las reacciones humanas que Ulquiorra no podía detener, era la incontrolable sed de hambre.
Aquella codicia que despertaba en él deseando a la mujer que se encontraba frente a sus ojos, podía descubrir lentamente la lujuria que permanecía oculta desde hace tiempo en su interior. Su cabello largo y anaranjado, que se meneaba cada vez que Orihime hablaba y reía, dejando por descubierto sus suaves hombros, ligeros y delgados.
-Entonces, ¿Qué te parece?
Mientras la mujer hablaba cosas que resultaban ser usuales en las personas, de tanto parloteo, Orihime no se había percatado de que, aquellos dedos largos y blanquecinos se apoderaron por completo de su cuerpo, recorriendo cada parte de su hermosa contextura; desde su encantador y esbelto cuello, hasta llegar a sus bellos senos.
Ulquiorra y Orihime pasaban momentos inolvidables, simplemente dejaron que todo ocurriera. Desde que Ulquiorra cambió, se sentía aliviado y amado.
Todo ha estado bien desde que estoy cerca de ti. En realidad, desde que te ví no sabía qué sentir, puedo decir que me interesabas mucho, mi mirada siempre se fijaba en ti desde el comienzo, y me preguntaba bastantes cosas. Para mí tu eras encantadora, y no sabes cuanto he deseado saber más de ti... Hablando solo de ti...
Los delgados dedos de Ulquiorra tocaron suavemente los muslos de la joven, besando su estómago y oliendo el envolvente perfume a hortensias.
Todo esto lo volvía loco, por lo que, decidió llevarla a la cama, susurrándole palabras de amor cerca de su oído izquierdo, haciéndole provocar leves gemidos. De alguna manera, el ambiente se transformó en un nuevo entorno, en uno más ardiente, apasionado y cálido.
Los dos no aguantaron más, así que dejaron pasar el momento para desahogar su ardor corporal.
Mientras Ulquiorra agarraba las piernas de su amada, éste empujaba su cuerpo lentamente hacia la de Orihime, sintiendo una sensación extraordinaria, una sensación única y entusiasta. La excitación lo sometía a hacer actos lujuriosos, marcando el cuerpo de Orihime incontables veces, estas eran marcas de pertenencia.
―Ahora me perteneces.
Entre sábanas seductoras, sus cuerpos se agotaban. Pero sería desperdiciar el tiempo, y desperdiciar el tiempo era algo que a Ulquiorra no le gustaba, y a pesar de que las gotas de sudor recorrían por todo su cuerpo, no cesó. Quería más, mucho más.
Quería hacer entender a Orihime, que le pertenecía, y que a la vez, él le pertenecía a ella.
De repente, Ulquiorra se inclinó para abrazar el exuberante cuerpo de Orihime, besando su dulce boca, buscando su lengua y a la vez enlazarla con la suya. Embestía fuertemente, dejando salir unos tiernos gemidos mientras se afirmaba de las propias sábanas.
Durante toda la noche, permanecieron juntos, abrazados y llenos de afectos. Aquellos eran momentos muy encantadores; cuando Orihime hacia gestos corporales cautivadores, a la vez provocaba la mente sensible de Ulquiorra, atrayéndolo por su deleitoso manifiesto.
Ulquiorra, siendo un ser bastante frívolo por naturaleza, por dentro le entretenía la idea de someter a su mujer en un juego placentero.
Aquella mujer amable y risueña, deseaba que la domara. Sin embargo, sus piernas tiritaban de tanto placer, que su cuerpo no aguantaba nada más que su piel.
Al día siguiente, la suave brisa pasaba por el rostro de Ulquiorra, haciéndolo despertarse del sueño que parecía interminable.
Volviendo en sí mismo, no había quedado más que impresionable por lo ocurrido de la noche anterior, recordando aquellas posiciones que ahora parecían más que actos pecaminosos. Al fin y al cabo, nunca había tenido aquella fantasía extraordinaria, usando sus cinco sentidos para hacerlo sentir en las dichosas nubes.
Volteó a ver a su amada, mostrando un rostro cálido e inocente. Parecía estar durmiendo por siempre, por lo que eso le preocupó, y con una voz ligera y apesadumbrada, le susurró a uno de sus oídos:
―Despierta, mi dulce Orihime.
Ulquiorra no acostumbraba a señalar a las personas por su propio nombre, ni tampoco que ellos lo hicieran con éste. Sin embargo, el tiempo que había pasado con la joven esplendorosa, lo había hecho cambiar poco a poco, exceptuando su personalidad introvertida y seria.
―¿Ulquiorra?
―Estás despierta. ―Añadió una leve sonrisa.
Dos rostros observándose tiernamente, dos seres que acaban de encontrarse internamente, han podido revelar un profundo mar de deseos.
―Tus ojos. Tus ojos apenados no han desaparecido, Ulquiorra. ―Dijo mientras se frotaba los ojos.
―¿Te disgustan? ―Expresó indiferente.
―Los adoro.
A pesar de que Ulquiorra tenía el poder de sentir como todo mortal, no comprendía el por qué de esas palabras. De un momento a otro, algo dentro de él lo hizo revolotear, una sensación nueva y extraña mientras contemplaba la felicidad que Orihime Inoue transmitía. Emitiendo una dulzura sin igual, tiñendo el ambiente de un color extraño, un color lleno de calidez y simplitud.
¿Es a esto lo que llaman afecto?
Ya era medio día, y mientras Orihime se levantaba para tomar una ducha, Ulquiorra no pudo hacer nada más que seguirla.
Temiendo a estar solo en cual momento.
![](https://img.wattpad.com/cover/30170313-288-k857045.jpg)
ESTÁS LEYENDO
En el vacío mundo de Ulquiorra
Fanfic[Fan Fic] Sentimientos como el amor no existen en realidad, son sólo un instinto para huir del miedo y la desesperación, son sólo tonterías de los humanos. Esta es una historia corta, que narra el encuentro de estos dos individuos muy diferentes, pe...