LILY LADRONA

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LILY

Le doy una mordida a la manzana que se supone debería de haber vendido, pero es la última que queda y tengo hambre, hoy fue un buen día, gracias al cielo, mi abuela y yo vendimos todo en el mercado orgánico, bueno, excepto la manzana que estoy degustando en este momento.

—Lily, apresúrate a guardar, todavía tenemos que llegar a hacer la comida— suelto un bufido.

—Solo somos nosotras abuela, no es que tengamos que hacer tanta, todavía tengo tiempo de comerme la manzana— la señora que conozco perfectamente, entrecierra los ojos provocando que la esquina de sus ojos se arruguen mas.

—Lily Rowland, apresúrate a ayudarme por favor.

Su tono firme suena falso, ella jamás me habla así de verdad, no me reprende jamás, mi abuela me adora, aunque tal vez es porque me porto muy bien.

—Ya voy— Aviento la manzana en el cesto que apilo sobre otros dos.

Le ayudo a mi abuela a subir todo al viejo pick up ford que tenemos, me sorprende que encienda, aunque es verdad que mi abuela lo tiene bien cuidado.

Convenzo a mi abuela de que me permita conducir, mientras ella descansa a mi lado, yo tarareo canciones que pasan en la radio y conduzco con cuidado, la última vez que pase un tope muy rápido, mi abuela no me dejó conducir por casi un mes.

Llegamos a la parte del pueblo donde están la mayoría de tiendas, de pequeños ingresos o medios, pero la que más sobre sale es la que abarca toda una calle y hace a la persona más rica del pueblo, aún más rica.

El imperio Cavill.

Los Cavill son conocidos por varias empresas que tienen, aquí son dos, la de pacas de paja que les deja mucho dinero, y el único supermercado qué hay aquí y que les deja aún mas dinero.

Y ahora mismo estoy viendo como granjeros suben a sus camionetas las pacas de paja que yo también necesito, hace mucho no puedo comprar y a mi Ben me queda muy poca.

—Abuela— abre los ojos para verme.

—¿Si cariño?

—¿Crees que nos alcance para comprar paja?, a Ben le queda muy poca, no tendrá al finalizar la semana.

Su expresión me contesta por si sola.

—Cariño, tenemos que pagarle a la señora Wilson lo que nos prestó la semana pasada, comprar despensa, no creo que nos alcance esta vez.

—Ben se quedara sin comida.

—Lo siento cariño...¿consideraste...

—No, no voy a vender a Ben— salgo del centro del pueblo y ahora la carretera está sola —Papá me lo regaló, es lo único que me queda de él.

Posa su mano en mi hombro —Veré que puedo hacer.

—Está bien abuela, no te preocupes— le dedico una pequeña sonrisa.

Conduzco un poco más, me adentro en el camino de tierra que nos lleva a nuestra casa, en cuanto bajamos todo de la camioneta, voy al granero a revisar a mis hijos.

Mis pollitos, mis gallinas, mi gallo, mi perro y a Ben, él caballo blanco que me regaló mi papá cuando era niña, también teníamos dos vacas, pero a vista de la escasez de dinero, las vendimos, y ahora gastamos más en comprar leche.

Me quedo hasta la noche a platicar con Ben, seguro parezco loca, pero siento que eso me reconforta, como si el me escuchara.

La semana se pasa y yo trato de ahorrar lo más que puedo para completar al menos una paca de paja, ni siquiera logro juntar la mitad, me acerco un poco con los ahorros que ya tenia, sin embargo, no me alcanza.

ONE SHOT | HENRY CAVILL Donde viven las historias. Descúbrelo ahora