ED

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- ¡Vete!- Mi padre grita, lo escucho todo pero parece que estoy debajo del agua.- QUE TE LARGUES- Me está apuntando con una botella. Tengo náuseas.

Me golpea.

Todo da vueltas, apenas escucho el grito de mi madre, un pitido fuerte, y lo único que puedo hacer es salir corriendo.

Corro en dirección a la primera casa que se me viene a la mente.

La casa de Mela queda a apenas cinco minutos corriendo de la mía.
Mientras corro recuerdo cómo me pidió que le diera tiempo y espacio, pero ahora me duele todo demasiado como para ponerme a dudar.
Llego a su casa y llamo.
Me abre ella, y al verme suspira.

-Eduardo, te dije que por favor me dieras espacio- Me duele más que los golpes el hecho de que me llame por mi nombre completo. Nunca lo había hecho.

-¿Hola?- Intento sonreír, pero solo me sale una mueca horrible.- Creo... creo que me han echado de casa.- Su cara cambia de repente, noto la sangre escurrirse por mi frente. Seguramente tenga un buen corte.Debo de tener una pinta horrible, porque pone una mueca y me hace pasar.

Me siento en un sillón de color marrón que hay en su sala de estar mientras ella va a buscar el botiquín que guarda en el baño. Recorro con la mirada su salón, esas paredes que resultan tan familiares para mí, y a la vez tan extrañas. Cuando vuelve, detallo su cabello negro recogido en unas trenzas de boxeador, sus ojos marrones que me miran con preocupación, y su piel tostada como el café con leche.
Es hermosa.
Todo habría sido más fácil si siguiéramos juntos. Si yo no la hubiera cagado.

Me cura el corte y me pone una gasa, sus manos son delicadas, pero duele y se me escapan unas lágrimas mientras me desinfecta la herida.

Cuando ya ha acabado, se sienta en el sofá gris que está delante de mí y me mira con los ojos más serios que he visto.

- Me debes muchas explicaciones.- Buen punto, es cierto.- Empieza ahora, tengo toda la noche para que me cuentes por qué cojones estás aquí dos días después de que te dijera que no quiero volver a verte, y por si no fuera suficiente, con un corte en la frente y diciendo que te han echado de casa. Así que adelante.

Tiene razón. Debo contarle todo. Lo de los secretos. Las mentiras. Las traiciones. Todo.
Me va a llevar tiempo, así que cojo aire y lo suelto.

- Todo empezó el primer día de clase.

Tengo un secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora