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El amanecer había llegado, pero eso era lo de menos para SeokJin. Ya no había un amanecer bonito si no estaba con su familia.

Había pasado toda la noche llorando, rindiendole luto a aquello que había perdido, su libertad. Lloró por aquellos días en los que salía al mercado, por aquellas veces en las que iba con sus sobrinos a las colinas de lavandas y observaba el amanecer, lloró por esos días en los que era libre, porque sabía que nunca más volverían.

Ahora estaba condenado a servirle al rey, a aguantar humillaciones y gritos de autoridad, aunque mantenía una esperanza de que las cosas no fueran así…

La habitación estaba inundada de su aroma, chocolate y vainilla, pero no era uno dulce, sino uno amargo, lo cual delataba fuertemente su tristeza.

A los segundos, la puerta fue abierta por tres señoritas, al momento de entrar se vieron obligadas a cubrir su nariz, pues el aroma era demasiado fuerte como para soportarlo. Se apresuraron a levantar al Omega, para después sacarlo de la habitación y llevarlo a bañar, ninguna de ellas había hablado en el transcurso, y SeokJin estaba agradecido, no tenía muchas ganas de conversar, no cuando su lobo se encontraba aullando de dolor.

Una vez que fue desvestido, las chicas le ingresaron a una bañera de madera gigante, la cual estaba previamente llena de agua.

—El rey dio la indicación de que lo alimentaramos y luego asearamos, pero al notar su aroma tan fuerte creímos que la mejor opción sería lavarlo antes de comer.—Habló una de las jovencitas con miedo a una mala reacción por parte del Omega.

Para ese entonces SeokJin ya estaba consciente de que las tres eran Omegas, no podía oler su aroma, pero se veían tan pequeñas e indefensas, que definitiva descartó la idea de que alguna de ellas fuera una Alfa.

—Gracias, y me disculpo si mi aroma les llegó a incomodar, no pude controlarlo, extraño a mi familia…—Habló bajito el Omega.

Las feminas se miraron unas a otras con sorpresa, no conocían al chico pero a juzgar por las ordenes que les había dado el rey, creían que era alguien cercano a él y por eso creían que el Omega era una persona arrogante que no se mezclaba con la servidumbre.

—¿De dónde vienes?—Preguntó una de ellas con suma curiosidad.

—¡Hyuna!—Exclamó una de ellas, pues no tenían autorización para hablar con personas cercanas al rey.

—Lo siento.—Se disculpó bajando su cabeza en señal de sumisión.

—Disculpela, ella es muy parlanchina y no siempre sabe quedarse callada.—Recibió una mala mirada por parte de la regañada.

—No se preocupen, soy un Omega, así que no creo que hablar entre Omegas esté mal.—Les tranquilizó SeokJin.

—Lo sabemos, pero usted es alguien cercano al rey.

—¿Cercano?—Frunció su ceño confundido, estaba seguro que era todo menos cercano al rey.

—Sí, después de comer nos dio la indicación de llevarlo a sus aposentos.—El cuerpo del Omega se tensó al escuchar eso.

—¿S-saben cual es el motivo?

—No nos dijo nada, y tampoco podemos preguntarle, esta en riesgo nuestra vida si lo llegamos a hacer.

—Entiendo.

—¿Qué es usted del rey?—Preguntó la chica acusada como parlanchina.

—¡Hyuna!

—¿Por qué no puedo hablar si tú ya hablaste?

—El joven me preguntó y yo respondí, no hice más preguntas.—La pelinegra bufó y se cruzó de brazos, SeokJin rió bajito.

—No soy nada, de verdad, lo conozco hace un día y… cometí un terrible error.

—¿Qué fue lo que hizo?—Preguntó una castaña que hasta entonces había estado callada.

—¡Nayeon!

—Sunmi, deja de regañarnos, ya estamos hablando.—La mencionada bufó, y entonces el Omega se permitió soltar pequeñas risas.

—Bueno, pues… escuché una conversación privada del rey.—Admitió con su cabeza gacha y las chicas de inmediato soltaron un chillido.

—¿Cómo es que sigue vivo?

—Ni siquiera yo lo sé, sólo sé que la diosa luna mandó a un hombre para que intercediera por mí, así como ustedes, soy Omega y no puedo hablar sin permiso en presencia de Alfas, mucho menos del rey.—Contó, omitiendo la parte en la que escuchaba que el rey era un Omega y no la contaría por nada del universo, sabía que las chicas eran buenas, pero no, había hecho un juramento.

—Me alegro que esté bien.—Mencionó la chica parlanchina con alivio.

—Je, je, gracias.—Sonrió tímido.

—Bueno, ya, dejemos de hablar, recuerden que el rey lo está esperando y todavía tiene que ir a comer.—Ordenó la mayor a las demás y entonces se pusieron manos a la obra para poder sacar al Omega del agua y comenzar a vestirlo.

—Les agradezco, pero sinceramente no tengo ganas de comer, mi lobo está muy triste.

—Por lo mismo tiene que comer, su lobo debe estar muy débil, además de que si no lo hace el rey podría enfadarse.—Explicó la rubia.

—Mmh,—Pronunció pensativo mientras el resto de las chicas le ayudaban.—podrían decirle que sí comí, para que no sean sancionadas, prometo que yo no diré nada, será un secreto.

—Unnie, el pobre chico extraña a su familia, si no quiere comer no hay que forzarlo.—Le pidió la castaña a la rubia, pues al parecer esta era la que tomaba las decisiones.

La rubia llamada Sunmi se mostró pensativa, no serían sancionadas si el rey no se enteraba, además de que comprendía al Omega, pues lo mismo le había pasado a ella cuando fue obligada a separarse de su familia.

—Bien, pero con la condición de que esto quede entre nosotros, ¿bien?

—Gracias señorita, prometo no decir nada.

—Ahora queda rezar a la luna para que no llegues a desmayarte.

—Le aseguro que eso no sucedera.

—Eso espero.—Asintió.

Una vez que las chicas terminaron de cambiarlo y de aplicarle neutralizadores, salieron en dirección a la habitación del rey, ya que este había solicitado su presencia.

El corazón de Jin golpeaba fuertemente contra su caja torácica, su lobo aullaba en su interior, mientras mantenía sus orejas gachas ante el sentimiento que se alojaba en su interior.

Agradeció a las Omegas con una reverencia, para observar como se marchaban, una vez que quedó nuevamente solo en aquel enorme pasillo de jade, suspiró. Se sentía un poco aliviado de que su lobo ya no se encontrara llorando y rasguñando, al menos la compañía de aquellas feminas le habían alegrado aunque sea un poco el día, por poco habían olvidado que ese palacio no era más que un lugar frío que no conocía la palabra felicidad.

Tocó la puerta de la habitación con el miedo recorriendole por las venas. Estaba a punto de ver al rey nuevamente, a aquel que le había condenado a muerte y luego le había salvado, todo sonaba muy extraño, más aún cuando había visto sus ojos, no entendía la razón de que su lobo aullara ante el de un Omega.

Que fenómeno más extraño.

Lamentablemente la luna había cometido un gran error, no sólo por que el rey fuera un Omega, sino porque el también porque él lo era y no pertenecía a la realeza.

Esta vez la luna se había equivocado.

SeokJin siempre soñó con encontrar a su pareja predestinada, pero en estos momentos no estaba tan seguro de aceptar lo que la luna le ofrecía, sin duda esa unión era imposible.

Después de esperar unos segundos, la puerta fue abierta y nuevamente ahí estaba él, ahí estaban sus ojos y ahí estaban los aullidos por parte de sus lobos…

♚REY OMEGA♚ [KNJ & KSJ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora