Sansa Stark parloteaba y parloteaba a su lado, mientras observaba el salón de Invernalia. Odiaba ese lugar desde que puso un pie en el.
El frío, el constante aullido de los lobos en la noche, la expresión fría y distante de Lord Stark, su tonta prometida.
Aegon no soportaba su voz, su pelo, su manera de ser, todo en ella le resultaba un fastidio tremendo.
Una niña muy complaciente, pero una niña al fin. Miró al otro extremo de la mesa, allí su amada hablaba con Robb Stark. Una furia que tuvo que controlar se apoderó de él.
Apretaba el tenedor de plata en su mano derecha, mientras los veía hablar. Ella río por algo que le dijo.
"¿Te quieres hacer el gracioso con ella, Stark?" Pensó, su respiración se agitaba como la de un toro enfurecido.
Rhaenys jamás se fijaría en alguien como ese norteño y jamás se fijaría en otro que no fuera él.
Era su hermana, su amante y su amiga. Compartían la misma sangre valyria y rhoynar, nadie se interpondria entre ellos.
- Su alteza, ¿Le sucede algo?- Sansa preguntó al ver sus nudillos blancos y su respiración agitada.
Aegon dejó escapar un fuerte resoplido, soltando el tenedor sobre el plato y dejando de ver a su hermana.
- Estoy bien. Perdí el apetito.- se levantó de su asiento. Ni siquiera fingió ser amable, con una visible incomodidad.
Los presentes dejaron de conversar al verlo dirigirse a las puertas del salón. El rey Rhaegar se levantó a su vez.
- No he dicho que te vayas.- su voz sonó imponente en todo el salón.
- No necesito tu permiso para tomar aire, padre.- remarcando la última palabra con un odio que hizo a todos contener el aliento.
Sin esperar la respuesta del rey salió sin rumbo fijo. La relación entre padre e hijo nunca fue buena, lo culpaba por la muerte de su madre.
El exilio a Rocadragón, cuando le exigió lo que por derecho de nacimiento le correspondía: la mano de Rhaenys.
Ahora lo odiaba por comprometerlo con una niña norteña, que no amaba y ni siquiera la apreciaba. La cual consideraba más tonta que Lolys Stokeworth.
Fue a las caballerizas consiguió a su semental azabache al que llamaba Balerion. El animal relincho y pasó el hocico por su rostro.
Fue un regalo de su tío Oberyn Nymeros Martell el día de su nombre número 16. Le tomó cariño al instante de montar por primera vez.
Extrañaba Dorne, a sus tíos, sus primas, la comida, el desierto y en su hermana a su lado en el lecho.
Aegon y Rhaenys pasaron la mayor parte de su vida en Dorne. Sacados a escondidas por Lord Lewis Martell de la capital, unas horas antes de que los Lannister saquearan Desembarco del Rey.
Una vez sofocada la fallida rebelión de Robert Baratheon, el recién coronado rey Rhaegar decidió que sus hijos permanecieran en Dorne, mientras reconstruía la corte y Poniente.
Volvieron cuando tenía 13 años y su hermana 16 años. Volver a Desembarco del Rey supuso un fuerte golpe para el príncipe de Rocadragón, el bastardo de su padre estaba allí.
Jahaerys, el bastardo de la zorra norteña que su padre prefirió antes que a su madre. Jamás le perdonó esa afrenta hacía ellos, sus hijos legítimos.
Aegon acarició la cabeza del caballo, rascando detrás de sus orejas.
- Me desafias delante de todo el Norte. ¿Cuando dejarás de comportarte como un niño?- su padre se encontraba en la entrada del establo.
- Si pretendes que permanezca al lado de esa niña toda la noche estás equivocado. Puedo salir a tomar el aire cuando quiera.- dejó de tocar a su semental y se enfrentó cara a cara a su padre.
- Tal vez deberías hacerlo en Rocadragón, unos cuantos meses te despejarán la mente y moldearan tu carácter.- la amenaza de su padre lo tomó por sorpresa, esa clase de comportamiento no eran propio de él.
- Rocadragón es frío, húmedo, el clima cambia constantemente al igual que la marea. El salitre se mete por todos lados. Deberías ir, va más contigo.- le dijo de manera mordaz.
Rhaegar permaneció estoico ante el comentario. Físicamente eran casi iguales, diferenciados solo por la edad y el temperamento.
- Es el lugar de los Targaryen, nuestro asentamiento antes de que Aegon I se lanzará a conquistar Poniente.
- Prefirió irse a otro lugar que quedarse en ese lugar horroroso. Un lugar donde quieres que me pudra lejos de la corte y de Rhaenys.- los ojos violetas del joven se cargaron de odio.
El rey Rhaegar se acercó, con un movimiento rápido lo abofeteo fuertemente, haciendo que se tambaleara.
- No estás listo para saber sobre la verdadera misión de Aegon El Conquistador en Los Siete Reinos. Lo que hizo que conquistara todo el continente. Por lo menos, tu hermana está preparada.- El rey salió de los establos dejando a su heredero confundido y furioso.
Se despertó antes de que el sol saliera por el horizonte. Escuchó desde su cama como la partida de caza de su padre junto con los Stark se preparaban para salir.
Rhaenys se cubrió con las pieles de su cama, se levantó y se dirigió a la ventana, la cuál abrió de par en par. Bajo la luz de las antorchas, los hombres ensillaban a los caballos.
A lo lejos se escuchaban los ladridos de los perros de caza. El cielo despejado mostraba las constelaciones brillando en su máximo esplendor.
Tocaron a su puerta. La princesa le dijo que pasara, pensando que eran sus criadas.
Sin embargo, quien apareció fue su padre que llevaba una vela encendida en sus manos.
- Buenos días, padre.- sin entender que hacía allí.
- Igual para ti. Nos iremos dentro de poco y necesito hablar contigo antes.- encendió una vela que no se había consumido por completo en la cómoda de la habitación, iluminando el lugar por completo.
- No soñé nada nuevo, el mismo de hace días.
- No es eso. Anoche discutí con Aegon y no está preparado para saber sobre la profecía.- se sentó en el borde de la cama.
- No le has explicado nada al respecto. Sí le mostraras la daga y viera lo que hay en ella, su actitud cambiaría.- se sentó a su lado.
- La profecía es algo para tomarse en serio y tú hermano no hace nada por demostrar su valía. Cuando se casé con Sansa Stark permanecerá en la corte y tú deberás ir a Dorne.
Rhaenys asintió. Era algo que esperaba que pasara, deseaba desde hace tanto volver a Lanza del Sol. Aún así, sabía que por algún motivo ajeno a ella, no iría a Dorne.
- Te conseguiré un buen esposo. Uno que pueda ayudar con lo que se avecina, no creo que esperemos más por ello.- su padre siempre había tenido ese toque de melancolía en su semblante.
El tema que se tomaba muy enserio el rey eran las profecías. Además de los sueños de su hija, los cuales analizaba en sus habitaciones hasta bien entrada la noche.
Muchos dirían que solo se trataba de la locura Targaryen, que tanto daño hizo en su abuelo Aerys El Rey Loco y a tantos otros miembros de la familia.
Rhaenys estaba segura de la veracidad de sus palabras y de su miedo. Conocía las razones que llevaron a su padre a fugarse con Lyanna Stark y el nacimiento de su hermano Jahaerys.
- Revisaré la biblioteca de los Stark para ver sí consigo información útil. Solo dale tiempo a Egg, lo entenderá cuando sea el momento.
Rhaegar colocó un beso en su frente de manera paternal. Su expresión era grave, como sí estuviera seguro de que sucedería algo malo en cualquier momento.
- Sí el no lo está, entonces Jahaerys lo deberá estar. Rhaenys el lema de los Stark no se equivoca, "El invierno se acerca".
Las palabras de su padre le sentaron mal, pero tenía toda la razón.
El invierno se acercaba.
ESTÁS LEYENDO
Los Hijos del Dragón
FanfictionEl rey Rhaegar I Targaryen visita Invernalia junto a sus hijos, pero un evento relacionado con la profecía de Aegon El Conquistador hará que sus planes cambien. Las intrigas políticas buscarán que la casa Targaryen vuelva a verse amenazada, solo que...