PREFACIO

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PREFACIO

2010

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Hace un día caluroso en el pueblito más pintoresco de Francia, en pleno medio día. Kai Roux camina bajo el sol de verano sofocante de vuelta a casa con el mandado de su abuela entre sus delgadas manos, mientras tararea la canción de cuna que siempre le ha cantado su nana. El calor le hace sudar a pesar de su ropa holgada y ligera, pero la sonrisa plasmada en su rostro de facciones marcadas por su ascendencia turca, no se esfuma, tiene a sus hermanos compartiendo con él, cosa que pasa poco por sus exigentes trabajos, pero han hecho hasta lo imposible por conseguir tiempo para vacacionar como hacía muchos años no podían.

A sus quince años es un joven brillante, ha ganado una beca completa para la prestigiosa universidad Oxford una vez acabe sus estudios en la secundaria, por mostrar capacidades excepcionales a corta edad y tener un coeficiente intelectual considerablemente superior al promedio, le ha permitido alcanzar mucho y cada día mostraba más y más potencial en áreas de matemáticas sobre todo, pero su verdadera pasión era sin duda la música, su mayor amor, las sinfonías de Ludwig Van Beethoven y los réquiems de Wolfgang Amadeus Mozart, puede perderse en las melodías por horas encerrado en su habitación como si fuera un alma vieja en cuerpo de joven, pues sentía haber vivido una vida pasada muy lejos del ajetreo del mundo moderno.

Va pegado de su reproductor de música con sus amigos infaltables, los audífonos, mientras camina hasta la mitad de la calle, solitaria a excepción de una mujer con su hija de seis años de la mano, debe girar a la derecha en la próxima esquina y de allí avanzar unos ochocientos metros hasta la casa de la abuela Roux, pero antes de llegar a la intersección, una camioneta blanca tipo furgón frena en seco a su lado, de esta descienden hombres armados con fusiles de asalto que apuntan a su cabeza. Kai queda en conmoción por unos segundos; no obstante, al verse rodeado intenta defenderse con los trucos enseñados por Klaus, su hermano mayor, aunque nada podría detener cualquier cosa que buscaran si lo pedían con un cañón contra su frente.

—¡Arriba, niño de mierda! —grita uno de los hombres, su acento suena indudablemente ruso—. ¡Arriba o te daré un tiro en el culo que te saldrá por la boca!

—¡Auxilio! —clama la mujer, pero ello la condena, le dan un tiro en la frente y emprenden contra su hija; no obstante, la inocencia de la misma detiene al ruso, está asustada, por ello la toma también aun cuando llora incesantemente. No debe dejar testigos, pero no fue capaz de apretar el gatillo.

—¡¿Qué quieres de mí?! ¡no tengo dinero! —exclama Kai cuando un hombre lo sujeta por la nuca empujando su cabeza hacia abajo con rudeza hasta impulsarlo en camino a la puerta corrediza y empujarle dentro, donde hay sogas, otros hombres y sobre todo un entapetado enmugrecido que no se había lavado en mucho tiempo. Lo echan allí junto a la niña quien llora al pedir por su madre, eso solo le hace ganarse un dardo tranquilizante aunque apenas sea una pequeña. Pronto cae dormida.

—No quiero dinero, mocoso, te quiero a ti —gruñe el líder, subiéndose tras él para apuntar de nuevo a su cabeza. La ira le consume, la cara del niñato de mierda le trae recuerdos, no por él precisamente, sino por los recuerdos de alguien por quien él le hará pagar por los pecados de otro. Justos por pecadores, reza la sabiduría popular.

—¿Por qué yo? —increpa al verse encerrado en la oscuridad del interior de la van al arrancar de nuevo, con el aroma metálico concentrado muy similar a la sangre, donde alguien le ata las manos con la soga empatada en lo que sí reconoce como esta y fresca, aun viscosa.

—No hagas preguntas estúpidas, niñato, si no quieres un culatazo en esa nariz de pijo —espeta alguien con acento español, quien lleva sujeta a la niña como si evitara los golpes—. Nadie aquí aguanta gilipolleces de críos briosos.

—¿Ustedes me secuestran y yo soy el gilipollas?

—Leonard, métele una papa en la boca, se nota que es de lo habladores —se burla un tercero al otro lado del furgón.

—Sí, niñato, cierra la bocaza o te dispararé con dardos sedantes para caballos —arremete una vez más el español—. Pero a este le tapan la boca y saca subtítulos lo sé, habla por horas sin cansarse.

—¿Me conoces? ,¿de dónde? ¿cómo?, ¿por qué? —insiste Kai en una retahíla de preguntas incontrolable, era muy cierto, de joven introvertido no tiene nada, más bien, es el alma de la fiesta.

—¿Ya lo ves? Parece que le pagaran cien malditos pavos por cada palabra, joder...

—Mira, Roux, tienes dos opciones, te callas o te duermo como a la niña, tú eliges.

—¡Me callaré si me dices qué mierda buscas conmigo! —grita ya alterado.

—Tranquilo, ya te diré qué busco de ti, pero a tu familia no le gustará para nada...

Kai cumple su promesa de permanecer callado, es preciso mantenerse despierto para ser consciente de qué tanto puede oír, ver, sentir, percibir, entrenamiento también dado por Klaus en caso de secuestro. El joven cronometró aproximadamente cuantos minutos en línea recta, cuantas vueltas a la derecha o izquierda, además de todo aquello que se pudiese registrar como olores, pero sobre todo cosas distintivas de sus atacantes, buscaba lunares, tatuajes, cicatrices para una póstuma identificación, eso claro, si lograba escaparse. Parece pasar una hora y media al detenerse en seco, Kai en un intento de mantener la calma, sigue las órdenes, su hermano le enseñó a tener mesura antes de impulsividad.

Eso le llevaría a un mejor actuar; sin embargo, al bajarle a las malas de nuevo, está en una explanada con un hangar a su espalda donde hay un avión privado dentro, con la escalerilla abajo listo para ser abordado, pero pronto siente un piquete en el lateral de su cuello, gira sin pensarlo y logra ver una jeringuilla vacía en la mano del ruso antes de todo ponerse borroso, luego negro y finalmente inconsciencia.

Horas después despierta de repente en una tormenta de nieve, está asustado tratando de saber en dónde se encuentra, por ello queda sentado en la cama individual de un solo movimiento, frente al ventanal a través del que se puede ver la fuerte nevada propia de la zona del país a donde había sido llevado, se pone en pie sujetándose la cabeza por el dolor punzante en sus sienes, mientras camina al gran cristal a través del cual observa el manto blanco sobre todas las cosas fuera. Pasea su mirada por el sitio, parece un altillo a juzgar por el techo cercano y triangular de madera oscura, a cada lado de la cama mesas de noche con una lámpara de capuchón gris, además de eso, nada.

Cuando ha caído más a la realidad, se agita y trata de abrir la puerta al otro lado; sin embargo, está cerrada desde fuera, la aporrea entonces con ira, mientras profiere alaridos en busca de llamar la atención de alguien, hasta que finalmente lo hace, alguien abre la puerta, pero entra un hombre joven de aspecto imponente, acompañado del ruso y el español aun armados.

—El menor de la plaga Roux, por fin estás aquí —menciona con un fuerte acento ruso, y por alguna extraña razón, la mafia roja es la única en la cual piensa ¿quién más podría ser? ellos le habían declarado la guerra a su familia de forma directa, ahora parecía estar en una zona helada, apartada y sobre todo muy lejos de casa.

—¿Para qué me quiere? ¿qué hago aquí?

—Tengo grandes planes, ya te enterarás...

Ha caído en un agujero negro, lo siente, el destino le ha jugado una horrible jugada.

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¡HOLA, HOLAAA! ¡GRACIAS POR DARME LA OPORTUNIDAD!

ESPERO ESTA HISTORIA SEA DE SU AGRADADO ¿LISTAS PARA CONOCER A KLARYSTEL?

SEÑORÍO: DP #1©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora