1.05 La calma antes de la tormenta

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ㅤㅤㅤSigulf creía que esta tendencia de desmayarse en el fin del mundo y estar en un limbo de inconsciencia debería terminar pronto.

La idea de encontrarse desmayado mientras terribles situaciones estaban sucediendo sin él era un pensamiento que no logró apaciguar su creciente arrebato desesperado por dejar de sentirse una persona débil enfrentándose ante el todo y la nada.

Por supuesto, sabía de primera mano que no fue él desmayandose por puro gusto y placer, dichoso de tener una suave cama en la que poder descansar sabiendo que nadie lo estaría esperando y/o buscando.

Para ser más específicos fue todo lo contrario, tenía ya mil y una razones para estar despierto y para ser fuerte, su mejor amigo lo necesitaba y aún así, allí estaba Sigulf, intentando despertarse de un sueño que vaya a saber cuánto tiempo duró.

Estaba cansado de ser la maldita bella durmiente que espera ser rescatada. Y aún así algo en su mente o a su alrededor comienza a indicarle que probablemente logró escapar aún cuando estaba dormido, qué cómo él no deseaba: había sido rescatado.

Tal vez fue la fría brisa que chocó contra su piel incesantes veces, situación improbable si se encontraba dentro de los muros, dentro de aquella habitación en dónde la única correntada de aire provenía del movimiento de Merle Dixon cada vez que se pasaba horas y horas hablando y caminando por el lugar.

Todo su cuerpo seguía entumecido por saberse inconsciente por un tiempo, sabía que gradualmente comenzaría a sentir un incontrolabe e insufrible dolor, pero aún parecía estar a unos minutos de que aquello llegue, lo cuál le permitió tomar bocanadas de aire muy necesarias con facilidad.

Una vez que sintió sus sentidos lo suficientemente recuperados, decidió tomar nota de en dónde se encontraba usando todos sus sentidos excepto la visión, puesto que ahora sus dos ojos prácticamente habían decidido permanecer cerrados inclusive cuándo se esforzó por intentar abrirlos.

Tal vez su rostro se había hinchado por los golpes de Merle, o el cretino había decidido que sería gracioso sacarle los ojos a Sigulf, quién sólo pudo esperar que sea la primera opción la única situación posible.

Sabía que ahora se encontraba despierto, o al menos estaba un setenta por ciento seguro de que lo estaba. El aire fresco era un constante alivio que no había tenido durante mucho tiempo y su cuerpo se encontró acostado sobre un frío pavimentado que no logró darle demasiadas pistas.

Un punto más resaltó en su mente, algo que logró opacar a todos sus otros sentidos para hiperconcentrarse en algo mucho más interesante que llamó su atención.

Una mano desconocida estaba acariciando su cabello.

Parecía que llevaba tiempo en ello, tal vez todo el rato que Sigulf había estado dormido.

La mano iba y venía suave y ligera sobre los mechones que caían sobre el suave algo en donde Sigulf descansaba su cabeza.

El movimiento le resultó a Sigulf más reconfortante de lo que admitiría en voz alta, y tuvo que esforzarse demasiado en no soltar ningún ruido de satisfacción al sentir breves pero constantes masajes que iban desde el comienzo de su cabello hacia atrás.

—¿Kristoff? —preguntó Sigulf con voz rasposa, sintiendo cómo la mano que lo mimaba se detuvo durante unos segundos, notando que ahora se encontraba despierto.

Un momento después, Sigulf se odió a si mismo por darle esa ventaja a un desconocido que no pudo ver. Al instante en que habló dudó que se tratara de su mejor amigo, puesto que Kristoff siempre que intentaba distraerse jugaría con las manos de Sigulf, no con su cabello.

LOYALITET ✧  Glenn RheeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora