La Guardia de la Noche

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Antes de divisar El Castillo Negro, dos hermanos de La Guardia de la Noche los esperaban. La comitiva los siguió, mientras Robb, Rhaenys y Jon Umber cabalgaba juntos a ellos. 

Uno de los hermanos les dijo que el Lord Comandante se estaba recuperando de sus heridas. Cuando Robb le preguntó quién lo había atacado, el hombre guardó silencio. 

Ambos hermanos de la guardia, tenía el ceño fruncido y con expresión sombría en sus rostros. El corazón de la princesa comenzó a latir más de prisa. 

El resto del viaje se hizo envuelto en un silencio incómodo. Los caballos de los hermanos negros evitaban acercarse a los recién llegados, la presencia del lobo huargo los espantaba. 

Rhaenys se quedó sin aliento al ver delante de ella como El Muro se alzaba imponente. Recordó los sueños que tuvo durante el estado de inconsciencia. 

Las palabras de Aegon sobre El Muro volvieron a su mente. Una vez le dijo que era tan grande, que se podía ver en un día despejado desde lo más alto del faro de Antigua. 

No le creyó. El Norte quedaba tan lejos del Dominio que le resultó imposible esa afirmación. Sin embargo, estando frente a ella, lo comenzaba a creer. 

La comitiva norteña llegó a las puertas de El Castillo Negro. Un grupo numeroso de hermanos los esperaban, liderados por Benjen Stark. 

Desmontaron sus caballos y varios hombres se hicieron cargo de ellos, al igual que los baúles. Evitando acercarse a Viento Gris que no se separaba de la princesa. 

Benjen saludó efusivamente a su sobrino. 

- Fue una sorpresa cuando recibí tu carta. Veo que ya eres todo un hombre.- El jefe de los exploradores cumplía las funciones de Lord Comandante, mientras Jeor Mormont se recuperaba. 

Hizo una reverencia a la princesa, agradeciéndole su presencia. Les ofreció llevarlos a sus aposentos en la Torre del Rey, pero ella se negó. 

Deseaba ver cuánto antes al Lord Comandante. 

Con gesto serio, asintió. Jon Umber prefirió ir al comedor para calentarse del intenso frío. 

Benjen acompañó a su sobrino y a la princesa al Torreón del Comandante. El estado ruinoso de todo el lugar preocupó a Rhaenys, además de la aptitud de los hermanos con los que se cruzó en el camino. 

Muchos de esos hombres eran criminales. Sin embargo, la gran mayoría fueron años atrás caballeros y soldados, que terminaron allí gracias al rey. 

Participaron en la fallida rebelión de Robert Baratheon. Cuando esté murió en el Tridente y se restauró el orden, algunos de sus más leales servidores prefirieron vestir el negro. 

Rhaenys se sentía muy vigilada. Le lanzaban miradas de odio y uno que otro escupía al suelo, una vez pasaba. Afortunadamente, llegaron al Torreón sin contratiempos. 

Jeor Mormont, el Lord Comandante de la Guardia de la Noche los recibió con la chimenea encendida y vino especiado caliente. 

Estaba cubierto por muchas pieles, haciendo que luciera como un gran oso. Se disculpó con la princesa al no poder hacerle una reverencia. 

-¿Quién lo atacó, Lord Comandante?- preguntó Robb tomando un sorbo de vino especiado. 

- Cuando les diga quienes fueron pensarán que estoy loco. Les aseguro que las sombras de mueven más allá del Muro. 

Robb y Rhaenys se estremecieron al oír sus palabras. Benjen se colocó detrás del asiento de Mormont, las llamas de la chimenea iluminaron su rostro serio. 

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