Cuando Yami se fue, no solo dejó el corazón roto de Yugi y a sus amigos triste, dejó algo más que sucedió en una noche antes que se fuera.
Su hijo.
•Historia yaoi (chicoxchico).
•Puede haber errores ortograficos.
•M-preg (embarazo en hombres).
El silencio reinada en la sala, pareciera que esa simple pregunta hizo que a Yami se le fuera la voz. Yugi solo lo podía mirar, esperando por fin una respuesta, una explicación y que todo allí fuera aclararlo.
Nada.
Yami no produjo ni una sola palabra.
No era necesario ser un genio.
-No me dirás... ¿verdad?-habló Yugi con la voz algo quebrada, ganas de llorar, otra vez.
-Yo...-Yami cerró los ojos y negó-Perdón, no es fácil.
-¿No es fácil?, ¡¿no es fácil?!-ahora, se escuchaba muy molesto-¡Nada, nada en mi vida ha sido facil debes que te conozco Yami, y aun así, me haz dicho todo!,¡¿por qué ahora me escondes algo?!.
-Era diferente Yugi, compartíamos cuerpo, corrías el mismo peligro que yo, o mucho peor-lo miró- Esta vez, dejarme encargarme yo solo de esto.
-¿Tu solo?, ¡tenemos hijos ahora Yami!, no puedes hacer nada solo.
-¡No puedo decírtelo, ya!.
Yugi se mordió la lengua, quería gritarle, solo quería gritarle a Yami, ¿qué cosas le diría?, no quería imaginarse lo que podía decir por estar enojado.
Tanta confianza, tanta lealtad, tanto amor.
¿A dónde se habían ido esas cosas?.
En ese momento, quería volver en el tiempo, solo estar en esos días que estaba con Yami, siendo un espíritu, no fueron fáciles, pero estaban allí para el otro, sin necesidad de decir nada. Solo una mirada, el vínculo y sabían lo que pasaba por la mente del otro.
Ahora, sentía que estaba frente a un desconocido.
- Yugi... yo solo no quiero que algo te pasé, ni a ti, ni a nuestros hijos-dijo Yami acercándose al menor-Quiero protegerlos, entiéndeme por favor...
-¡No me toques!-Yugi le dió un manotazo cuando el oji-rubís intentó tocar su mano- Basta, estoy agotado.
-¿Agotado?, ¿de qué hablas?-preguntó confundido.
-¡De tu maldita actitud!-habló con cierta fuerza-¡Eres un... un... desconocido!-Yami se quedó sin palabras- No eres el Yami que conozco...
Eso le dolió demasiado al faraón.
¿Por qué Yugi no entendía?, no quería que sus hijos y él estuvieran en peligro. Odiaba tener que callarse y no decirle nada, más, tampoco creía que sería bueno decirle lo que pasaba.
Conocía a Yugi, sabía que lo iba a ayudar.
Ahora más que nunca porque tenían hijos.
-Yugi, entiéndeme por favor...
-¡No, no te entiendo!-esos ojos amatistas ya se habían cristalizado-¡Deja de actuar así!, ¡¿ser faraón te ha dañado la cabeza o qué?!.
-¡Solo te pido que me entiendas!.
-¡¿Cómo te voy a entender si no me dices nada?!.
De nuevo, el oji-rubís se quedó sin palabras.
- Fue mala idea haberte dicho mis sentimientos.
-¡¿Por qué dices eso?!, ¡yo te amo Yugi!.
-No parece...-ya las lágrimas le traicionaron-Me estás ocultando algo, y jamás harías eso.
Yugi no quiso seguir con esa "conversación", pasó por el lado de Yami y fue directo a su habitación. No quería que Akil y su abuelo lo vieran así.
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