La temporada de invierno estaba a punto de terminar.
Los diminutos copos de nieves se derretían rápidamente sin que Ulquiorra se diera cuenta. A través de la ventana se vislumbraban aquellas lejanas montañas, cubiertas de una blanca y espaciosa nieve que cubría cada parte de esta.
Era increíblemente espléndido, un color que demostraba cierta inocencia y pureza.
Justamente como Orihime.
Aún no tenía deseos de levantarse de la cama, ya que incontrolables pensamientos inquietantes lo perseguían aún estando dormido.
Sin embargo, escuchó una voz dulce y agradable. Era Orihime quien lo estaba despertando de su más profundos pesares, rescatándolo de aquella oscuridad vacilante que hacía revolotear sus pensamientos.
―No puedo decidir si tus bellos ojos me intimidan o me cautivan cada vez que me miran desprevenidamente.
―No seas tímida, cuando lo haces siento que me intentas provocar de una manera inquietante. ―Intervino mientras se acerca a ella―. Espero que entiendas que no soy bueno con las acciones, te tendré conmigo a pesar de las circunstancias.
―Me gusta estar contigo, a pesar de tu personalidad indiferente.
―Eso es bueno. Tu presencia es la única estrategia para mantenerme en calma.
Con un tierno beso bastó para que Ulquiorra recuperara su aliento, por lo que comenzó a levantarse, desnudando el frágil cuerpo de la mujer, acariciando sus piernas y mordiéndolas como un lobo hambriento por su presa.
Cada vez que ellos dos permanecían juntos, el tiempo solo era un estorbo en cuanto a los momentos que podían disfrutar, perdían la noción del tiempo, deleitándose son sus cuerpos desnudos al son de los cantos de las coloridas aves que despertaban a plena luz de la mañana.
En la tarde, Ulquiorra decidió echar un vistazo al cielo que aún seguía despejado, y contemplando las pocas nubes que se presenciaban.
No cabía duda que el frío de las mañanas era abismal, pero al parecer, Ulquiorra ya estaba acostumbrado, sin embargo, al mirar el cielo, los colores se reflejaban ante sus ojos.
Normalmente las personas tienden a mirar el suelo o en alguna otra parte, como si el cielo no existiera para ellos. Sin embargo, en ese mismo instante, Ulquiorra pensó que con tan solo mirar arriba, podía despejar todos aquellos atormentos de su pasado.
Al cerrar sus ojos, podía escuchar los maravillosos cantos alegres de las pequeñas aves. Y nuevamente, sentía aquella sensación de estar vivo, esto hacía estremecer sus sentidos, respirando, sintiendo y escuchando todo lo que ocurría a su alrededor.
―He estado inserto en el vacío durante mucho tiempo.
En algún momento de su vida, había olvidado aquellas diminutas cosas que envidiaba de los humanos. Sentimientos como el amor eran esenciales para comenzar una nueva historia, y del mismo modo, para terminarla.
Sin embargo, entre tanta belleza que observaba, una desagradable voz interrumpió su tranquilidad.
Al voltearse, no pudo estar más impresionado. Con tan solo ver esos fastidiosos ojos, hizo enojar a Ulquiorra.
Se preguntaba el por qué de su visita tan inesperada y molesta, teniendo en cuenta de que la estaba pasando bien en un mundo en donde sentiría por siempre. En un mundo en donde no se sentiría solo e insignificante, sin hacer nada más que caminar.
―¿A qué viniste? Espero te retires pronto, con solo verte me cansas. ―Expresó siendo indiferente.
―¿Ah?
―Escucha, lo que esté pasando en el Hueco Mundo ya no es de mi incumbencia. Así que no desperdicies tu tiempo aquí y vete.
―Este mundo es una basura, Ulquiorra ¿Te pierdes por unos par de meses y drásticamente has renunciado a donde perteneces? ―Preguntó cabreado.
―Ese mundo nunca fue mi hogar.
―¿Me estás diciendo que este mundo de débiles e insignificantes humanos es tu hogar? No me jodas, tu nunca perteneciste aquí, tu no eres humano. Y aunque ahora lo fueras, solo estarás falsificando tu existencia. ―Declaró.
―Ya no sigo Aizen.
―¿Te golpeaste la cabeza? Siempre le fuiste fiel. ¿A qué viene todo esto? ¡Me estas molestando!
―Vete, Grimmjow.
Las hojas de los árboles se soltaban de sus débiles ramas, cayendo lentamente hacia el suelo para luego ser elevadas por el viento.
Ulquiorra no tenía la intención de pelear con el otro sujeto, dado que ya no poseía poderes. Además, estaba consiente de que este no era el mundo al cual pertenecía.
Su hogar era Orihime.
Pero lastimosamente, su compañero Arrancar nunca lo entendería.
Nunca ha existido la buena convivencia entre Arrancars, por lo que era imposible empatizar y comprender los caprichos del otro.
―Te he estado observando hace varios días atrás. Pero creo que ya te has dado cuenta de mi presencia. Dime, ¿Quién es esa adorable mujer que aparece contigo? ―Intervino mostrando una maliciosa sonrisa.
―No pensé que te interesabas en mis asuntos.
―¿Quizá es tu novia? qué sorpresa. Pero, ¿puede alguien insensible como tú amar a alguien tan opuesto como ella? ―Se burló.
Grimmjow siempre se caracterizó por su increíble arrogancia y superioridad. No importa que tipo de persona se le pueda cruzar, éste estaría dispuesto a demostrar brutalidad con tan solo de saber el nivel de fuerza y poder.
Esto pasaba bastante a menudo cuando luchaba con Shinigamis, considerando la oportunidad que se le brindaba su propia naturalidad violenta. Atacando y matando a cualquier ser insignificante que se le cruzará por delante.
En su retorcida mente, él se veía a si mismo como un ser superior, mientras que los demás eran pisoteados por la impetuosa forma de luchar contra quién consideraba un rival.
Sin embargo, mientras Grimmjow transmitía repugnancia con tan solo observar a Uqluiorra, no podía estar más inseguro acerca de su nueva entidad. Y aunque no estaba interesado, no cabía duda alguna que a pesar de su rebeldía obstinada, aún así, conservaba respeto ante su presencia.
Dado que la convivencia de éstos dos nunca fue afable, Orihime no era la única que fue considerada opuesta a Ulquiorra.
Grimmjow era el Arrancar que poseía cierta personalidad desemejante, trayendo incovenientes en cuanto a sus actos.
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En el vacío mundo de Ulquiorra
أدب الهواة[Fan Fic] Sentimientos como el amor no existen en realidad, son sólo un instinto para huir del miedo y la desesperación, son sólo tonterías de los humanos. Esta es una historia corta, que narra el encuentro de estos dos individuos muy diferentes, pe...