La decisión del Rey

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La comitiva real junto con el Guardián del Norte, llegaron a Invernalia dos días después de que la princesa fue encontraba inconsciente en el Bosque de Dioses.

El Rey Rhaegar fue inmediatamente a los aposentos de su hija, encontrando a su heredero junto a ella. 

Aegon no se había apartado de su lado, apenas probó bocado y su cabello plateado se encontraba alborotado. 

El Rey ordenó a su hijo volver a sus habitaciones, que se pusiera presentable y que comiera algo. 

- No la dejaré sola. Me necesita.- dijo Aegon hundido en el asiento, sosteniendo la mano de su hermana. 

- Rhaenys no te necesita. Tenemos que esperar a que despierte. 

-¡No me alejaré!- gritó el príncipe agotado, no había dormido nada. 

- Mírate. Eres el príncipe de Rocadragón, pareces un vagabundo. Cuidando a tu hermana inconsciente, el maestre puede encargarse. Ahora, vete y obedeceme. 

Aegon miró a su padre con rabia. No dijo nada y permaneció dónde estaba. Miró a su hermana. Estaba pálida, sus labios secos y párpados se movían de un lado a otro. 

Se había encargado personalmente de su cuidado. Lavando su cara con un paño mojado, empapando sus labios con leche y miel. 

No dejaba que los criados se acercarán, solo dejaba que el maestre de Invernalia la revisara. 

- Si te sigues comportando como un niño, entonces serás tratado como tal. Dentro de cuatro días partiras hacía Desembarco del Rey, junto con tu prometida y te casarás con ella. 

Aegon se levantó del asiento y confrontó a su padre. Estando cara a cara parecían dos gotas de agua, los diferenciaba el cabello largo del más joven.

- No me casaré con ella, que lo haga tu bastardo. Con la única mujer con la que me casaré será Rhaenys. 

Aquello supuso un duro golpe para Rhaegar. Siempre se había opuesto al incesto dentro de su familia, sin importar que fuera una práctica habitual dentro de los Targaryen. 

Por ese motivo, casó a su hermana menor, Daenerys con Wyllas Tyrell, el heredero de Altojardín. A su hermano Viserys con Ariadne Martell. 

Mientras que su hijo y heredero con la hija mayor de Lord Stark. Aún así, las cosas no resultaron como esperaba. 

Para evitar un conflicto con su hijo que pudiera llevar a la violencia. Llamó a sus guardias reales, Ser Barristan Selmy y Ser Arthur Dayne entraron. 

- Lleven al príncipe a sus habitaciones y asegúrense de que esté presentable.- ordenó el rey. 

Los capas blancas obedecieron y entre los dos sujetaron por los brazos al príncipe, que se resistió en todo momento. Los amenazó con desterrarlos a Essos si no lo soltaban y muchos más improperios. 

Cuando estuvo solo con su hija inconsciente, se sentó a su lado y tomó su mano. Estaba caliente como sí sufriera una fuerte fiebre. 

- El invierno se acerca, mi niña. 

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