Capitulo 2

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Sebastián

Era mi primer día de trabajo en la prestigiosa academia de danza y los nervios me invadían. Había dejado mi antiguo empleo para perseguí mi pasión por la música, y ahora tenía la oportunidad de demostrar mi talento a brillantes bailarines. Era un nuevo comienzo para mí, lleno de expectativas y desafíos.

Cuando entre al estudio, el ambiente estaba lleno de energía. Bailarines de todas las edades se movían con gracia y precisión, sumergidos en su propio arte. Hasta que la vi, hasta que mi mirada se posó en ella, en mi Emily, una bailarina destacaba entre sus compañeros. Su presencia era magnética y no pude evitar sentir un cosquilleo en los dedos por querer rozar mi mano con la de ella.

Emily irradiaba confianza y determinación mientras ejecutaba pasos con elegancia. Cada movimiento que realizaba era una obra de arte, y su pasión por la danza era palpable. Era evidente que estaba dedicada a su arte y que tenía grandes metas en mente.

A medida que observaba su frágil figura, mi deseo por conocerla se intensificaba. Me intrigaba su historia, su motivación y su camino en el mundo del ballet. Quería saber más sobre ella, sumergirme en su mundo y descubrir que se escondía detrás de su fachada perfeccionista.

Aunque debía mantener mi enfoque en mi trabajo como profesor de piano, no podía evitar sentir la conexión especial con Emily. Sus ojos expresivos y su talento desbordante despertaban en mí una curiosidad y deseo que no podía ignorar. Quería ser parte de su mondo, incluso si eso significaba desafiar las reglas y enfrentar los peligros de un amor prohibido.

Mientras Emily se movía con gracia por el estudio, mi mente divagaba pensando en ella, ¿Cómo olería? ¿Su cabello sería tan sedoso como se ve? ¿Cómo se vería con ropa cómoda y de entrecasa? ¿Sus muslos son tan cremosos como imagino? ¿Cómo gime? ¿Cómo se corre? ¿Tiende a cerrar las piernas o tiene espasmos cuando llega al clímax? ¿Tendrá algún fetiche? ¿Cuál será su golosina favorita? Imaginaba acariciar su piel, perderme en sus brazos apasionados y explorar cada rincón de su ser. Pero sabía que debía ser cauteloso, que tenía responsabilidades y un matrimonio que no podía ignorar.

A pesar de las tentaciones y la atracción magnética que sentía hacia Emily, debía recordar que mi objetivo principal que era trabajar para la academia y demostrar mi talento con el piano. Me esforzaría por mantener una distancia profesional, aunque eso implicaría negar mis propios deseos y luchar contra los impulsos que me consumían.

El primer día de trabajo fue una mezcla de emociones intensas. Sentí una conexión instantánea con Emily, una atracción que no podía negar. Pero también recordé mi compromiso y deberes como esposo. Era un equilibrio delicado, una lucha interna entre la pasión desenfrenada y la fidelidad.

A lo largo del día, tuve la oportunidad de interacción con Emily en varios momentos. Cada vez que nuestras miradas se encontraban, el aire se cargaba de electricidad. Podía sentir el deseo en el aire, la tensión que crecía entre nosotros. Nos comunicábamos sin palabras, con gestos sutiles y miradas cargadas de significado.

Aunque no cruzábamos la línea física, cada momento, cada minuto compartido con Emily era único. Anhelaba su cercanía, su presencia seductora. Cada vez que la veía bailar, una corriente de deseo recorría mi cuerpo, dejándome sin aliento.

Sin embargo, en medio de la tormenta de emociones y deseos, recordaba el compromiso con mi esposa, Lilith. Los pensamientos de culpa y conflicto se mezclaban con la pasión y el deseo, creando una tormenta interna que amenazaba con consumirme por completo.

Finalizando el día, cuando regrese a casa, me encontré sumergido en un mar de emociones contradictorias. Sabía que tendría que enfrentar los problemas en mi relación y tomar decisiones difíciles. Pero el deseo que sentía por Emily no se desvanecía fácilmente. Era casi una obsesión que amenazaba con destruir todo lo que tenía.

Mis noches se llenaron de fantasías y sueños prohibidos. Cada vez que cerraba los ojos, podía sentir la electricidad que ella transmitía con solo entrar a la habitación, podía ver sus ojos llenos de grandeza y deseo. La línea que separaba la tentación y la lealtad se volvía cada vez más dudosa, y me encontraba en una encrucijada entre el deseo y el compromiso.

Nuestra melodía prohibidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora