Migajas de tu amor.

¿Dónde está el amor?

Las semanas pasaban y Miles se sentía cada vez más apagado, después de renunciar a su trabajo y continuar solo con sus estudios por recomendación de Miguel, se sentía más abrumado que cuando tenía que hacer las dos cosas al mismo tiempo.

Extrañaba a sus amigos del trabajo, los que siempre le escuchaban cuando tenía problemas, los que amaba invitar a casa a cenar y jugar juegos de mesa, por más grandes que fueran todos, sabía que podían convivir de forma sana, ahora no tenía nada de eso, no después de los problemas que había causado su relación amorosa con Miguel.

Miguel siempre fue un hombre muy celoso, por ello tuvo tanta dificultad al soltarse con Miles, no sabía confiar en nadie y era sobreprotector, tanto que a Miles no se le tenía permitido hablar con sus amigos si Miguel no estaba presente, mucho menos salir a divertirse con ellos si el no lo acompañaba o sabía en todo momento dónde estaba y con quién.

Desde el inicio de su relación y mucho antes, los compañeros de trabajo de ambos notaron la tensión creciente de los dos y trataban de disimularlo, más por el código empresarial que por respeto pero al fin y al cabo, Miguel y Miles terminaron evidenciándose solos y ya se les tenía en la mira de los jefes, hasta que los pleitos entre su relación orillaron a Miles a abandonar su empleo, sus amigos y sus sueños con ello.

Después de su separación con la empresa que amaba, Miles trato de guardarse sus sentimientos, pero no podían evitar salir a flote cuando sus antiguos amigos lo contactaban, para saber cómo estaba o invitarlo a salir sin mucho éxito, pues el menor siempre evitaba a sus amigos para no levantar el enojo de Miguel y evitar las constantes preguntas sobre su renuncia inesperada.

Miles encontraba razonable en su mente, salir de la empresa que le había causado tantos problemas con su relación, Miguel no podía evitar enojarse cuando el convivía con sus demás compañeros, hablaba de su relación y sobre todo, cuando Miles empezó a ser visto para puestos más grandes y los jefes le indicaban el futuro que le esperaba en la empresa al terminar sus estudios.
Miguel trataba de arreglar los sentimientos de Miles a su beneficio por supuesto, le indicaban al menor que así tendría más tiempo de concentrarse en su carrera y en ellos dos, que se acabarían los celos y así mejorarían sus posibilidades de seguir creciendo juntos.

<<Juntos.>>

Esa era la promesa que mantenía a Miles al pie de la tormenta que significaba entender y complacer a Miguel, las noches preguntándose si era suficiente, el que más tenía que dar para obtener su amor.

Miles estaba estudiando en su habitación cuando un llamada entro en su teléfono, era Miguel.

-Hola, ¿Que sucede amor? -contestaba Miles con cierta incertidumbre, era extraño que Miguel lo llamara a estas horas de la noche.
-Vamos a salir, quiero tomar algo contigo y divertirme, paso por ti en unos 20 minutos. - Miguel sonaba ya entrado en el alcohol, como si estuviera mareado y eso le preocupaba a Miles, cada vez que se ponia así, no podía evitar sentir escalofríos, sus peores ataques de furia venían cuando el mayor no podía controlar sus impulsos.

-Miguel, me encantaría pero tengo que estudiar, tengo exámenes finales la siguiente semana, perdóname. -aun Miles se encargaba de pedirle perdón por decirle que no, sabía que Miguel odiaba las negativas.

-Miles, no me hagas esto, sabes que no me gusta escuchar esa palabra, además no te gustaría que saliera solo conduciendo de noche, ¿Verdad?- el tono de Miguel era familiar, manipulador y sarcástico, Miles lo conocía a la perfección, al menos las malas costumbres que siempre manejaba para conseguir lo que queria.

-Miguel, por favor no empecemos, esto es importante para mí y lo sabes, ¿No fue suficiente abandonar mi trabajo?- Miles trataba sin éxito esconder ese pequeño rencor, los celos de Miguel en cualquier aspecto lo habían orillado a dejar su empleo, se lo recordaba de forma pasivo-agresiva cada vez que podía, para obtener un poco de piedad de las exigencias del mayor.