Domeric El Destripador

Capitulo 20

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The North| Dreadfort|Año 299 D.C | Pov Narrador

Los fuertes y gélidos  vientos del norte resoplaban con fuerza atraves de los pasillos de la fortaleza y hogar ancestral de la casa bolton. Desde que Domeric había tomado el liderazgo de la casa, había tratado de modernizar y mejorar la fortaleza, aprovechando el nuevo flujo de recursos y la gran abundancia económica de la casa bolton. Enfocándose en intentar una réplica de el sistema de tuberías de la casa stark, sin embargo el principal problema que encontró fue la falta de aguas termales como las había en winterfell. Nada que no se pudiera arreglar con ingeniería y las suficientes manos.

La solución más fácil fue diseñar un sistema de tuberías que pasara por distintos puntos clave del castillo y crear una sala de calderas donde el agua fuera hervida y después fuera distribuida por las tuberías. Un sistema que nisiquiera el mismo domeric terminó de entender como había logrado hacer funcionar, algo arcaico y grotesco a la vista. Pero funcional, solo se requería de mantener encendídas las calderas con leña y quien supervisará que todo funcionara correctamente.

Pero cualquier sirviente estaría contento de mantenerse en la habitación más cálida de todo el castillo y llevar sus tareas únicamente en dicha habitación, un puesto que incluso los guardias podían decir envidiar. Comida hospedaje y calidez en el frío norte era todo lo que cualquiera pudiera pedir. Ese trabajo era la gloria para cualquier norteño.

Gracias  a esto dreadfort se había vuelto más agradable para ser habitado. Por su parte en el lado estético, las nuevas señoras de la fortaleza se habían encargado de en sus palabras, arreglar el espeluznante lugar. Tratando de respetar y mantener la presencia y lo imponente del lugar, pero dándole ese toque femenino que quiza hacia falta para terminar de hacerlo lucir un verdadero castillo y no una cárcel espeluznante. Domeric no había dicho mucho al respecto, de todas formas no es como que el señor de Dreadfort tuviera mucho que decir al respecto, sabía que llevarle la contraria a sansa o myrcella podría significar el destierro temporal de su lecho nupcial, y de todas formas no valía la pena pelear por algo que de todas formas el mismo pensaba hacer en algún momento.

En este momento la fortaleza está sumergida en un profundo silencio con nada más que los sonidos de las aves o debes en cuando las pisadas de los pretorianos que marchan dentro del castillo montando guardia. Usualmente la fortaleza se encontraba repleta de movimiento o ruido pues los hombres de bolton entrenan y la producción de armas no se detenía. Ahora con la guerra en su punto cuspide, la mayoría de los hombres habían marchado al lado de domeric y junto al ejército norteño, muchos pretorianos habían sido enviados a montar guardia en distintos puntos y puestos de avanzada en tierras bolton. Y apenas los hombres que domeric consideraba suficiente para mantener a salvo a sus esposas habían permanecido en la fortaleza.

Dentro del solar de domeric podemos observar a dos personas sentadas frente al escritorio y una gran cantidad de documentos y distintos pergaminos. Ocupando el lugar de domeric estaba sansa sentada sumergida en su lectura, leyendo los reportes de el estado de las tierras bolton. Al otro lado del escritorio y sentada frente a sansa, myrcella también sostenia otro pergamino con la contabilidad de la casa en esta última luna.

Si bien domeric era quien había marchado a la guerra, el verdadero trabajo lo habían estado realizando ambas, si bien contaban con distintos asesores más que preparados para servir como regentes, ambas jóvenes se habían negado efusivamente a sentarse y debilitarse en una cama a pesar de su embarazo, ambas habían estado buscando la mejor forma de administrar la casa bolton y preservar la mayor cantidad de alimentos para el invierno que estaba por venir. Si bien el comercio con westeros había disminuido enormemente con excepción de las casas tyrell y martell y sus respectivos reinos. Actualmente la principal fuente de ingresos provenía desde essos y bravos