escape.

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Vada

Toda la situación parecía irreal en mi cabeza. Mi padre sacándome del brazo de casa de Akira, gritándole mientras la tomaba de la camiseta, llamándome lesbiana de forma despectiva. No podía creer que esto estaba pasando.

Ahora mismo me encontraba en la camioneta de papá, viendo como mi padre estaba gritándole a mi chica sin piedad alguna, para luego comenzar a caminar hasta aquí.

Al subirme al vehículo, largó un largo y pesado suspiro, para colocarse ambas manos en la cabeza. Creí que iba a decir algo pero solo comenzó a conducir. El viaje a casa fue en completo silencio.

Cuando llegamos, me bajé del coche y me dirigí adentro de mi casa, en dónde mamá me estaba esperando con los brazos abiertos dispuesta a abrazarme, así que me acerqué lentamente a ella e hice lo que me sugería.

-Me tenías muy preocupada, ¿Dónde estabas, hija?- Preguntó mi madre, acariciando mi cabello.

-Estaba en casa de Akira, mamá. Papá está como loco.- Contesté.

-Oh, de la dulce Akira, podrían haber venido aquí hija, nos hubiésemos ahorrado que tu padre se ponga así.- Dijo.

-Es complicado, mamá.- Al terminar de decir esto, papá entró a casa totalmente enojado, y comenzó a azotar las cosas, hasta que se sentó en el sillón, agarrando su cabeza con sus dos manos.

-¿Por qué nos haces esto, Vada? No te educamos así.- Dijo mi padre, con algo de dolor en su voz.

-Papá, no estoy haciendo nada malo, ¿Por qué exageras así?- Cuestioné, un poco molesta.

-¿Alguien me puede explicar qué está pasando aquí?- Preguntó mi madre, confundida.

-Si mamá, te explicaré, ¡Papá se puso como loco y tomó a Akira de la camiseta para luego gritarle como si ella hubiese hecho algo!- Exclamé.

-¡Cuentale todo, Vada! ¡Dile lo que me dijiste!- Retrucó.

Bien, había llegado el momento de salir del clóset con la única persona que me importaba su opinión. Me sentía jodidamente nerviosa. Aquí vamos.

-Mamá, lo que le dije a papá es que siento cosas por Akira, y no solo cosas amistosas... Ya sabes, me gusta. Realmente me gusta.- Dije, viendo que mi madre sonreía un poco, tratando de disimular.

-¿De verdad, hija?- Preguntó mi madre. Me limité a asentir.

-Pues me alegro por tí.- Dijo acercándose a mí, para darme otro abrazo. Que alivio.

-¡¿Te alegras por ella?! ¡Yo no aceptaré una lesbiana en esta familia! ¡Es antinatural, Alicia! ¡¿Cómo puedes apoyarla?!- Estaba totalmente enojado.

-Papá, cálmate, entiendo que para tí sea antinatural, pero ya son otros tiempos, es muy normal ahora.- Traté de calmarlo.

-¡Qué carajos que me importan estos tiempos! ¡Estás enferma, Vada! ¡¿Cómo te puede gustar una maldita drogadicta?!- Okay. Me estaba enojando.

-¿Cómo la llamaste?- Pregunté.

-¡La llame como lo que es, una drogadicta asquerosa!- Tomé un suspiro y me acerqué rápidamente a él para empujarlo.

-¡No la llames así! ¡Esa drogadicta ha logrado más en dieciocho años que tú en cincuenta siete! ¡¿Sabías qué es famosa?! ¡¿Qué tiene entrevistas cada mes?! ¡¿Que sabe cantar y tocar el bajo?! ¡¿Qué gana más dinero haciendo música que tú en tu estúpida oficina haciendo papeleo?! ¡¿Lo sabías?!- Le grité con muchísima rabia, para acto seguido recibir una cachetada, la cuál me trajo tantos recuerdos de Teo, que lo único que pude hacer fue tirarme al suelo a llorar.

Akira&Vada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora