Estaba en el Norte, de eso estaba completamente segura. Una inmensa estructura se abría paso frente a ella, construída con bloques de hielo y magia.
El Muro era gigantesco en comparación con la princesa Rhaenys, que caminaba por una inmensidad blanca.
El frío y la oscuridad dominaban el mundo. La muerte era el rey de ese lugar estéril. Sobrevolando sobre su cabeza un cuervo negro que la seguía a dónde fuera.
Rhaenys se detuvo a los pies de El Muro, cuando estuvo lo suficientemente cerca, se percató del gran agujero que lo atravesaba. Cómo sí un gigante hubiera derribado esa parte.
El cuervo se posó en su hombro, llamándole por su nombre. La princesa lo vió y se estremeció, tenía tres ojos.
"Sigue caminando", le susurró el pájaro. La joven obedeció, entrando por el gran boquete. Grandes bloques de hielo destruidos se encontraron en su camino.
También se cruzó con cuerpos, hombres vestidos de negro yacían muertos sobre la inmensidad blanca. En sus congeladas manos sostenían espadas y arcos.
Con cada paso que daba, conseguía destrucción y muerte. Delante de ella, figuras transparentes caminaban, se fundían entre las sombras. Murmuraban palabras que no entendía.
Miles de estas figuras hechas de hielo se dirigían hacia ella. Su corazón se aceleró, en su mente solo había una palabra "Muerte".
Los ojos azules de las criaturas brillaban como antorchas encendidas. En sus manos tenían espadas tan filosas y letales, que mataban con un solo toque.
Esas espadas no eran de metal, sino de hielo azul transparente.
Las figuras siguieron su camino sin prestarle atención. El cuervo de tres ojos le instó a seguir.
Rhaenys se cruzó en su camino con un cofre de madera de un tamaño considerable, pudo sentir el calor que manaba de el. Al tenerlo frente a ella, observó las runas marcadas a fuego sobre la tapa.
¿Era valyrio? Se agachó y abrió la tapa. Tres huevos de dragón de diferentes colores, tan grandes y vivos como no había visto nunca.
Tocó los tres, una calidez le hizo olvidar la muerte y desolación a su alrededor. Sintió vida dentro de ellos, el oscuro con ribetes rojos en sus escamas se movió.
Lo que estaba adentro saldría pronto. Los demás también se movieron.
- Para ir adelante debes retroceder. Para salvar el mundo, debes morir para poder vivir.- el cuervo le dijo.
Acto seguido, el pájaro le dió un fuerte picotazo en medio de la frente y todo se oscureció.
Escenas confusas se desarrollaban a su alrededor. El pasado y el presente se mezclaban en un torbellino de imágenes.
En una de ellas vió miles de dragones surcando el cielo con sus jinetes. Pronto el cielo se tornó rojo y una gran estruendo estremeció todo.
Los dragones caían sobre mares de fuego, mientras montañas expulsaban cenizas y piedras.
Todo desapareció para mostrarle una escena nueva. Se encontraba en Rocadragón, frente a la mesa pintada con el mapa de Los Siete Reinos.
Un hombre fornido de aspecto valyrio contemplaba la mesa. Sobre ella se encontraba reposando una daga de acero valyrio y de empuñadura de hueso dragón.
El hombre dejó de verla para centrar su atención en la intrusa de otra época.
- La Muerte vendrá desde el Norte.- le dijo, sus ojos violetas brillaban.
Todo se volvió a poner oscuro.
Ahora se encontraba en un Bosque de Dioses. Niños o lo que parecían ser personas pequeñas, se congregaban alrededor de un gran árbol corazón.
Dentro de la boca del arciano había un cuerpo, un hombre degollado.
Rhaenys gritó. Los Hijos del Bosque la vieron y uno de ellos se acercó con una daga rudimentaria. Estaba hecha de vidriagon, la criatura gruñó mostrando sus afilados dientes y le clavó en el pecho la daga.
La sangre manchó sus ropajes. Salía de su boca y de sus ojos. Todo a su alrededor se volvió rojo.
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Los Hijos del Dragón
FanfictionEl rey Rhaegar I Targaryen visita Invernalia junto a sus hijos, pero un evento relacionado con la profecía de Aegon El Conquistador hará que sus planes cambien. Las intrigas políticas buscarán que la casa Targaryen vuelva a verse amenazada, solo que...